La increíble historia del Mont Saint Michel

Hay lugares en el mundo que te hacen viajar en el tiempo. Son espacios en los que una conjunción de factores hacen despertar en nosotros mágicas sensaciones que, inevitablemente hacen que nuestro cerebro infrinja las leyes de la física. Mont Saint-Michel es uno de estos sitios encantados. ¡Conozcamos un poco su historia! 
La increíble historia del Mont Saint Michel
David Díaz

Escrito y verificado por el historiador David Díaz.

Última actualización: 07 julio, 2022

Se piensa que la Edad Media fue una época oscura en la que la sociedad estaba aletargada por temor a los mandatos divinos. Pero, si ustedes conocen la historia Mont Saint-Michel, una obra arquitectónica que es un deleite para los sentidos, seguro que pondrán en cuestión esa idea y pensarán que el Medievo fue mucho más esplendoroso de lo que se nos ha dicho.

Por su excepcional belleza, existen muchísimos artículos que hablan sobre este lugar. Cómo llegar, qué visitar, cuáles son sus mágicos rincones. Por ello y para no repetirnos, aquí voy a centrarme en su historia. ¿Nos acompañas por este viaje en el tiempo?

Un breve recorrido por la historia de Mont Saint-Michel

Mont Saint-Michel es una pequeña isla rocosa situada en el estuario del río Couesnon en la región de Normandía, Francia. Su nombre proviene de la abadía consagrada al arcángel San Miguel que durante la época medieval se levantó en el corazón de la isla. Pero, este lugar ya era conocido por los antiguos habitantes de la región.

Se piensa que en los alrededores del monte se extendía el bosque de Scissy. Un lugar que forma parte de la mitología, dado que no existen evidencias de su existencia. Fuera real o no, en la región se asentaron tribus celtas que se piensa que utilizaban el monte para realizar distintos rituales.

Según un historiador bretón del siglo XVIII, la isla fue bautizada con el nombre de Monte o tumba de Belenus, el dios galo del sol. En época de los galos ya existía un gran megalito y un cementerio en el lugar. Cuando los romanos llegaron al norte de la actual Francia denominaron a Mont Saint-Michel como Puerto Hércules.

Como se podrán imaginar, con la llegada del cristianismo a la región, los antiguos lugares de culto paganos fueron transformados o incorporados a la nueva creencia. Por ello, primero se levantó un oratorio dedicado a San Esteban. Más tarde, al pie del peñasco construyeron un segundo oratorio. Esta vez dedicado a San Sinforiano. El cuidado de estos lugares de oración lo realizaban unos ermitaños.

El nacimiento de la Abadía, entre mito y realidad

El nacimiento de la actual Abadía está envuelto en una aura de misterio. Se dice que el propio arcángel San Miguel se presentó frente al obispo Aubert de Avranches solicitándole que levantase un santuario consagrado a su figura. El obispo hizo caso omiso a esta visión, ya que pensó que se estaba volviendo loco. Esto se cree que sucedió en el año 708.

Ante la inamovilidad del obispo, el arcángel se personó hasta dos veces más. La tercera fue la definitiva puesto que San Miguel, enojado ante la negativa de Aubert, agujereó el cráneo del obispo. Este acto no terminó con la vida de Aubert quien falleció unos años después. El cráneo del obispo todavía hoy se conserva en la basílica de Avranches.

El obispo, por fin, se dio cuenta de que esas visiones no eran parte de su locura y emprendió la tarea de levantar el santuario encargado por el arcángel. Él no levantó la majestuosa abadía que vemos hoy en día, sino que construyó un pequeño oratorio en forma de cueva con un aforo de unas cien personas. El único resto que queda de esta construcción es un muro que podemos ver en la capilla Notre Dame sous Terre.

La abadía benedictina

Mont Saint Michel durante el día

El santuario levantado por orden de Aubert estaba cuidado por una comunidad de clérigos canónigos regulares. De forma rápida, el lugar se convirtió en un foco de atracción de peregrinos. Durante dos siglos, el santuario estuvo bajo la protección del reino de Bretaña, pero a partir del 933, pasó a formar parte del ducado de Normandía.

Bajo dominio normando, el duque Ricardo I propició el cambio de la comunidad religiosa que custodiaba el lugar. Se sustituyó a la comunidad de clérigos, más afines a los bretones, por monjes benedictinos. Esto tuvo lugar en el año 966, año que se considera el de la fundación de la abadía.

Los benedictinos eran grandes constructores y, por ello, bajo el mandato del primer abad Maynard I, emprendieron la construcción de grandes edificios. A su vez, al pie de la abadía se levantó un pequeño pueblo que tenía la finalidad de acoger al cada vez mayor número de peregrinos que acudía al lugar.

Gracias a la gran popularidad del lugar y a las numerosas donaciones, los monjes pudieron construir una gran iglesia y varios edificios anexos. Entre ellos destacan el refectorio, el dormitorio de los monjes, una sala de trabajo y, entre otros, una capellanía. Este último edificio tenía la función de recibir a los pobres y facilitarles limosnas que solían consistían en un plato de comida.

El fuego: el peor enemigo de las ciudades medievales

Durante el primer siglo de gestión de los benedictinos, la abadía creció y se enriqueció de forma considerable. Pero el siglo XII lo empezaron con mal pie.En el año 1103, el lado norte de la iglesia se derrumbó. Diez años más tarde, las llamas devoraron a la abadía. Y tan solo veinte años después, otra vez la abadía fue atacada por el fuego. Sin dudas, parte de la historia Mont Saint Michael más oscura.

Por suerte, en el año 1154 eligieron a un nuevo abad, Robert de Thorigny. Gracias a su labor, la abadía se revitalizó espiritualmente y recuperó la popularidad y la grandeza que tuvo durante sus primeros años de existencia. Él hizo construir varios edificios entre los que destaca una capellanía más grande para poder albergar a más peregrinos.

La fortificación del puesto

Desde el siglo XIII hasta mediados del XV, la región de Normandía se vio envuelta en distintos conflictos bélicos. En el año 1204 los bretones, aliados con los franceses, marcharon hacia el monte prendiéndole fuego. Tras la victoria, Normandía fue incorporada al reino de Francia y el rey francés, para compensar los daños causados destinó una importante suma de dinero a la reconstrucción del puesto.

El dinero se invirtió para construir un nuevo monasterio. La tarea de levantar este hermoso edificio fue hercúlea pues el terreno no facilitaba la labor. Finalmente, en el 1228 se logró finalizar el claustro y la parte superior del edificio.

Transcurrió el tiempo y en el 1337 empezó la denominada Guerra de los Cien Años. Un conflicto bélico que protagonizaron los reinos de Francia e Inglaterra. Como se podrán imaginar, esta región del norte de Francia fue escenario de muchos de los enfrentamientos. Por ello, a lo largo de este período el lugar se fue fortificando.

Se construyeron mejores murallas para proteger la ciudad y la torre Perrine, la torre Corbins y, en especial, el Châtelet convirtieron el convento en una plaza infranqueable. Los ingleses jamás pudieron hacerse con el control de Mont-Saint Michel y así permaneció hasta el año 1450 cuando llegó la paz a Normandía.

Crisis, presidio y espacio de creación

Tras la guerra llegó la crisis económica y la abadía entró en ruina. Tuvieron que pasar más de cien años para que miembros de la congregación de San Mauro hicieran renacer el lugar. Pero, la iglesia más conservadora no comulgaba con la heterodoxia que reinaba en Mont Saint-Michel. Fue por ello que la casa real francesa se desentendió del lugar.

Finalmente, con la Revolución Francesa, los últimos monjes benedictinos abandonaron la historia Mont Saint Michel y el lugar fue convertido en una prisión. El presidio estuvo operativo hasta el año 1863 momento en que Napoleón III, presionado por distintos artistas e intelectuales, ordenó su cierre.

No es casual que existiera esta presión dado que en el siglo XIX varios escritores y pintores románticos descubrieron el lugar y lo convirtieron en su lugar de inspiración. Desde entonces, gracias a la rica historia Mont Saint Michel no ha dejado de recibir visitas.

Pero, fue especialmente en la segunda mitad del siglo XX cuando el monte se convirtió en uno de los destinos turísticos por excelencia de Francia. Y, como podrán suponer, desde el año 1979 forma parte de los monumentos patrimonio de la humanidad de la Unesco.

Mont Saint-Michel, un escenario de película

Después de conocer un poco la historia de este lugar, no es extraño que cada año lo visiten más de tres millones de turistas y que en verano se superen las 20 000 visitas diarias. Desde luego, si les gusta el mundo medieval, quieren pasear por un escenario digno de cualquier película de época o conocer el lugar que inspiró al castillo donde secuestraron a Rapunzel.