4 motivos por los que no se viaja a países lejanos
Los hay que sueñan diariamente con levantarse de su despacho en la oficina, coger un avión sin rumbo específico y dejarlo todo atrás. La fantasía de contemplar lugares de ensueño y adentrarse en lo desconocido es común a todas las personas.
Sin embargo, son pocos los que se atreven a dar un paso adelante y aventurarse a a descubrir todo lo que el mundo esconde planeando viajes a lugares exóticos y países lejanos.
Miedos y prejuicios
El miedo es uno de los mayores enemigos a la hora de viajar, sobre todo si hablamos de ir a lugares con costumbres radicalmente opuestas a las nuestras.
1. Miedo a estar lejos de casa
Uno de los motivos que más frena a la hora de lanzarse a preparar un plan de viaje al otro lado del globo es el miedo a encontrarse lejos del hogar. Son muchos a los que la simple idea de imaginarse vagando por las calles de ciudades desconocidas les provoca grandes niveles de angustia y ansiedad.
La idea de no saber qué direcciones seguir, a quién preguntar y no comprender el idioma provocan una enorme sensación de falta de control de lo que sucede. Esto genera que la negatividad y la idea de que todo podría salir mal progresen y se asienten en nuestro cerebro. En cuanto aparece esa incertidumbre, desplazarse a zonas tan alejadas se transforma en algo absolutamente perjudicial para nuestra vena aventurera.
Comenzar a darle vueltas a la falta de comodidades que sufriremos hará que nos frenemos a la hora de emprender un viaje que nos obligue a salir de nuestra zona de confort. Lo importante es lanzarse a vivir la experiencia para que, poco a poco, acabemos sintiéndonos cómodos en cualquier parte del planeta por el simple hecho de estar allí.
2. Aerofobia
El miedo a volar es uno de los más comunes, comprensible si paramos a preguntarnos cómo unos aparatos tan gigantescos y pesados como son los aviones pueden cruzar el cielo sin caer.
En el caso de viajar a poblaciones lejanas, a esto se le suma el inconveniente que supone pasar montones de horas sentado en la misma postura en un lugar cerrado herméticamente y rodeado por desconocidos. Todo ello puede provocar cierta claustrofobia en muchos pasajeros, que acaban decantándose por visitar lugares más cercanos con tal de no soportar dichas incomodidades.
“Cuando se viaja en avión solamente existen dos clases de emociones: el aburrimiento y el terror”
-Orson Welles-
En la actualidad, muchas de las más prestigiosas aerolíneas se han percatado de este problema y sus azafatas están preparadas para ayudar a sortear este tipo de fobias a aquellos que lo necesiten. Del mismo modo, conviene prevenir un posible malestar ya en casa, asegurándose de mantener un pensamiento positivo y dejando de lado los juicios catastróficos.
3. Miedo a que nos suceda algo malo
El fantasma de que nos pueda ocurrir algo malo en lugares cuyas costumbres desconocemos puede convertirse en una obsesión. Dichos pensamientos obsesivos pueden conducir a la idea de que cosas horribles también va a pasarles a aquellos que nos acompañan, particularmente si sentimos afecto por ellos.
Estas ilusiones pueden acabar invadiendo nuestra mente y transformando la perspectiva de un alegre viaje en pura negatividad. Es imprescindible exponerse a los propios miedos con el fin de que estos no nos dominen más.
Una vez que hayamos vivido la fascinante experiencia que supone descubrir lugares lejanos nos daremos cuenta de que esas ideas nos impedían explorar el planeta y las consideraremos como lo que realmente son, pensamientos opresivos desprovistos de fundamento.
Carencias
Otras veces no son los miedos, sino el presupuesto el que nos impide alejarnos mucho de nuestro hogar a la hora de viajar.
4. Falta de medios económicos
Una de las razones más habituales para acabar no viajando a países desconocidos es la carencia de los medios económicos suficientes para costearse la estancia en un hotel de suficiente calidad, así como la incapacidad de afrontar el precio de los billetes de avión de ida y vuelta. Estos últimos suelen suponer más del 80% del coste total del viaje cuando se trata de trayectos de larga distancia.
El dinero ata a aquellos que desean explorar regiones remotas y les obliga a materializar expediciones más económicas y, por lo tanto, en poblaciones cercanas. Y es que los problemas monetarios son una de las principales causas de estrés de nuestra sociedad.
A la hora de embarcarse en un viaje, lo usual es ajustar los precios de los vuelos lo máximo posible. Esto repercute habitualmente en la elección final del destino, ya que muchos se acaban decantando por recorrer sitios más cercanos donde puedan permitirse un mejor alojamiento y visitar más museos y monumentos a la par que ahorran.