La hermosa isla Procida en la bahía de Nápoles

La hermosa isla Procida en la bahía de Nápoles
Armando Cerra

Escrito y verificado por el historiador del arte Armando Cerra.

Última actualización: 10 mayo, 2016

Procida, de origen volcánico, es la menor de las tres islas que dominan el golfo de Nápoles. Desde luego, si alguien viaja hasta esta ciudad del sur de Italia durante varios días no puede irse sin acercarse hasta Procida. El contraste con la capital de la Campania no puede ser mayor, y supone todo un descanso para el cuerpo y el espíritu.

Cómo llegar a Procida

Ya hemos dicho que Procida es la menor de las tres islas de la bahía napolitana. Las tres se ven continuamente y a las tres se llega del mismo modo: embarcando en un transbordador que zarpa desde el muelle Beverello. No tiene pérdida, ya que está en pleno paseo marítimo de Nápoles.

Muelle de Procida
Muelle de Procida – leoks

Una vez suelta amarras el barco, en apenas media hora ya llegaremos a Procida, una una isla de poco más de 10.000 habitantes y de unos cuatro kilómetros cuadrados de superficie.

Procida, escenario de cine

Es fácil hacerse una idea de que nos espera en esta pequeña extensión. Basta con verse la deliciosa película El cartero y Pablo Neruda, rodada aquí en 1994. En ella aparecen algunos de los enclaves más emblemáticos de la isla, tanto en lo referente a sus playas como la de Pozzo Vecchio, como en cuanto a su patrimonio con la gran abadía de San Miguel Arcángel sobre el conjunto.

Las playas de Procida y su puerto

Además de la citada playa de Pozzo Vecchio, hay otras a lo largo del litoral de Procida. Algunas de ellas son Chiapa, Ciracciello o Ciraccio. No obstante, la más visitada es la de Chiaioella, ubicada junto a la Marina del mismo nombre, el lugar predilecto para los clubs náuticos más elegantes y glamurosos.

Procida
Procida – luri

Por contraste, merece la pena acercarse a los puertos pesqueros más modestos y más acordes con la primera imagen que se tiene de la isla al llegar en el transbordador desde Nápoles.

El buque llega a la Marina Grande y conforme nos aproximamos se disfruta de todas las coloridas casas que están escalonadas sobre la ladera. No hay que olvidar que la isla tiene un origen volcánico y todo se asienta sobre siete cráteres. Y es que en esta zona abundan los volcanes, como recuerda el perfil del Vesubio en el vecino continente.

El patrimonio de Procida

Unas líneas más arriba ya hemos nombrado la abadía de San Miguel Arcángel, elevada en el promontorio de Terra Murata. Este templo es el principal de la isla y en él hay un patrimonio artístico de lo más variado, desde óleos hasta objetos litúrgicos de rica orfebrería.

Procida
Procida – ronnybas

No obstante, no es el único lugar religioso destacado. También están las iglesias de la Piedad, de San Leonardo, de San Antonio de Padua o de Santa María de las Gracias.

A eso habría que sumar viejas mansiones y el llamado palacio real, también sirvió de cárcel. No obstante las grandes joyas del patrimonio de Procida son sus tabernas de pescadores, donde la norma es la gastronomía mediterránea más fresca y sabrosa. Así como todos en la isla se vanaglorian de que aquí está la Escuela Naval más antigua de Europa.

“Ingenio, superstición, ateísmo, mascaradas, versos, traiciones, devociones, venenos, asesinatos, unos cuantos grandes hombres, un número infinito de canallas hábiles y sin embargo desdichados: he aquí lo que fue Italia.”

-Voltaire-

Las islas hermanas de Procida

Vista de Capri en el Mediterráneo
Capri – leoks

Procida es la menor y tal vez la menos conocida de las islas del golfo de Nápoles. Una de sus hermanas es Isquia, lugar que acoge hasta 6 millones de visitantes cada año, atraídos por sus paisajes y su impresionante patrimonio histórico y artístico que nos habla de un pasado convulso dominado por el llamado castillo Aragonés y la catedral de la Asunción.

Y si Isquia es famosa, que decir de la otra isla: Capri. Desde tiempos de los emperadores romanos ha sido el lugar predilecto para el descanso de las clases más pudientes de Italia y de Europa. En fin, que si uno viaja por esta zona está obligado a tomar un barco y descubrir el porqué de ello.