Las mejores obras de Claude Monet en los museos de París
Nombrar a Claude Monet es hablar del arte impresionista, un estilo artístico con el que se ha identificado mucho a París, ya que fue una generación de pintores que pintó la ciudad y sus alrededores, renovando su imagen y toda la estética del arte. De hecho, Monet es a quien se considera el inventor del impresionismo. Por ello, no se nos ocurre mejor sitio para descubrir su obra que en París.
Aunque en sus inicios los pintores impresionistas, con Monet a la cabeza, fueron rechazados por la élite y los académicos de la época, hoy en día la aceptación de su arte es total. Tanto que su obra cuelga en algunos de los museos más importantes de la ciudad. ¿En cuáles? Ahora te lo contamos.
Monet en el Museo de Orsay
Almuerzo sobre la hierba
Claude Monet tuvo un importante referente en su trabajo. Y ese fue Édouard Manet, que marcó su particular inicio de la pintura moderna con su Desayuno sobre la hierba.
Pues bien, el mejor homenaje que pudo hacerle Monet fue pintar esta obra en 1865, Almuerzo sobre la hierba. Ambas hoy en día se pueden ver en el mismo lugar: el Museo de Orsay de París.
Mujeres en el jardín
Cuando mostró por primera vez este lienzo de 1866 le prohibieron exponerlo en el Salón Oficial, ya que se vio que era un paso más en el impresionismo, que ahora ya llegaba a las figuras humanas, como las de estas mujeres.
Y es que son figuras que no ha dibujado, sino que las ha compuesto de pinceladas de color, de manera que parecen vibrar. ¡Eso es el impresionismo del que vamos a seguir hablando en las siguientes obras!
Amapolas
Estamos ante uno de los cuadros más populares de Claude Monet. Una obra que hizo en el año 1873 y cuyo tema no puede ser más simple: un campo con amapolas en flor, dando vida y color a las hierbas secas y amarillentas del verano.
Y por ahí pasean dos figuras. Son su esposa y su hijo, los cuales le sirvieron de modelos para infinidad de obras.
Regatas en Argenteuil
La localidad de Argenteuil, cercana a París, era el auténtico refugio del artista. Allí pasaba largas temporadas e invitaba a otros colegas, como Renoir o Manet, a trabajar con él.
Y es que el sitio le fascinaba por sus bosques, sus puentes y el río. Un río que pintó muchas veces, como en esta ocasión, durante una jornada de regatas. Una escena que lo tenía todo para él: luz, movimiento, efectos en el agua… Es decir, impresiones.
Estación de San Lázaro
Lo mismo le proporcionaban las estaciones de ferrocarril: un ambiente lumínico diferente, con el movimiento de los trenes, los pasajeros y, además, la magia del humo de las locomotoras.
Eso nos retrata este cuadro de 1877 de la desaparecida estación de San Lázaro en París. Por azares del destino, la imagen ha vuelto a otra estación, ya que originariamente el Museo de Orsay fue una estación de ferrocarril.
El Parlamento de Londres
Monet viajó a Inglaterra y quedó prendado de una luz tan sumamente diferente a la que él estaba acostumbrado. Le fascinaban las nieblas sobre el cauce del Támesis, envolviendo sus puentes y dejando una visión casi fantasmal del Big Ben. Eso lo pintó varias veces en 1900, entre ellas esta tela.
Monet en el Museo Marmottan
El Museo Marmottan salvaguarda uno de los mejores conjuntos de arte impresionista que se pueden ver en el mundo. Una colección de origen privado que fue creciendo con el tiempo, a la que incluso el propio hijo de Monet donó muchos cuadros para que brillaran junto a los de otros maestros del impresionismo.
En total, aquí se conservan más de 60 cuadros de Monet, un número más que considerable. Y en ellos se puede ver toda la evolución que fue llevando este pintor extraordinario y renovador. ¿Dónde se encuentra el Marmottan Monet? En la calle Louis Boilly del Departamento XVI, muy cerca del Bois de Boulogne.
Impresión, amanecer
Decíamos que el Museo Marmottan tiene una enorme colección de cuadros, dibujos y estudios de Monet, pero pocas de las obras que atesora tienen el significado de este lienzo: Impresión, amanecer.
Al fin y al cabo, esta obra de 1872 fue la que dio nombre al movimiento impresionista. Fijaros bien, porque es la impresión de un momento concreto del amanecer, si lo pinta unos minutos después, el cuadro ya sería distinto.
El tren de la nieve
Claude Monet pintó en numerosas ocasiones estaciones de ferrocarril, como ya hemos visto. Pero también retrató trenes fuera de ellas. Y es que este medio de transporte era lo más moderno de la época y, por lo tanto, era un aliado de la nueva pintura.
Todo sin olvidar la plasticidad del ferrocarril, mucho más destacada si el fondo es un campo nevado como en esta tela de 1875.
El monte Kolsaas en Noruega
El artista, allá donde fuera, siempre iba cargado con sus cuadernos, sus pinturas y sus lienzos. Así que de todos sus viajes, fueran largos o cortos, se solía traer obras.
Una muestra es esta tela del monte Kolsaas, que hizo tras un viaje a Noruega en 1895. Un viaje que le dio la oportunidad de pintar paisajes a los que no estaba acostumbrado.
Las Tullerías
Pero además de sus viajes, la inmensa mayoría de los lienzos de Monet lo protagonizan los lugares en los que vivió, sobre todo París.
De hecho, tanto él como los pintores impresionistas como Pissarro o Renoir se preocuparon mucho por pintar los paisajes urbanos de la capital gala. Eso es lo que vemos en esta imagen de los jardines de las Tullerías en 1876.
Monet en el Petit Palais
Este palacete es una de las joyas más aparentes y desconocidas de París, ya que es el Museo de Bellas Artes que muchas veces se pasa por alto si se compara con los grandes museos parisinos. Y eso a pesar de que guarda más de mil obras de toda la historia del arte.
Atardecer sobre el Sena, efecto de invierno
El Museo de Orsay y el Marmottan atesoran la gran mayoría de piezas de Monet que se exponen en París. Pero en las elegantes salas de la Belle Époque de Le Petit Palais también cuelgan trabajos del artista. Una es la delicada obra Atardecer sobre el Sena, efecto invierno. Un trabajo que realizó en el año 1880.
Monet en el Museo de la Orangerie
Y las huellas de Monet por los museos de París nos llevan al Museo de la Orangerie, ubicado en un extremo de las Tullerías que el mismo pintor retrató. El edificio se construyó para ser un invernadero de naranjos, pero hoy alberga una fantástica colección de pintura de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Los nenúfares
Este museo guarda el conjunto de sus últimas obras, las que ya siendo un anciano y casi ciego hizo en su casa de Giverny. Allí pintó cientos de veces su estanque con nenúfares, y el resultado son unas obras únicas, excepcionales y claves para comprender todo el arte de las vanguardias del siglo XX.
Excursión a Giverny
Para aquellos que todavía deseen seguir rastreando las huellas de Monet estando en la capital gala, les recomendamos una excursión hasta Giverny. Se trata de una localidad en la vecina región de Normandía y más o menos a 90 minutos de viaje.
Allí espera la que fue la casa del maestro durante más de 40 años, desde 1883 hasta su muerte en 1926. Un lugar para conocer no solo su arte, sino también su vida más íntima, ya que se ven su casa, su taller y los jardines en los que pasaba horas el pintor para realizar luego cuadros como el de los Nenúfares visto en la Orangerie.
De esta manera, la visita a Giverny puede cerrar de forma perfecta el recorrido por la vida y obra de Monet que comenzábamos en los museos de París.
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