Admirar Marruecos, un país de una belleza espectacular
Conocer este país es una experiencia tanto vital como sensorial. Admirar Marruecos y sentir cómo despierta los cinco sentidos es algo muy especial. Sus contrastes paisajísticos, sus bulliciosas ciudades, sus interesantes tradiciones, su diversidad y colorido suelen enganchar a quienes lo visitan. Hoy te damos las razones por las que vale la pena admirar Marruecos.
Razones para admirar Marruecos
1. Un país de leyenda
Marruecos es un país de colores, contrastes y lleno de misticismo. Se encuentra en la parte más occidental del norte de África y a tan solo 14 kilómetros de España cruzando el estrecho de Gibraltar.
Muchas civilizaciones tuvieron influencia en este país, marcando su territorio y su cultura, algo que dio lugar a un patrimonio histórico único e incomparable. Por su territorio han pasado bereberes, fenicios, cartagineses y romanos hasta el siglo V. Estos dejaron la huella que configuró el carácter de este país de leyenda.
Dicen que fue Hércules quien creó Marruecos al abrir el estrecho de Gibraltar. Aunque esto es un mito, se ha comprobado que el hombre ha estado en estas tierras desde hace al menos 300.000 años.
2. Los colores dominan su territorio
Una de las atracciones de Marruecos son los colores que están presentes en todas direcciones. Los colores identifican algunos de sus lugares más emblemáticos. Así tenemos Marrakech, conocida como “la ciudad roja” porque las edificaciones han sido levantadas con materiales tradicionales como la arcilla roja, color característico de la medina.
También tenemos Chefchaouen, “la ciudad azul”, ubicada al norte del país. Este es uno de los parajes más hermosos de las montañas del Rif. Un lugar de casas pintadas de blanco y azul, donde su monocromía solo se rompe por las tiendas de artesanías.
El amarillo se encuentra en abundancia en las paredes de los riads, en los hermosos azulejos, en el curry, la cúrcuma y los tintes de los pañuelos. El naranja está en las dunas y en las arenas de su desierto inmenso e impresionante.
También hay verde, el de sus oasis, su vasta naturaleza y sus cordones de palmeras. Finalmente nos encontramos con un ambiente multicolor en la plaza de curtidores de Fez, con sus tintes y pieles, siguiendo tradiciones ancestrales.
3. Sus playas y ciudades costeras
Marruecos tiene 3.500 kilómetros de costa donde hay preciosas playas y ciudades costeras encantadoras. Playas hay para todos los gustos, desde pequeñas calas rocosas a extensos arenales que te harán pensar que estás en el desierto. También hay playas urbanas y concurridas o desiertas y perfectas para la práctica de deportes acuáticos.
Además, sus ciudades costeras son encantadoras. Entre ellas están Kenitra, Casablanca, Azemour, El Jadidad, Safi y Essaouira. Casablanca es una de las más cosmopolitas, una ciudad de película donde el contraste entre las tradiciones y la modernidad esconde tesoros que merece la pena descubrir.
No podemos dejar de comentar la belleza de Essaouira, con su trazado europeo en forma de cuadrícula y sus zonas urbanas rodeadas de antiguos bastiones que ha conquistado el corazón de muchos visitantes. Por esta razón se ha convertido en un centro de veraneo cosmopolita.
4. Su magnífico macizo del Atlas
El Alto Atlas es una cadena montañosa que se extiende desde la costa de Marruecos e incluye el Parque Nacional de Toubkal. Allí se encuentra el pico más alto del país, el Jbel Toubkal, con 4.160 metros. Aquí hay muchas posibilidades recreativas al aire libre, desde deportes de nieve hasta senderismo.
Entre los lugares de interés están la Garganta del Todra, en la parte oriental del Alto Atlas. También hay que nombrar Aït-Ben-Haddou, una ciudad de ladrillos de barro ubicada en el borde de las montañas. Y, por supuesto, las cataratas de Ouzoud, un lugar de extrema belleza.
“Un buen viajero no tiene planes fijos ni la intención de llegar”
–Lao Tse–
5. La belleza del valle del Draa y el desierto del Sáhara
Otro de los motivos para admirar Marruecos es el Valle del Draa, una ruta de preciosas e impresionantes ciudadelas enclavadas en un paisaje impresionante. El punto de partida es Ouzarzate, bella ciudadela de adobe. De allí se continúa a Zagora, siguiendo las montañas del Atlas hasta encontrar un drástico cambio de paisaje, un gran palmeral que da paso a las interminables dunas saharianas.
Al llegar al Sáhara se admira un paisaje prodigioso formado por la arena y los antiguos poblados bereberes. Y para disfrutar de la esencia de Marruecos es imprescindible dormir en una jaima envuelto en el silencio más absoluto bajo un infinito manto de estrellas.