El Transiberiano, el tren más famoso del mundo
El Ferrocarril Transiberiano no solo es el tren más famoso del mundo, sino que es el recorrido más largo del planeta, con 9.288 kilómetros de itinerario. Y todo por un único país, por Rusia, desde Moscú hasta Vladivostok, a orillas del Pacífico. Atraviesa siete usos horarios, aunque dentro del tren se usa siempre el horario de Moscú, un dato muy importante para programarse las escalas.
El viaje completo y sin paradas del Transiberiano dura seis días. No obstante, lo ideal es adquirir el billete con el derecho a varias paradas, entre las que destacan Ekaterimburg, en los Urales; Novosibirsk, ya en Asia; Irukustsk, a orillas del lago Baikal; Ulan Ude, de donde parte el tren Transmongoliano, y Khabarovsk, cercana a la frontera norte con China.
Cómo comprar el billete para el Transiberiano
Si lo compras por medio de agencias de viaje, lógicamente sale más caro. Para ahorrarse sus comisiones se puede adquirir en la web de ferrocarriles rusos o en la propia estación de trenes de Yaroslavsky, en Moscú.
El precio de estos billetes varía dependiendo de la clase, la más económica y popular es la tercera. También depende de si se toma todo el trayecto o no y del número de escalas que se quiere hacer para aprovechar el desplazamiento y visitar distintos lugares. Por ello, es importante estudiar bien el recorrido para hacerlo a nuestra medida.
En tercera clase se dispone de camarotes con cuatro camas y baños compartidos. Además hay bar. Lo que no hay son duchas para tantos días, pero en cambio hay máquinas de agua caliente para hacerse café, té o sopas.
Además, en las paradas diarias que hace el tren, la población local se acerca hasta los vagones a vender sus comidas tradicionales a base de pescado ahumado, latas, bebidas, pan, y un poco de todo. De hecho, para ciertos lugares estas ventas son la principal fuente de ingresos de sus habitantes.
El paso de los Urales con el Transiberiano
La primera de las paradas del Transiberiano que se puede hacer es en la ciudad de Ekaterimburg, fundada en 1723 por orden del zar Pedro el Grande, quien le dio el nombre de su esposa Catalina.
Esta población se encuentra en el corazón de los Urales y supone el paso entre Europa y Asia, de hecho, a unos 14 kilómetros de la ciudad un monumento recuerda que aquí se unen ambos continentes.
La mayor estación del Transiberiano en Novosibirisk
La gran estación ferroviaria de Novosibirisk no es su único atractivo. En realidad, se trata de la tercera ciudad más poblada de Rusia y posee varios lugares de enorme valor turístico y monumental.
Allí se puede visitar la Catedral de San Alejandro Nevski o la mayor biblioteca de Siberia. También merece la pena visitar el Teatro Académico de la Ópera y el Ballet Estatal, situado en la Plaza Lenin y que es el de mayor tamaño del país.
Una ciudad en Siberia: Irkutsku
Las llanuras de Siberia dan nombre al Transiberiano. Además de contemplar ese extenso y duro territorio desde el tren parece obligado hacer parada en alguna ciudad de la zona. La más poblada en Irkutsku.
Esta urbe, a tres días de Moscú, tiene el atractivo añadido de que se encuentra junto al lago Baikal, la mayor masa de agua dulce de todo el planeta. Desde Irkustsku parten autobuses hasta la población de Listvyanka, uno de los mejores lugares para visualizar los imponentes paisajes del Baikal.
Ulan Ude, dejar el Transiberiano camino de Pekín
En Ulan Ude se puede cambiar de recorrido si se desea, ya que allí el Transiberiano conecta con el Transmongoliano. Se trata de otro ferrocarril histórico que atraviesa Mongolia llegando hasta su capital, Ulan Bator, y desde ahí prosigue hacia Pekín.
“La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren.”
-Francis de Croisset-
Khabarovsk, la penúltima parada del Transiberiano
La ciudad de Khabarovsk la encontraremos tras casi 8.500 kilómetros y unas 140 horas de viaje. Es decir, parece obligado bajar a conocerla y caminar un poco. Si se hace así, la mayor atracción es el Museo de Arte, donde destaca su colección de iconos de la religión ortodoxa.
Y para estirar un poco más las piernas, hay que pasear por el Boulevar Amursky, la Plaza Lenin y los Utes. Son lugares donde hacer compras, entrar algún restaurante y tomar alguna copa antes de regresar de nuevo a nuestro camarote del Transiberiano.
Fin de viaje del Transiberiano: Vladivostok
El final del trayecto del Transiberiano es realmente interesante. La ciudad de Vladivostok posee multitud de atractivos, que desde luego se tiene muchas ganas de conocer tras un viaje tan intenso como largo.
Hemos llegado al Pacífico, al Mar de Japón, por eso tiene un gran puerto. Pero el encanto de la ciudad radica en la combinación del mar con el entorno montañoso de colinas que la rodea. Aunque el casco urbano también es muy interesante y después de varios días de tren parece que lo más apropiado es descubrirlo en profundidad.
En Vladivostok puedes disfrutar de lugares como el Museo Regional Arsenev, la fortaleza, el teatro Maxim Gorki, el Hall de la Fama de las Batallas o el antiguo Museo del Automóvil. Y si se desea se puede emprender una excursión de senderismo hacia la mítica Península de Kamchatka, complemento ideal la etapa final del Transiberiano.