Ostende: descubre la joya de la costa belga

Ostende, en la costa de Bélgica, es un destino no demasiado conocido fuera del país, pero que maravilla a todo el que decide pasar aquí unos días de vacaciones.
Ostende: descubre la joya de la costa belga
Armando Cerra

Escrito y verificado por el historiador del arte Armando Cerra.

Última actualización: 27 enero, 2021

La ciudad de Ostende ha sido un lugar tradicional de vacaciones para la población belga. Hasta allí se acercaban en verano muchos veraneantes de todo el país dispuestos a disfrutar de sus magníficas playas bañadas por el mar del Norte. Pero ahora este destino quiere ser mucho más conocido internacionalmente, y realmente merece la pena llegar hasta allí para descubrirlo.

Dónde está Ostende

Buque-escuela Mercator
Buque-escuela Mercator en el puerto de Ostende

Es muy fácil llegar a Ostende. Se encuentra a unos 30 kilómetros de uno de los lugares más visitados del país: la bellísima ciudad de Brujas. Así que, una vez allí, es posible acercarse hasta Ostende tanto por carretera como aprovechando la estupenda red de ferrocarriles de Bélgica, que unen de forma puntual y muy cómoda prácticamente todos los puntos del país.

También se puede llegar a Ostende por mar, ya que la ciudad posee un puerto conectado con diversos ferrys con distintos lugares del mar del Norte y del canal de la Mancha, donde se encuentra. Y, por si fuera poco, muy cerca de Ostende hay un aeropuerto internacional. En definitiva, que no hay excusas para no preparar este viaje y no disfrutar de sus atractivos.

Ostende, mucho más que playas

La verdad es que el gran atractivo tradicional de Ostende han sido siempre sus playas, quizás no las mejores de Europa, pero sí las mejores de Bélgica. No obstante, hay que decir que esta urbe costera tiene más reclamos interesantes. Algunos son de temática histórica, otros cargados de modernidad y también hay motivos artísticos o culturales muy interesantes.

1. La iglesia de San Pedro y San Pablo

Catedral de Ostende
Iglesia de San Pedro y San Pablo

Los motivos para viajar a Bélgica, generalmente, se centran en descubrir el maravilloso patrimonio artístico de ciudades como Brujas, Gante o Lovaina. Pues bien, también Ostende tiene auténticas joyas, como es el caso del gran templo dedicado a San Pedro y San Pablo. Se trata de una iglesia neogótica que no se acabó hasta el pasado siglo XX, pero que tiene una prestancia incuestionable.

2. Puerto marítimo

A un paso de la iglesia se halla lo que fue el viejo puerto de Ostende. Allí hoy se pueden tomar embarcaciones para recorrer los canales de la ciudad y también para llegar al importante puerto actual, un bastión clave para la economía de esta zona de Flandes Occidental.

3. Buque-escuela Mercator

Y seguimos en el puerto descubriendo los muchos vínculos entre Ostende y el mar. Ahora es el momento de hablar del buque-escuela Mercator anclado aquí. Es un velero que ha emprendido numerosas aventuras científicas y formativas a lo largo de su historia y que en la actualidad tiene sus anclas echadas en el puerto histórico de esta ciudad belga.

4. Fuerte de Napoleón

Fuerte de Napoleón en Ostende
Fuerte de Napoleón

La importancia del puerto se comprueba al visitar otro de los grandes monumentos de Ostende: nos referimos al fuerte de Napoleón. Es una construcción que ordenó levantar el emperador francés para que sirviera de punto defensivo si los ingleses atacaban el continente.

Aunque la obra es de 1810, su uso militar se alargó mucho en el tiempo porque también fue usada durante las dos guerras mundiales.

5. Mu.ZEE

No todo en Ostende es de carácter histórico. También hay que visitar el Mu.ZEE, un museo de arte contemporáneo con lo mejor de las vanguardias belgas. Posee una magnífica colección que recorre el arte de este país durante los siglos XIX, XX y XXI. Además, sus propuestas de exposiciones temporales siempre están atentas a la más rabiosa actualidad del panorama artístico europeo y mundial.

6. Playa de Ostende

Vista de la playa
Playa de Ostende

Ostende siempre se ha considerado el mejor balneario de Bélgica. Y aunque el clima no siempre es propicio para bañarse, sus playas se pueden disfrutar de otras muchas formas: por ejemplo, recorriendo sus paseos marítimos o yendo en tranvía en paralelo al mar. De hecho, montarse en su tranvía histórico es toda una obligación durante un viaje a Ostende.

Este es un destino que hasta hace un tiempo solo conocían los belgas y los amantes del windsurf, uno de los varios deportes marítimos que tanto se practican aquí. Sin embargo, Ostende puede ser una escapada recomendable para cualquier viajero inquieto.