Monumentos que hay que visitar una vez en la vida
Son muchos los monumentos que se deberían incluir en una lista de estas características, porque son miles los lugares, espacios y edificaciones que han de visitarse por lo menos una vez en la vida. Sin embargo, la cantidad de estos es tal que sería imposible enumerarlos todos. Por ello, hoy catalogaremos aquellos que, gracias a sus características o a su número de visitas, se han convertido en los más idealizados, carismáticos e incluso más recreados en el cine.
Monumentos imprescindibles
El Partenón de Atenas
Sin duda, este edificio de arte dórico es uno de los monumentos de la Antigua Grecia más importantes que a día de hoy aún se conservan de esta civilización. Fue levantado en la parte más alta de la Acrópolis aproximadamente en el siglo V a. C.
Antes de su construcción, el sitio era utilizado como espacio de adoración y considerado el templo de la diosa Atenea. El edificio está sostenido por 46 columnas en la parte exterior además de por otras 19 en su interior. Su gran extensión hace que resalte entre el conjunto de bloques arquitectónicos entre los que se encuentra.
Los ingenieros que lo idearon fueron Ictino y Calícrates. Con ellos colaboró el famoso arquitecto Fidias. Durante su visita, el turista tiene la oportunidad de maravillarse del gran dominio tanto técnico como matemático del que hacían gala durante este imperio clásico. La nave central como la columnata en forma de U son dos ejemplos claros de sus habilidades.
La Gran Muralla China
Esta maravillosa y grandiosa obra que une Xinjiang con Hebei recorre más de 21.000 kilómetros. Fue alzada durante la dinastía Ming. Existen multitud de historias y leyendas sobre ella, en su mayoría falsas o inexactas.
La finalidad de esta fortaleza con forma de gigantesca pared era la de actuar como muro defensivo. China solía ser invadida muy habitualmente por sus pueblos vecinos provenientes de Corea y Mongolia. Los gobernantes decidieron elaborar una estrategia defensiva a lo grande.
Se cree que durante su construcción se utilizó la mano de obra de más de 400.000 personas como peones, la mayor parte de los cuales eran esclavos. Antes de hacerse popular por en todo el globo, solía hacerse referencia a ella como “El Muro de los Diez Mil Li”.
“No hay hombre más completo que aquel que ha viajado mucho, que ha cambiado veinte veces de forma de pensar y de vivir.”
-Alphonse Lamartine-
El Taj Mahal
Al norte de la India se encuentra la ciudad de Agra. Allí el viajero hallará una de las maravillas del mundo, el Tal Mahal. Este palacio de estilo mongol fue construido por Sha Jahan en honor a su mujer, la emperatriz favorita del pueblo, Arjumand Bano Bagum, que falleció dando a luz.
El emperador quedó tan afectado por su muerte que decidió volcar su pena en la creación de este inmenso y bellísimo templo para poder admirarlo cada vez que se sintiese apesadumbrado. Una vez terminado, los restos de su esposa se trasladaron a su interior. Del mismo modo, el cadáver del gobernante también se llevó allí cuando pereció años después.
La gran pirámide de Giza
Egipto sorprende siempre al visitante con la gran pirámide de Giza, templo funerario localizado en la zona de El Cairo. Lugar de descanso eterno de los faraones, las pirámides eran una demostración más un poder que intentaban hacer notar más allá de su paso al otro lado.
De entre todas estas tumbas, la de Giza es la más espectacular debido, sobretodo, a que se trata de la de mayor tamaño. El propio monarca fue quine eligió la situación de la misma. Cabe destacar que el peso de cada uno de los bloques de los que está compuesta pesa aproximadamente unas dos toneladas y media.
En ocasiones también es denominada la “barca funeraria de Keops”. Junto a las pirámides de Kefrén y Micerino da lugar a un impresionante mausoleo alineado conforme a las estrellas. De hecho, encaja a la perfección con la constelación de Orión. Se cree que todavía hay partes de ella que no han sido descubiertas.
La estatua de la Libertad
La vertiginosa ciudad de Nueva York alberga la Estatua de la Libertad, sin duda, el símbolo por antonomasia de la metrópoli y uno de esos monumentos que hay que visitar una vez en la vida.
Llamada así porque representa tanto la libertad como la democracia, fue un regalo del pueblo francés a Estados Unidos.
Una titánica figura diseñada en cobre que representa a una mujer con una mano elevada hacia el cielo en la que porta una antorcha. En su otra mano sostiene una tabla con un grabado que hace referencia en latín a la Declaración de Independencia norteamericana, que se puso en marcha el 4 de julio de 1776. Dicha fecha también aparece esculpida.
Este prodigio del hombre fue fabricado por Bartholdi pero fue diseñada, nada más y nada menos, que por el propio Gustavo Eiffel.
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