Madeira, la isla de la eterna primavera
Enclavada en el océano Atlántico y conocida también por el sobrenombre de “Isla de las Flores”, Madeira recibe ese apelativo porque todo en ella tiene que ver con las plantas más floridas y coloridas. Lo primordial al llegar aquí es disfrutar del olor de sus jardines y dejarse llevar por el embriagador aroma de los mismos. Todo ello nos dará la sensación de que en este lugar siempre es primavera.
Si el turista tiene la posibilidad de hacer el viaje precisamente durante la primavera, podrá disfrutar del Festival de las Flores. Además, aquí los visitantes encontrarán una gran cantidad de entretenimientos aptos para todos los públicos, maravillosos pueblecitos y playas que se asemejan a verdaderos estanques naturales y que son un auténtico placer para los sentidos como, por ejemplo, Porto Moniz.
Madeira, la perla del Atlántico
La historia del archipiélago
Madeira es en realidad un archipiélago compuesto por dos islas pobladas, Madeira y Porto Santo, y dos despobladas llamadas Islas Desiertas e Islas Salvajes.
Cuando el infante Enrique el Navegante envió a algunos de sus marinos hacia África no contó con lo que se encontraría en el camino. Parece ser que las inclemencias del tiempo obligaron a dos de ellos a desviarse de su ruta. De este modo, descubrieron Porto Santo. A su regreso, no tardaron en comunicárselo al infante quien les envió de nuevo aquel magnífico lugar con el fin de explorarlo.
A pesar de que Madeira se encontraba justo frente a sus costas, la superstición de la época en relación a la forma del mundo, el miedo a lo desconocido y una densa niebla les paralizaron en su avance. Por todo ello, se cree que tardaron un año más en redescubrir esta bella perla del Atlántico. No obstante, tras esto, fue prontamente habitada por personas procedentes del Algarve.
Visitas y excursiones
Funchal, la capital del mar
Funchal es la capital de la isla de Madeira. Hasta allí llegan montones de turistas diariamente buscando el descanso en sus playas de aguas transparentes y cristalinas.
Conviene comenzar la visita a este hermoso rincón por su parte más elevada. A ella subiremos en el teleférico y el ascenso hará las delicias de grandes y pequeños. La bajada también resulta muy estimulante porque tiene lugar en sus famosos cestinhos, unos carritos de mimbre.
“Ahora me siento como el paisaje, puedo ser audaz e incluir todos los tonos de azul y rosa: es encantador, es delicioso.”
-Claude Monet-
Después podemos acercarnos a Cabo Girao, en el que se encuentra el acantilado más alto de la región y que también ocupa la segunda posición en cuanto a tamaño en el ranking mundial.
De vuelta al centro de la ciudad podemos hacer una parada en el Mercado de Labradores y dar un paseo por el Jardín Botánico, que ha sido catalogado como uno de los mas bonitos de todo el planeta.
Porto Santo y Ponta do Castelo, visitas obligatorias
Si lo que deseamos es descansar, nada mejor que acomodarse en este paraíso en la tierra. Aquí los veraneantes pasaran unos gratos días de sol y mar. Podrán deleitarse paseando por las estimulantes orillas de sus playas o bien practicar algún deporte acuático.
Y la playa de Porto Santo tiene un atractivo añadido. Se dice que sus arenas tiene propiedades curativas para dolencias como el reumatismo o las varices
Aunque Madeira es una isla de un verdor extraordinario, también posee algunos enclaves que son especialmente áridos como es Ponta do Castelo. Esta zona es poco conocida para los turistas, pero no por ello debe dejar de visitarse. Los amantes de la fotografía quedarán atónitos con sus paisajes. No muy lejos de allí es posible hacer una parada para descansar y darse un baño en una original playa de arena de color negro.
La Fiesta de las Flores
Una de las atracciones turísticas mas populares de Madeira es la Fiesta de las Flores. Esta se celebra todos los años en primavera, que es cuando las flores están en su momento más hermoso y colorido.
Durante la misma, la ciudad se engalana para la celebración de los festejos. Niños, jóvenes y mayores se acicalan y se presentan en sus mejores galas para participar en las actividades, de una semana de duración. Por sus calles circulan grupos con sus vestidos coordinados, cantando y bailando danzas vivarachas perfectamente acompasadas. Los acompañan siempre excepcionales carrozas rebosantes de flores.
Desde hace algunos años, los niños decoran una pared, a la que se denomina Muro de la Esperanza, con miles de flores. Sin duda, no pasará inadvertido a ninguno de nuestros sentidos.