La catedral de Albi en Francia, un templo muy especial
Un entorno medieval al sur de Francia cobija una joya histórica: la catedral de Albi. Un fabuloso templo gótico con más de siete siglos de historia que se yergue sobre la ciudad, con su torre de 78 metros de altura. Es uno de los mayores edificios del mundo hechos en ladrillo ¿Quieres conocerlo mejor? Acompáñanos.
La visita a este monumento es obligatoria si vas a viajar por el sur del país. Por ejemplo, Toulouse está a menos de cien kilómetros de distancia. Descubrirás que no solo la catedral, sino que todo su entorno es un espacio ideal para sacar buenas fotografías y presumir de tu viaje.
Historia de la catedral de Albi
La construcción de un edificio de grandes dimensiones como la catedral de Albi siempre guarda sus secretos. En este caso, los aspectos que la hacen diferente tienen que ver con el periodo en el que comenzó su construcción, a finales del siglo XII.
Si bien su inauguración data del año 1480, la catedral comenzó a construirse dos siglos antes. En concreto en 1282. En aquel momento se desarrollaba una batalla contra el catarismo. Este movimiento, rechazado por Roma, defendía que la Iglesia católica derrochaba demasiados recursos en la construcción de sus templos.
Por ello, y para defenderse de estas acusaciones, en la construcción de la catedral de Albi primó la austeridad. La principal medida fue construir la estructura con ladrillo, un material mucho más barato que el que se usaba de manera común en otros templos religiosos.
A pesar de esta decisión, se levantó una gran estructura con una imponente torre. Así, sin perder de vista esa austeridad que se buscaba para acallar las acusaciones, se consiguió dar al templo la grandeza de una inmensa fortificación.
La catedral tiene unas dimensiones casi apabullantes: 113 metros de largo y 35 de ancho. A ello hay que unir su campanario, que alcanza los 78 metros de altura.
Contraste en el interior
Visto desde fuera, el edificio es una gran fortificación que en la Edad Media servía para disuadir posibles ataques. La construcción en ladrillo, más moderada que la utilizada en otros grandes templos, contrasta con el interior de la catedral de Albi.
Sin duda, el mayor atractivo es el gran mural que representa el Juicio Final y que fue realizado por pintores flamencos. En la obra se representan el cielo, la tierra y el infierno, y cada uno de ellos está lleno de detalles. Por ejemplo, en la última parte se muestran los siete pecados capitales.
Pero en el interior de la catedral de Albi también pueden verse otras muchas obras. Destacan los frescos de la bóveda que siguen el arte renacentista italiano. Esta creación está considerada dentro de su género como una de las más antiguas de Francia.
Finalmente, el templo cobija un histórico órgano que data del siglo XVIII. De estructura clásica, el instrumento se coordina con el resto de los elementos de la catedral para servir como un elemento decorativo más. Construido en el 1736, este instrumento es un atractivo más para visitar la catedral de Albi.
Aprovecha la visita a Albi
La localidad francesa de Albi le debe su fama a la catedral, pero también tiene otros rincones que merecen ser conocidos. No hay que perderse el palacio de la Berbie situado cerca del templo. También los propios jardines del palacio, en el que se ubica el Museo Tolouse-Lautrec.
Si la gran catedral y el hecho de haber sido construida durante dos siglos te han dejado con la boca abierta, la colegiata de Saint Salvy te sorprenderá aún más. Siete siglos fueron necesarios para finalizar las obras de la torre del campanario. De ello dan fe las diferencias arquitectónicas y de materiales que pueden observarse.
Además de muchos otros monumentos, hay que mencionar los puentes de acceso a esta localidad. Tanto el puente nuevo, con siglo y medio de antigüedad, como el viejo, del siglo XIV, son construcciones que hay que admirar.
El puente viejo es quizá el elemento más fotografiado de Albi. Con todo el casco histórico de fondo y la gran catedral alzándose en lo alto, este rincón es el más bonito de toda la zona. Y pasear por él con esas vistas sobre el río Tarn es una de las delicias de las que disfrutar en nuestra visita a la ciudad.