Hamelín, una ciudad como de cuento
La ciudad de Hamelín es conocida mundialmente por el popular cuento El flautista de Hamelín, de los hermanos Grimm. Aunque parezca mentira, sí es una ciudad como de cuento: en este lugar confluyen la fantasía y la realidad como en ningún otro.
Esta es la capital del distrito de Hamelin-Pyrmont y se encuentra ubicada en los márgenes del río Weser, en Alemania. Cuenta con una población cercana a los 60 000 habitantes.
Geográficamente, es un punto estratégico para acceder a las montañas Weserbergland. También fue la ciudad en donde se adelantó el juicio de Bergen-Belsen por los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial, y en donde fueron ejecutados los responsables.
Un recorrido por el pasado de Hamelín
Las primeras estructuras encontradas en Hamelín datan de asentamientos correspondientes a la Edad de Piedra. En tanto, los primeros registros de edificaciones como tales fueron consignados por el monje benedictino Rekanbert, en el año 790.
Durante la Edad Media, la ciudad se desarrolló en función del típico esquema medieval, es decir, teniendo como centro y punto de partida las construcciones eclesiásticas. Para el siglo XII, se creó una muralla de 9 metros de altura, con el fin de proteger a la ciudad de eventuales ataques.
Posteriormente, durante los siglos XV y XVI, Hamelín alcanzó un gran crecimiento económico y comercial. Esto se dio en gran medida gracias a su vinculación con la denominada Liga Hanseática, que ostentaba un enorme poder.
Fue para esta época cuando se institucionalizó la Reforma Evangélica y su economía se consolidó hasta que llego la Guerra de los 30 Años. Fue precisamente hacia finales del siglo XVI que se levantaron los primeros edificios ostentosos, que en la actualidad se pueden visitar en el casco histórico.
Lo que siguió en el tiempo
La Edad Moderna está caracterizada por edificaciones militares que buscaron blindar la ciudad contra cualquier intento de invasión. Por esta razón, las murallas cubrían todos sus flancos y contaban con 22 torres de vigilancia.
En la actualidad, de estas solo se mantienen 2 en pie: la de Haspelmathturm y la de Pulverum, que pueden ser visitadas. En 1866, luego de 700 años, Hamelín se liberó del dominio de la Casa de Welfs y empezó a ser parte de Prusia.
Sin embargo, fue solo hasta 1923 que alcanzó la condición de ciudad libre, con lo que adquirió autonomía para administrar sus recursos en función de sus prioridades. El desarrollo social y económico se mantuvo hasta 1972, momento en el que se produjo otra reforma.
Como consecuencia, Hamelín volvió a perder su autonomía y empezó a formar parte de una región conocida como Baja Sajonia. Durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo la suerte de no sufrir daños devastadores, por lo que los visitantes pueden observar a Hamelín como ha sido siempre.
Un recorrido por las calles de Hamelín
En el pasado, la calle de Alte Markstrasse y la calle Neue Martstrasse se habían destacado por mantener una constante rivalidad. Los comerciantes ricos de cada sector competían por el primer lugar en belleza y ostentación.
Por este motivo, en estas dos calles se encuentran los edificios más bellos y esplendidos. En Hamelín está presente la historia con cada paso que damos; muestra de ello son las placas que posee cada edificio o casa.
En estos textos memorables se indica la fecha de su construcción, a quién le perteneció y la función que desempeñó. Por detalles como este, en esta ciudad de cuento no solo se despierta la fantasía, sino también la posibilidad de recorrer imaginariamente el pasado en presente.
En la calle principal de Hamelín, conocida como Osterstrasse, hay hermosas casas de madera de estilo renacentista. Sobresalen la Die Leisthaus y la Die Stiftsherrenhaus, las cuales mantienen la colección permanente del museo de la ciudad.
Juntas constituyen modelos icónicos de la Baja Sajonia de finales del siglo XVI, con fachadas elaboradas de piedra arenisca. Adicionalmente, están adornadas con esculturas que representan las 7 alegorías.
Otros tesoros arquitectónicos de la ciudad
Siguiendo la dirección de la calle principal se encuentra otro de los tesoros arquitectónicos de Hamelín. Se trata de la Stiftsherrenhaus, un lugar en donde se fusionan imágenes bíblicas con un conjunto de dioses planetarios en alusiones extraordinarias.
Sin duda, el lugar más importante de Hamelín lo constituye la Plaza del Mercado, que alberga los edificios más emblemáticos. Es precisamente allí donde nace y se representa en varias funciones teatrales el conocido cuento de los hermanos Grimm: El flautista de Hamelín.
En esta zona también se encuentra la iglesia de San Nicolás, una construcción magnífica que posee una torre desde donde se pueden observar panorámicas de la ciudad. En su interior se encuentra un magnífico vitral que escenifica al conocido flautista.
Esta iglesia es la segunda más antigua de la ciudad y se ubica al costado de la Casa de las Bodas y la Plaza de los Caballos. Contrario a lo que se podría suponer, la Casa de las Bodas es un lugar destinado a festejar variedad de celebraciones.
Otros espacios de interés
La calle Backerstrasse corresponde al sector comercial de la ciudad, una zona que reúne todo tipo de restaurantes y variedad de tiendas. Esta calle en particular termina en los límites de la ciudad, a orillas del río Weser.
Es en esta sección de Hamelín donde también encontramos el Monasterio de San Bonifacio, con una torre soberbia. Asimismo, destaca allí una espléndida sacristía de estilo románico.
En esta línea, sobresale la catedral con forma de basílica que debió enfrentar un incendio en 1209, por lo que fue restaurada en los siglos XIII y XIV. Esta iglesia de estilo gótico es la más antigua de Hamelín y es de carácter evangélico luterano.
Finalmente, la casa Rattenfangerhaus o del cazador de ratas se halla a la entrada de la ciudad, en lo que hoy es un restaurante. Sus entramados de madera reflejan el estilo Weser renacentista, y en ellos se encuentra una placa alusiva a quienes realizaban el difícil oficio de cazar roedores.