Grindelwald en Suiza y sus paisajes verdes
Cuando se nombra Grindelwald, siempre hay que relacionarla con la historia del montañismo. Esta atractiva población suiza se encuentra a la sombra de una de las montañas más míticas y difíciles de escalar de los Alpes: el Eiger. Pero además de ella, hay muchos otros picos, glaciares, valles y actividades que hacer. Ahora os lo vamos a contar.
Donde está Grindelwald
Para viajar a Grindelwald hay que dirigirse al corazón de Suiza, a la zona central donde está Berna, a cuyo cantón pertenece esta población. Es una localidad que lleva recibiendo visitantes desde los comienzos del turismo, allá por el siglo XVIII. Si bien, desde que se construyó una carretera y el ferrocarril a finales del siglo XIX no ha parado de recibir viajeros ansiosos de disfrutar de estos paisajes de montaña.
Grindelwald, meca del alpinismo
Tal y como hemos dicho, la presencia poderosa del Eiger es parte de la atracción de Grindelwald. La primera vez que se ascendió fue en 1858, Si bien su cara norte no fue salvada hasta mucho después, en 1938. Por eso, el Eiger siempre ha sido una cima ansiada por los montañeros y esta población la base de operaciones para conseguirlo.
Así ha sido desde hace mucho tiempo. Si no, basta ver la película Licencia para matar, donde el trama se ambienta en una carrera por subir el primero a esa cima. Es una cinta que, pese a su título, no la protagoniza James Bond, sino Clint Eastwood, en un papel bien diferente al que hizo con posterioridad en producciones como Los puentes de Madison.
Destino no solo para montañeros
Lo cierto es que hoy en día Grindewald es una magnífica opción turística para mucha más gente, tanto en verano como en invierno. Por ejemplo, con la nieve invernal se abre un amplio dominio esquiable en la zona de Jungfrau. Más de 200 kilómetros hacen las delicias de los amantes del deporte de la nieve con los descensos sobre esquís, tablas de snow o trineos.
Mientras, en verano esos paisajes se vuelven extraordinariamente verdes y ofrecen un sinfín de excursiones senderistas. Muchas de ellas comienzan con atractivos desplazamientos en teleférico hasta el punto de inicio. Y es que hoy en día el entorno de Grindelwald está plagado de teleféricos con recorridos impresionantes.
No obstante, hay que decir que el primero de ellos ya se construyó en el año 1908. De hecho, aquel fue el primer teleférico de todos los que se construyeron en los Alpes y acercaba hasta la montaña de Wetterhorn.
La estación de ferrocarril más alta de Europa
Poco después de que se construyera aquel teleférico, en 1912, se construyó la estación de ferrocarril de Jungfraujoch. Está, ni más ni menos, que a 3454 metros de altitud, por eso se la conoce como el ‘techo de Europa’. Y desde luego, estando de vacaciones en Grindelwald hay que subirse a este tren porque es uno de los recorridos ferroviarios más increíbles del planeta.
Más cosas que hacer en Grindelwald
Además de todo lo dicho, hay más cosas que hacer durante unas vacaciones en Grindewald. Como ocurre en otros sitios de los Alpes, siempre hay razones para descubrir estos parajes. Por ejemplo, el entorno de Jungfrau-Aletsch es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Estos son unos paisajes maravillosos que merecen la mayor de las consideraciones, y también el mayor de los respetos por parte de los excursionistas. Hay que gozar de esta joya natural, pero también hay que ayudar a su mantenimiento, así que procura no dejar huella de tu estancia.
Otra actividad imprescindible es subirse al teleférico que lleva hasta First, ya que desde las alturas es el mejor modo de contemplar la peculiar forma del glaciar que ha conformado estos paisajes. Además, os recomendamos acercaros a Lauterbrunnen, a unos 15 kilómetros de Grindelwald, donde os espera el valle llamado de las 72 cataratas.
Y, por supuesto, deberéis sacar tiempo para visitar el glaciar Aletsch. Es el mayor de toda la cordillera alpina y todavía supera los 20 kilómetros de longitud. Lamentablemente, no se sabe por cuánto tiempo, así que si tenéis la oportunidad de viajar a Grindelwald no perdáis la ocasión de conocer estos hielos que se creían perpetuos, pero lo cierto es que cada año se van reduciendo un poquito.