El encanto del Bosque de Oma
Una de las zonas más curiosas y encantadoras pertenecientes al patrimonio cultural vasco es, sin duda, el Bosque de Oma. Esta colorida arboleda es una extraordinaria y singular obra artística en mitad de la naturaleza. Está situada en Vizcaya, en Busturiadea, en el interior de la Reserva de la Naturaleza de la Biosfera de Urdaibai, cuya importancia alcanza tal índole que fue proclamada espacio protegido por la Unesco en 1984.
El Bosque de Oma: una obra artística
Agustín Ibarrola, la mente tras esta inusual creación
El extenso pinar ocupado por el Bosque de Oma fue adornado por el artista Agustín Ibarrola con la intención de otorgarle nuevas connotaciones a este espacio. De esta manera, mediante el uso de los árboles como soportes cilíndricos, pretendió transformar la forma en que los visitantes se relacionan este entorno natural.
El que fuera miembro del Grupo 57 se retiró a un caserío cercano a Oma y, habiendo contemplado este vergel como si de un lienzo en blanco se tratase, se dispuso a decorarlo imaginativamente con diversos colores, formas e iconos.
Esta creación juega con la perspectiva y con la tridimensionalidad y está enmarcada dentro de la corriente conocida popularmente como Land Art, que vio la luz en Estados Unidos en la década de los 60. Dicho estilo se basa en utilizar el paisaje terrestre creando en él obras expuestas a los elementos y que, por ello, se perderán con el paso del tiempo.
Los artistas de esta corriente interactúan directamente con los productos de la tierra, ya sea con madera, piedras e incluso con el viento en algunas ocasiones. En este caso, la atmósfera habitual y característica de cualquier arboleda se ve mágicamente transformada gracias a la incorporación de las pinceladas del autor.
“Una de las mayores cualidades humanas es la utilización del pensamiento abstracto para inventar y transformar la realidad.”
-Agustín Ibarrola-
Un bosque de colores
Durante el trayecto, el visitante irá encontrándose con decenas de dibujos y pinturas que han sido añadidos a la corteza del tronco de los árboles que componen cierta zona del bosque. Mientras que algunos son simples líneas o figuras geométricas en tonos blancos, otros muestran figuras de personas o animales.
Por otra parte, también cuenta con árboles solo decorados con combinaciones de colores y con preciosas tonalidades. No obstante, lo más estimulante de la visita es el intento de hallar aquellos dibujos que en conjunto recrean una composición y que solo cobran sentido cuando posamos nuestra mirada sobre ellos desde la lejanía.
Esta atracción artística puede resultar muy interesante para senderistas que quieran cambiar de aires ya que usualmente están acostumbrados a caminar por zonas que únicamente dominan el verde y el marrón habituales en el campo.
Del mismo modo, también es altamente recomendable para que las familias con niños vivan una aventura. Los más pequeños de la casa podrán correr a sus anchas entre estas obras de arte, acercarse a ellas e incluso abrazarlas a su antojo.
La temática artística del Bosque de Oma
En nuestro recorrido por esta llamativa zona nos toparemos con árboles decorados de forma muy dispar. Podría decirse que las representaciones están divididas en tres sectores.
Si seguimos el itinerario recomendado a la entrada, lo primero que divisaremos serán elementos dedicados a la recreación de técnicas pictóricas modernas y de vanguardias como lo son el puntillismo y el minimalismo.
Una vez pasado este segmento, tendremos ante nosotros una muestra en homenaje a la propia naturaleza, que ha ofrecido los bienes que han sido utilizados como lienzo. Allí veremos figuras de animales como, por ejemplo, pájaros o ciervos. Eso sí, todas ellas diseñadas en cierto estilo totémico. Estarán acompañadas por representaciones de conceptos naturales tales como el rayo.
Sin embargo, esto no es todo, y es que, a lo largo del sendero, de vez en cuando, comprobaremos que hay ubicadas ciertas formas humanas que no corresponden a ninguno de los grupos anteriores. Estos dibujos se intercalan entre el resto de obras de arte conformando la pieza más personal que Agustín Ibarrola le ha dedicado a este bosque-museo.