Vamos a disfrutar del encanto de Marrakech
Marrakech es la capital turística de Marruecos. ¿Por qué? Porque se trata de la ciudad más hermosa, atractiva y embrujadora del país. El encanto de Marrakech atrapa porque lo tiene todo para fascinar al viajero: zocos laberínticos, mezquitas, palacios, excelentes restaurantes, hoteles y riads para todos los bolsillos, y una joya única que por sí sola merece la pena el viaje: la plaza Jemaa el Fna.
La infraestructura turística de Marrakech
Marrakech se encuentra al sur de Marruecos y hasta allí se puede llegar volando a su aeropuerto internacional, ubicado relativamente cerca de la ciudad. Una urbe donde nos esperan muchos hoteles, algunos tan prestigiosos como el Mamounia, en el que se han hospedado grandes personalidades, y otros más modestos.
No obstante, para alojarse en el corazón de la ciudad antigua, lo mejor son los riads. Antiguas casas familiares que se han adaptado para recibir a los huéspedes occidentales. Estos se alojan en sus habitaciones en torno a un patio y empapándose así de las costumbres y el encanto de Marrakech.
Y si para dormir no hay problema alguno, igual pasa para comer. Hay un sinfín de restaurantes en Marrakech, algunos de ellos ofreciendo cocina internacional. Si bien, ya que se viaja hasta ahí, lo más apropiado es catar la gastronomía local, y para eso lo imprescindible es comerse con los dedos un couscous o un buen plato de tajín.
“No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos.”
-Cesare Pavese-
Marrakech, una ciudad de cuento
Una vez cubiertas las necesidades, ya tan solo nos queda dejarnos llevar por el encanto de Marrakech. Hay que dejarse atrapar por las sensaciones en sus palacios de otros tiempos, perderse en los zocos, escuchar el canto del muecín en los alminares de las mezquitas, o tomarse un descanso en los jardines y cafés. En fin, síguenos y te contamos lo imperdible de Marrakech.
La mezquita de la Koutoubia
Hay numerosas mezquitas en Marrakech, y los no musulmanes no deben visitarlas. Sin embargo, sí que se pueden admirar desde el exterior. Y entre todas destaca la de la Koutoubia, que tiene la torre más alta de la ciudad, y que marca la llamada a oración del resto. Procurad estar ahí al atardecer y os encantará.
Los jardines de Menara
Otro lugar idóneo para contemplar el ocaso del sol, son los jardines de Menara, un poco alejados del centro, pero a los que se llega fácilmente caminando o en calesas que se toman precisamente junto a la Koutoubia.
Estos jardines, con su estanque rodeado de olivos y frutales, son todo delicadeza. Parece mentira que la leyenda diga que aquí enamoraba a las doncellas el sultán para luego acabar ahogándolas en el agua.
El Jardín Majorelle
Otro jardín interesante en la zona moderna es el Majorelle, pero es distinto al anterior. Este fue el jardín de la vivienda del diseñador Yves Saint Laurent y, de hecho, aquí reposan sus cenizas. Por cierto, se ha abierto recientemente el Museo YSL en Marrakech, imprescindible para los amantes de la moda.
Palacios de Bahia y el-Badi
De nuevo en la ciudad antigua, hay que visitar estos dos viejos palacios de Marrakech. El Bahia es magnífico, con sus más de 150 habitaciones decoradas con extraordinario lujo. Y otro es el-Badi, que cuando se construyó en el siglo XVI fue “el incomparable”, pero ahora es casi un edificio vacío, pero capaz de evocarnos sus tiempos esplendorosos.
De compras por los zocos
Toda la medina o ciudad antigua es un laberinto para los occidentales. Pero esa sensación se multiplica hasta el infinito en los zocos, por ello debes recorrerlos si de verdad quieres sumergirte en el encanto de Marrakech.
La estrechez de las calles, el griterío de los comerciantes, los olores a especias o cuero, la abundancia de productos, el trajín, las bicis, los burros cargados con mercancía… ¡Tan indescriptible como inolvidable!
La plaza Jemaa el Fna: todo el encanto de Marrakech en un lugar
Y acabamos el rápido repaso a los atractivos de Marrakech hablando de su joya más preciada: la plaza Jemaa el Fna, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Un lugar donde no hay que buscar monumentos, solo vivencias.
Allí están las tatuadoras de henna, los sacamuelas, los encantadores de serpientes o los vendedores de zumo de naranja. Y al caer la noche llegan los malabaristas, los cuentacuentos, los puestos de comida, los músicos callejeros. Un ritual que se repite noche tras noche y desde hace siglos.
Se supone que aquí llegaban los caravaneros tras recorrer el desierto, y esta era la bienvenida que les daba la ciudad. Pues bien, hoy en día esa bienvenida se la dan a los turistas, que desde luego quedan maravillados por el encanto de Marrakech.
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