Conoce Eslovaquia, un bello país europeo
Eslovaquia, en el corazón de la vieja Europa, es un país desconocido. Tal vez por su juventud, ya que se fundó en 1993, tras la separación de la antigua Checoslovaquia. O tal vez porque sus atractivos quedan ensombrecidos por las maravillas de los países vecinos como Austria, la República Checa o Polonia.
Sin embargo, Eslovaquia es un país fascinante. Con atractivos para todos los gustos y para cualquier tipo de viajero.
Hay de todo, y con dos ventajas evidentes: no es un destino masificado, por lo que se puede visitar sin los agobios de otros lugares próximos, y posiblemente por eso, también es un destino muy económico.
Es decir, hay suficientes razones para hacer un viaje a Eslovaquia. Para quién lo haga, aquí os presentamos cinco motivos diferentes por los que descubrir este país centroeuropeo.
1. Bratislava, la capital de Eslovaquia
La capital del país es una ciudad de tamaño mediano a orillas de un río tan impresionante como el Danubio. En las calles de Bratislava están representados los episodios clave para comprender este joven país del centro de Europa, ya que aquí se pueden ver las huellas del elegante y poderoso Imperio Austrohúngaro o los vestigios de la Checoslovaquia de tiempos del comunismo. Pero, sobre todo, se descubre la pujanza y el futuro del país.
“Creo en el desarrollo de la nación y, por lo tanto, en el desarrollo de todo lo que es noble y beneficioso para la sociedad.”
-Milan Rastislav Štefánik-
Desde luego, no faltan interesantes monumentos que nos hablan de la historia del lugar. Sobre todos ellos, literalmente, se alza el castillo de Bratislava. Esta joya del patrimonio eslovaco remonta sus orígenes al siglo X y desde entonces se eleva sobre el casco histórico, donde también se encuentran otros edificios de interés como la antiquísima iglesia Franciscana o la moderna de Santa Isabel.
No obstante, lo más llamativo es pasear por el elegante núcleo histórico, ante palacios como los de Grassalkovic o el del Primado, pasando frente a la histórica puerta de San Miguel o llegando hasta el cementerio soviético de Slavín.
Todo ese casco antiguo se mantiene muy activo y vibrante hasta altas horas de la madrugada, ya que Bratislava cuenta con un vida nocturna francamente sorprendente.
2. Parque Nacional del Paraíso Eslovaco
No se puede decir que no es sugerente la denominación de este espacio protegido, aunque en la lengua local lo vais a encontrar por el nombre de Národný park Slovenský raj. Este parque nacional de poco menos de 20.000 hectáreas es un paraíso para los senderistas y, sobre todo, para los amantes de la fotografía, ya que aquí van a sacar unas imágenes únicas de montañas, escarpados cañones, cataratas y grutas.
Es toda una aventura recorrer los senderos del Paraíso Eslovaco, pero el esfuerzo tiene como recompensa que se conocen lugares como la impresionante Cueva de hielo de Dobsina, la Brecha del río Hornad o el Klastorisko, donde hubo un monasterio de los cartusianos cuyos restos arqueológicos son visitables.
3. La ciudad balneario de Piestany
Este histórico balneario está al oeste de Eslovaquia y a menos de 80 kilómetros de Bratislava. Una ubicación que hace que esté bien comunicado por carretera tanto con Austria como con Chequia, e incluso tiene su propio aeropuerto para vuelos internacionales.
De hecho, la gran mayoría de clientes del balneario de Piestany son extranjeros, que vienen aquí atraídos por los beneficios que les proporcionan sus termas para las afecciones reumáticas, óseas y artríticas.
Pero además de su fama por el turismo de salud, lo cierto es que el lugar posee un enorme encanto, ya que se trata de una isla balneario entre dos ramas del río Vah, donde abren sus puertas unos resorts que aprovechan las aguas en unas instalaciones que aúnan el sabor de lo antiguo y la efectividad de las técnicas más modernas.
4. Patrimonio de la Humanidad en Banska Stiavnica
Esta urbe del centro del país es uno de los mayores tesoros de Eslovaquia. Para empezar, por el emplazamiento de esta ciudad, que se construyó en una inmensa caldera que se creó hace milenios por el colapso de un volcán.
Ya solo ese dato invita a descubrirla, pero si además se sabe que allí se conserva casi íntegramente una ciudad medieval, entonces ya es mucho más apetecible.
Esta ciudad de la Edad Media se desarrolló gracias a las grandes minas de oro y plata que se hallaron en la zona. Eso la hizo rica, pero también la convirtió en una conquista muy deseable para todos los invasores del entorno, así que se acabaron construyendo dos castillos en el siglo XVI, que aún se conservan hoy.
Estos castillos se han transformado en dos museos y son, junto a la monumental plaza de la Trinidad en el centro de Banska Stiavnica, los principales reclamos turísticos. Además, es posible visitar las galerías de unas viejas minas en las afueras de la ciudad.
5. Pistas de esquí de Donovaly
No todo es patrimonio histórico en Eslovaquia y esplendorosos paisajes protegidos. También hay complejos deportivos como la estación invernal de Donovaly, situada al norte del país, y que es una de las más espectaculares de todo este territorio.
No es una estación especialmente alta, ya que su cima no alcanza los 1.400 metros, sin embargo, en sus diferentes pistas hay lugares para todos los niveles, por lo que es una de las más interesantes del país. Y para los visitantes de Europa occidental, sin duda, el precio económico de los distintos hoteles cercanos a las pistas, hace que sea una verdadera atracción.
Fotografía de portada: Edgar Barany C / Flickr.com