Qué ver en Soria siguiendo a tres poetas
Soria, la ciudad de Castilla y León a orillas del río Duero, ha sido el lugar de inspiración de numerosos literatos, e incluso rockeros. Pero hay tres personajes de nuestras letras que destacan sobre el resto y cuyos versos pueden servir de guía para una inspiradora visita a esta pequeña, pero encantadora, ciudad castellana.
El olmo viejo de Machado
Antonio Machado, de origen sevillano, llegó a Soria para impartir clases, pero allí conoció al gran, pero breve, amor de su vida: Leonor. Una mujer que murió aquí y cuyos restos reposan junto a un olmo, el olmo seco al que el poeta dedicó sus versos.
El recuerdo del olmo, del poeta y de su amada se conservan intactos en un parque camino del viejo castillo que dejaba a un lado la ciudad, y al otro el cauce del Duero. De ese castillo casi queda menos que del olmo, si no fuera por su torre del homenaje, la cual se hay integrada en el Parador Nacional de Soria. Establecimiento que, como no podía ser de otro, modo lleva por nombre el de Antonio Machado.
A orillas del Duero con Gerardo Diego
Otro de los grandes poetas que se han inspirado en Soria es el integrante de la Generación del 27, Gerardo Diego. Un escritor que también enseñó en un instituto soriano donde llegó a ser catedrático.
Durante su estancia en la ciudad, una persona originaria de Cantabria estaba fascinado con estos paisajes castellanos tan diferentes a los de su tierra natal. Y especialmente le cautivaban las orillas del río Duero, que protagonizó en no pocas ocasiones sus poemas.
Por otra parte eso no es extraño, ya que además del río y los bosques de ribera que lo flanquean, estos parajes guardan algunos de los monumentos más impresionantes de Soria. Especialmente por el claustro medieval de San Juan de Duero que todavía se conserva medio desnudo, y el eremitorio más querido de los sorianos: la ermita de San Saturio.
“Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.”-Fragmento del Romance del Duero, de Gerardo Diego-
San Juan de Duero
El origen del monasterio de San Juan de Duero se remonta a la presencia en la zona de la Orden de los Hospitalarios, que construyeron este impresionante lugar. Aunque quizás ahora sea más cautivador por su estado a medio camino entre el turismo y la ruina, porque los restos de su iglesia y su claustro están entre lo más visitado de Soria.
Ermita de San Saturio
Y a escasa distancia del monasterio anterior está la ermita de San Saturio, un templo que evoca los tiempos de los ermitaños, pero que hoy es un fantástico recinto religioso, medio cueva, medio construcción, donde se encuentra una iglesia de estilo barroco finamente decorada con pinturas murales. Desde luego, quien visite Soria tiene que darse un paseo a orillas del Duero hasta llegar a San Saturio.
El Monte de las Ánimas de Bécquer
De las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer una de las más impactantes es la ambientada en el Monte de las Ánimas, una colina a la entrada de la ciudad soriana y por la que darse una caminata es un verdadero placer.
Pero hay otros lugares que menciona Bécquer en sus relatos, como el monasterio de San Polo, de orígenes templarios y que se encuentra en el camino hacia San Saturio. Y, si se menciona la Orden del Temple, a todos nos viene una sensación de misterio a la mente, y desde luego nada más anhelado por la imaginación romántica de Bécquer, que se inspiró aquí para su relato El rayo de Luna.
En fin, que Soria en su modestia ha inspirado a estos artistas de primera fila y a otros muchos en el pasado. Así que si tú también estás buscando un poco de inspiración ¡Visítala!