Santa Sofía en Estambul, una maravilla arquitectónica
Estambul, la capital turca, es una de las ciudades que atesora un mayor y más esplendoroso patrimonio histórico y artístico en todo el mundo. Y dentro de todo ese conjunto monumental hay un edificio que destaca especialmente. Estamos hablando de Santa Sofía o Aya Sofia, un edificio que fue cristiano, después mezquita y, desde 1935, es un museo. En definitiva, ahora uno de los atractivos absolutamente imprescindibles durante una visita a Estambul.
Santa Sofía, el gran legado de Bizancio
Estambul no siempre se ha llamado así. También se conoció como Constantinopla y antes como Bizancio. Y precisamente a ese periodo de su historia pertenece Santa Sofía. Se levantó durante el mandato del emperador Justiniano, entre los años 532 y 537, convirtiéndose en la gran joya arquitectónica del arte bizantino. Sobre todo por el ingenioso sistema de bóvedas, cúpulas y semicúpulas que organizan toda la cubierta del templo.
Pero si es admirable su arquitectura, igual ocurre con los mosaicos que cubren gran parte de sus paredes. Los mosaicos son emblemáticos del arte bizantino. Aparecen aquí, pero también en iglesias muy lejanas, como los distintos templos históricos de la ciudad italiana de Ravenna.
En el gran templo de Estambul estamos ante un conjunto de mosaicos realizados con piedras (teselas) de colores, pasta vítrea y láminas de oro. Elementos que forman escenas de lo más animadas y cuyos argumentos se basan en pasajes bíblicos, además de una imagen del emperador Constantino y su mujer.
“Según el tiempo que haga, Estambul se convierte a veces en óleo, otras en acuarela, a veces en pastel, a veces en carboncillo.”
– Nazim Hikmet –
La mezquita de Santa Sofía
Ya hemos dicho que Santa Sofía nació como templo cristiano y también hemos dicho que Estambul tuvo diferentes nombres. Pues bien, con el establecimiento del Imperio otomano y la implantación de la religión musulmana, la ciudad pasó a denominarse Constantinopla. Santa Sofía se convirtió entonces en un templo islámico, es decir, una mezquita. De ahí los grandes paneles con caracteres arábigos que se ven en su interior y la construcción de cuatro minaretes externos.
No obstante, hoy ya no funciona como mezquita, lo que no significa que no sea un lugar de fuerte carga espiritual. De hecho, muchos ciudadanos acuden a este lugar a orar de una forma privada e íntima. Si visitáis Santa Sofía, comprobaréis que se pide respeto en las formas, la vestimenta y los comentarios a los visitantes, para no molestar a todas esas personas.
El interés de Santa Sofía
Para entrar a Santa Sofía hoy en día es necesario pagar, ya que se tiene por un museo y una atracción turística. Pero es una entrada que bien vale la pena. Nos adentramos en un edificio que está en la base de la arquitectura occidental, y sobre todo de la oriental.
Para empezar, su gran cúpula, con un diámetro superior a los 30 metros, es una de las grandes cúpulas de la historia. También una de las más antiguas, tan solo superada en el rango de antigüedad por el Panteón de Agripa en Roma. Aunque el sistema constructivo es bien diferente y peculiar, un sistema escalonado que se repite en las grandes mezquitas del país y sobre todo de Estambul en la Suleimaniye o la encantadora Mezquita Azul.