San Antonio de la Florida y los frescos de Goya

En esta ermita madrileña reposan los restos del genial pintor. Un artista que decoró su interior con unos magníficos frescos.
San Antonio de la Florida y los frescos de Goya
Begoña Ibáñez

Escrito y verificado por la historiadora del arte Begoña Ibáñez.

Última actualización: 10 mayo, 2019

Cuando a Goya le encargaron pintar los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid, no sabía que estaba decorando el techo del que sería su mausoleo. Hoy, este edificio se ha convertido en un museo donde reposan los restos del pintor bajo la cúpula cuyas escenas él mismo trazó. Acompáñanos para conocer esta joya, testigo inigualable del genio aragonés.

Apuntes sobre la ermita de San Antonio de la Florida

San Antonio de la Florida
San Antonio de la Florida

El templo se ubica en el distrito madrileño de Moncloa-Aravaca, en la plaza que lleva su mismo nombre. Es la única ermita que sigue en pie de las tres que existieron dedicadas a San Antonio de Padua en la capital española.

La primera de ellas se levantó en 1720 en los Jardines del Retiro, gracias a los planos del arquitecto barroco José Benito de Churriguera. Sin embargo, se derribó poco años después, en 1768.

Más adelante, Carlos III ordena la construcción de una nueva ermita al arquitecto italiano Francesco Sabatini en las cercanías de la Montaña de Príncipe Pío. Pero desaparece en 1792, ya en el reinado de Carlos IV. Será él quien mandará construir otro edificio tras adquirir los terrenos del Palacio de la Florida.

Características arquitectónicas

Fachada de San Antonio de la Florida
Fachada de San Antonio de la Florida

Del nuevo proyecto de la ermita de San Antonio de la Florida se hará cargo Filippo Fontana, finalizando las obras en 1798. El antiguo palacio no se conserva, pues en su lugar se construyó la Estación del Norte (hoy Príncipe Pío). Sin embargo, la obra de Fontana seguirá en pie, conteniendo en su interior los frescos de Goya.

En esta construcción observamos una plata de cruz griega, de cortos brazos y cabecera con ábside semicircular. Se trata de un edificio neoclásico de gran sobriedad. La cúpula con linterna que se apoya sobre pechinas es el principal atractivo.

La preocupación por la conservación de los frescos del pintor aragonés ha sido siempre capital. En 1905 la ermita fue declarada Monumento Nacional. Unos años mas tarde, en 1928, se tomó la decisión de construir una ermita ‘gemela’ junto a la original.

De esta manera, el culto se celebraría en este nuevo templo y el otro se conservaría como museo de Goya. Esta determinación se llevó a cabo debido al deterioro que estaban sufriendo las pinturas por el humo de las velas.

Desde el siglo XIX se celebra junto a la ermita la verbena de San Antonio de la Florida cada 13 de junio. En ella se sigue llevando a cabo el ritual de los 13 alfileres para invocar a San Antonio como casamentero.

Los frescos de Goya en San Antonio de la Florida

Vista de los frescos de Goya
Frescos de Goya – Diario de Madrid / Wikimedia Commons

El estilo sencillo del edificio hace que la verdadera protagonista sea la obra de Goya. La década entre 1790 y 1799 fue una etapa muy prolífica para el maestro. Como primer pintor de cámara, realiza algunos de sus retratos mas célebres. La serie Los Caprichos inaugura el grabado romántico y satírico gracias a su temática, su crítica social y su magnífica calidad técnica.

Pero el final de siglo no terminará para Goya sin uno de sus principales encargos como pintor de la corte: Carlos IV le encarga decorar el interior de San Antonio de la Florida.

El apoyo de Jovellanos y Saavedra, amigos íntimos del artista y políticos ilustrados, será determinante para que goce de plena libertad creativa. Así, desde junio a octubre de 1798, Goya trabajará en su magna obra mural y contará con la ayuda de su querido discípulo Asensio Julià.

La temática de los frescos

Detalle de los frescos
Detalle de los frescos – Wikimedia Commons

La elección del tema es ya una innovación en sí misma. Goya decide representar uno de los milagros de san Antonio de Padua menos comunes de su iconografía. El padre del santo había sido condenado injustamente por asesinato en Lisboa. Por ello, san Antonio se desplaza hasta allí y resucita a la víctima para que testifique contra su verdadero asesino.

El momento de la resurrección es el que escoge el pintor para plasmar en la cúpula. El milagro tiene lugar ante la atenta mirada de unas 50 personas. Sitúa a todos sus personajes alrededor de una barandilla. Convierte a la sociedad lisboeta medieval en grupos de majas y chulapos de origen humilde para recrear el Madrid de la época.

Por esta razón, aunque la temática y el lugar nos trasladen a una escena religiosa, Goya va mucho más allá. Gracias a su fiel reflejo de la realidad y su mirada personal, nos regala aquí un testimonio único sin visiones idealizadas.

En la bóveda del ábside desarrolla el tema de la Adoración de la Santísima Trinidad, con las mismas características. De esta manera, la narración se centra en los pobres y los mendigos en torno al santo. Alrededor de estos personajes se encuentra la corte celestial.

La técnica de Goya en San Antonio de la Florida

Lo realmente innovador de esta creación son la técnica y el procedimiento que el artista utiliza. Goya rompe con lo establecido al decorar la cúpula con las capas más desamparadas de la sociedad madrileña. Pero también sigue saltándose todas las reglas tradicionales y académicas en cuanto a estilo.

Detalle de los frescos
Detalle de los frescos – Wikimedia Commons

La vista al entrar en la ermita se va directamente hacia la los bellos frescos. Goya se vale de un trampantojo para situar a las figuras en torno a un friso y rodeadas por una barandilla. Estos personajes están en movimiento, sus actitudes son dinámicas. Los grupos se relacionan unos con otros, se apoyan en esa baranda y crean un efecto óptico magnífico.

Hay un absoluto naturalismo en los gestos, muchos de los sujetos están distraídos y ni siquiera miran al santo. La sierra de Madrid se percibe al fondo de la composición para simular un espacio abierto.

Goya utiliza la técnica del fresco, pero con pinceladas al temple. El pintor consigue unos trazos casi abocetados, sueltos y muy enérgicos. Casi se percibe un estilo que se anticipa al impresionismo.

Los contrastes de color y el uso de la luz hacen de esta obra toda una ‘Capilla Sixtina’. Los rasgos faciales de los personajes se aproximan a Los Caprichos, con expresiones que dejan paso a la modernidad. La libertad creativa de Goya y el abandono del academicismo están más presentes que nunca.

Y no hay que olvidar que bajo la cúpula podemos presentar nuestros respetos a los restos de este genial artista. Un artista que abrió nuevos caminos para la historia del arte.