Una ruta por el Pirineo francés hasta el Mediterráneo en coche
El Pirineo francés es un enclave natural de suma belleza. El vertiginoso paisaje se va suavizando hasta acercase a la costa. Recorrerlo en coche hasta llegar al mar Mediterráneo es un muestrario de paisajes increíbles. En el camino se descubren pueblos medievales perdidos en el tiempo entre las cumbres y edificaciones de enorme impacto. Todo ello asoma a la ventanilla de conductor, que no podrá por menos que detenerse y disfrutar la vista.
Primeras etapas por el Pirineo francés
Un largo pasado
El paisaje del Pirineo francés es un entorno privilegiado. Se puede empezar la ruta en Saint Bertrand de Comminges, un municipio con un pasado que resurge. Desde restos de una urbe romana hasta pinturas paleolíticas, para terminar en su hermosa catedral gótica. Una visita que el turista disfrutará indudablemente, un pueblo con mucha historia que atrapa.
En dirección al Mediterráneo, llegarás a Saint Lizier, nombrado como uno de los pueblos más bellos de Francia. Sus encantadoras callejuelas compiten con distintos monumentos por robar la atención. Su imponente catedral es una visita obligada en la ruta.
También es necesario hacer un alto en Mirepoix, una localidad medieval dispuesta a robar el aliento. A las afueras se halla el castillos de Terride, una épica construcción que pone final a la primera etapa del recorrido.
“El viajero es activo, va enérgicamente en busca de gente, de aventura, de experiencia. El turista es pasivo, espera que le ocurran cosas interesantes.”
-Daniel J. Boorstin-
Descanso, naturaleza y tradición
La siguiente parada en la ruta en coche por el Pirineo francés es el municipio de Ax les Thermes. Allí se puede descansar en su conocido balneario a orillas del río Ariège, o recorrer el curso al encuentro de cascadas. Una delicada población ideal para tomar aliento y disfrutar de medio ambiente.
Maravillas de la naturaleza nos esperan más adelante, como las curiosas chimeneas de hadas de Ille sur Têt. Se trata de una serie de rocas que, como efecto de la erosión, han tomado el aspecto de torres. Un enclave idílico para dejar volar la imaginación y descubrirse rodeado de criaturas aladas.
En contrapunto se encuentra el pueblo de Eus, un municipio ejemplar en cuanto a disposición. Esta aldea resbala por la ladera de la montaña, dejando su iglesia en el punto más alto. Un espectáculo digno de visitar.
Etapas finales: cuesta abajo hacia la costa
Cultura en estado puro
En este tramo de la ruta en coche por el Pirineo francés se encuentran tres poblaciones de mágico encanto. La siguiente en la travesía es Castelnou, una villa medieval. Se articula en torno a su castillo vizcondal, centinela del pueblo. Uno de los más valiosos ejemplos de arquitectura de la Edad Media en Francia.
El mismo encanto tiene Villafranca de Conflent, asentada sobre un valle en la ribera del río Têt. Esta singular localidad se enorgullece de tener una muralla rodeándola, como intentando esconder su secreto tesoro de un poderoso dragón.
En contrapunto, el itinerario nos lleva al municipio de Cérez, el pueblo con marcado sabor vanguardista. La capital de la cereza alberga un importante museo de arte moderno, que presume de tener picassos en sus muros. Un rincón bohemio donde sentarse en una plaza y disfrutar su ritmo, dando fuerzas al visitante para culminar el viaje.
Hacia la costa mediterránea
Para terminar y bañadas por el Mediterráneo, encontramos dos de las localizaciones más encantadoras del Pirineo francés. La primera fue inmortalizada en numerosos lienzos por pintores como Matisse o Derain. Es Colliure, lugar de descanso del célebre poeta Antonio Machado. La luz de sus coloridas casas te atraerá cual faro a un barco y su puerto dota de vida y ritmo al municipio. Una penúltima parada deliciosa y fresca.
Como meta del recorrido, y apenas a 15 minutos de Colliure, llegamos a Port Vendres. El final de la ruta por el Pirineo francés se halla en esta pequeña villa pesquera. Se encuentra ubicada en torno a una bahía ideal para pasear con el viento mediterráneo despeinando el cabello. Un destino plagado de vida sin estar atestado en verano, un lugar para descansar y disfrutar de la costa bermeja.