La reina Isabel del Braganza y el Museo del Prado

Culta y amable y, sobre todo, amante del arte. Así fue Isabel de Braganza, la reina que impulsó la creación del Museo del Prado. ¿Quieres saber más sobre ella?
La reina Isabel del Braganza y el Museo del Prado
Cristina Moreno

Escrito y verificado por la historiadora del arte Cristina Moreno.

Última actualización: 31 agosto, 2019

Isabel de Braganza fue reina de España desde el 28 de septiembre de 1816, momento en el que se casa con el rey Fernando VII, hasta el 26 de diciembre de 1818, día de su muerte. El suyo fue un reinado breve y desdichado, pero que tuvo como resultado el origen de la mejor pinacoteca de España: el Museo del Prado.

La reina Isabel de Braganza

María Isabel de Braganza había nacido en la ciudad de Lisboa, Portugal, en mayo de 1797. Era hija del rey Juan VI de Portugal y de doña Carlota Joaquina de Borbón. Fue una mujer inteligente y culta que amaba el arte por encima de todas las cosas.

Retrato de Isabel de Braganza

Casada por obligación con su tío, el rey Fernando VII, fue una coleccionista incansable de pinturas de los mejores artistas del momento. Pronto se quedó embarazada de su primera hija. Sin embargo, esta falleció a los pocos meses de edad. Un embarazo posterior buscando el futuro heredero de la corona le costaría la vida.

Poco apreciada por el pueblo español cuando llegó, Isabel de Braganza se refugió en el arte y demostró su humanidad y afable personalidad. Gracias a ella contamos con el Museo del Prado, una de las mejores pinacotecas del mundo. Y tras su muerte, el pueblo de Madrid la honró durante años.

Tuvo una muerte dolorosa y estremecedora. Parece que sufrió preeclampsia por su embarazo. Así, el día antes de morir, tuvo un gran dolor de cabeza y poco después quedó inconsciente. Los médicos pensaron que estaba muerta y el rey dio orden de que le practicaran una cesárea para intentar salvar al bebé que llevaba dentro.

Cuentan que los gritos de dolor que dio fueron desgarradores. Isabel murió desangrada y el bebé fallecía a los pocos minutos. Su cuerpo descansa desde entonces en el Panteón de Infantes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, junto al resto de reinas que no dieron sucesores a la Corona.

El Museo del Prado

Fachada del Museo del Prado de Madrid
Museo del Prado

El Museo Nacional del Prado abrió sus puertas al público el 19 de noviembre de 1819, casi un año después del fallecimiento de su gran impulsora, la reina Isabel de Braganza. Ese día, La Gaceta de Madrid publicó que dicho museo se debía a “la generosidad del rey y la participación de la reina”.

Esta, muy preocupada por la ingente cantidad de obras de arte amontonadas en el Monasterio del Escorial, contó con la ayuda de varios artistas, entre ellos Francisco de Goya, para catalogar y restaurar las pinturas. La acumulación sin orden ni concierto provenía de la época de la invasión de las tropas napoleónicas.

Los franceses, en su afán por trasladar todo a París, habían almacenado miles de obras de arte para llevárselas. Pero en el devenir de la guerra de la Independencia, muchas de ellas habían quedado olvidadas en los sótanos de este monasterio, sin que nadie se preocupara por ellas hasta la llegada de Isabel.

Un museo para el pueblo

Retrato de Isabel deBraganza
‘Retrato de la reina Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado’

Así, la reina propuso su restauración para exponerlas en el Palacio Real de Riofrío y que el pueblo pudiera contemplar obras de artistas italianos, españoles, flamencos, etc. Sin embargo, Goya la convencería de trasladarlas a Madrid, donde podrían ser restauradas y admiradas por más personas.

De esta manera, se pensó en abrir un museo en el Palacio de Buenavista y, finalmente, en el actual edificio. El lugar llevaría el nombre de Real Museo de Pintura, aunque con el tiempo adoptó el actual de Museo del Prado.

La reina quiso que este museo tuviese como objetivo ser un espacio para la conservación de muchas de las pinturas que adornaban sus palacios reales, para el estudio de los profesores y para recreo del público. Así, su deseo se vio cumplido, aunque ella no pudiese disfrutar de él.

Años después, en 1829, el rey encargó el Retrato de la reina Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado a Bernardo López Piquer. Con él pretendía rendir un homenaje a su trabajo para conseguir la apertura del museo.

Así, la reina aparece tocando los planos del museo que se encuentran sobre una mesa y señalando desde una ventana el edificio del Prado que albergaba la colección de pintura que ella tanto había amado y cuidado.