Los 4 pueblos de Francia más bellos
A lo largo y ancho del país podemos encontrar magníficas ciudades, pero hay pueblos de Francia que pueden competir en belleza y atractivos con sus hermanas mayores. Son pueblos llenos de atractivo, que fascinan y ejercen atracción hacia un determinado turista que desea llevar a cabo un viaje de tipo rural.
Naturaleza, historia, tradición y una rica gastronomía, son algunas de las experiencias que estos bonitos pueblos de Francia ofrecen a los viajeros. Hacer una escapada hasta ellos es conocer paisajes diferentes y peculiares, rincones excepcionales por los que no ha pasado el tiempo y originales callejas.
Son lugares distintos, repletos de encanto, paz y tranquilidad. En definitiva, pueblos que cuando se conocen son imposibles de olvidar.
Pueblos de Francia de ambiente medieval
Cordes-sur-Ciel, el Olimpo francés
Situado en la región de Midi-Pyrenéss es uno de los pueblos de Francia más conocidos y visitados por su encantador aspecto medieval. Al estar situado en lo alto de una montaña se le otorgó el cariñoso apelativo de “sobre el cielo”.
Una vez allí comprobaremos que hace honor a su nombre, ya que en los días de niebla espesa da la sensación de hallarnos en el Olimpo. Su bonita ciudadela esta toda amurallada y sus casas son auténticos tesoros del arte gótico. Resulta muy grato pasear por sus callejuelas empedradas y zigzagueantes, contemplando sus fachadas decoradas con personajes y animales de fábulas que dan un toque especial.
Caminando por estos pasajes nos encontramos con la iglesia de Saint-Miquel o con la puerta de la Torre del Reloj que nos harán sentir como si estuviéramos en épocas pasadas. Para hacer una parada, nada mejor que ir a un lugar fresco y lleno de vegetación como, por ejemplo, el Jardín des Paradis, donde podremos descansar de tantas sensaciones.
Conques, el pueblo más bonito de Francia
Esta villa medieval está enclavada en el Camino de Santiago francés. Para algunos es el pueblo más bonito de Francia. Hasta aquí llegan a diario montones de peregrinos que suelen hacer una parada para rezar en la abadía de Sainte-Foy y después continuar su trayecto hasta Santiago de Compostela. Gracias a este aura espiritual el pueblo desprende una magia especial.
Al pasear por sus calles empedradas da la impresión de retroceder a la Edad Media. Es imposible no maravillarse con sus casas con entrmados de madera y coronadas por tejados fabricados con pizarra. Una imagen verdaderamente de cuento.
Lo más recomendable es dejarse llevar e ir sin prisa, ya que a medida que se avanza cada rincón es más sorprendente. Su monumento mas importante, además de la abadía, es el castillo de la familia Humières. Si se dispone de tiempo, hay que subir hasta el mirador en la parte alta del pueblo, desde él las vistas son todo un espectáculo.
Un pueblo de cuento: Colmar
Colmar está bañado por el río Lauch y pertenece a la región de Alsacia. Como curiosidad, esta aldea tiene un cierto toque germano, probablemente debido a su cercanía con Alemania. Es por esto que algunas de sus casas poseen clara influencia del arte gótico alemán.
Es uno de los pueblos de Francia más hermosos y más visitados. Muchos de sus habitantes viven, de hecho, del turismo. No obstante, muchos de ellos tienen también negocios vinícolas, algo que ha llevado a considerarla como la capital de los vinos de Alsacia.
Uno de sus principales atractivos es La Pequeña Venecia, de visita obligatoria. Existe un barco que realiza un precioso itinerario por la zona transportándonos bajo todos sus puentes que no nos podemos perder. Este barrio, con sus casitas de colores llenas de flores y sus estrechos canales muy bien cuidados, hace que el viajero se sienta como el protagonista de un cuento.
“La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que la mira.”
-Lin Yutang-
Un pueblo marinero: Barfleur
Barfleur es un pueblo marinero situado en la región del Cotentin y perteneciente a Normandía. Lo primero que nos llama la atención al llegar es la iglesia de Saint-Nicolas, del siglo XVII, cuya imponente forma nos acompañará en todo momento.
Su formidable faro tampoco tiene nada que envidiarle. Cuenta con una altura de unos 75 metros aproximadamente y está ubicado solo, en el medio del mar y a merced del choque de las olas.
Sin embargo, lo mas pintoresco es su puerto lleno de colorido, gracias a los barcos que llegan diariamente cargados de rico pescado, marisco y mejillones. Estos últimos son reconocidos en el mundo entero por su delicioso sabor e, incluso poseen una variante de denominación propia, la “rubia de Barfleur”.