Pistas para descubrir el norte de Alemania
Alemania es uno de esos países que siempre tienen cosas que ofrecer al visitante. Por mucho que hayamos visto, siempre encontraremos algo nuevo, algo escondido, algo que aún no hemos descubierto y que ansiamos conocer. Un lugar ideal en el que perderse y dejarse querer es la zona norte de Alemania. Allí los cuentos de hadas aún existen y se transmiten por bosques de ensueño.
Joyas en el norte de Alemania
Bienvenido al lugar donde los sueños infantiles toman forma de pueblos y ciudades. Pellízcate si hace falta, pues en nuestro viaje nos toparemos con animales que saben tocar. También con flautistas mágicos y, sobretodo, con poblaciones que no dejan indiferente a nadie.
1. Berlín
Berlín es, junto a Londres, una de las ciudades europeas más cosmopolitas. La capital alemana alberga grandes ejemplos de arquitectura símbólica. Toda ella busca la paz y la armonía, sentimientos que sufrieron enormes diatribas el siglo pasado. A estos se les suman iglesias y galerías de arte espectaculares.
La Catedral de Berlín, por ejemplo, es un verdadero placer visual. Tanto su estructura exterior como su interior merecen la atención de todos aquellos que tengan interés en el arte.
La llamada Isla de los Museos, merece días de admiración, descubrimiento y paseo. En ella hallaremos los denominados Nuevo y Antiguo. Así como la Galería Nacional Antigua, el Museo de Pérgamo y el Bode. En ellos podremos admirar antigüedades, pinturas y demás objetos de interés. Podemos destacar la Puerta de Ishtar y el Altar de Pérgamo y, muy especialmente, el busto de Nefertiti.
2. Hamburgo
Berlín es la capital alemana y, por ello, es la ciudad más grande del país. No obstante, Hamburgo, siendo la segunda en tamaño, no tiene nada que envidiarle. Si acaso debería ser al contrario, una ciudad hermosa y con muchos rincones interesantes.
El esplendor de esta ciudad surgió hace varios siglos, gracias a su fantástico puerto. Allí podremos acercarnos al Barco Museo Rickmer Rickmers. En su interior podremos aprender cómo era la dura vida de los marineros de antaño.
Uno de los inmuebles que no nos podemos perder es el Kunsthalle, una importantísima galería de arte. Alberga obras de autores modernos de la talla de Andy Warhol. No por ello deja de lado los clásicos franceses y germanos de épocas previas.
Aquellos que sean apasionados de las figuras de cera no pueden pasar por alto el fascinante Panoptikum. Abrió sus puertas en el siglo XIX. Por ello, su colección de figuras es bastante extensa.
3. Bremen
Esta ciudad de excepcional belleza es popular gracias a los hermanos Grimm. Estos escritores de cuentos y fábulas populares escribieron Los músicos de Bremen. La historia ficticia poco a poco se ha convertido en tradición. De hecho, sus personajes son tan queridos por los lugareños que poseen hasta una estatua conmemorativa.
Como curiosidad, cabe destacar, que nunca se ha sabido si los animales protagonistas llegaron o no a esta ciudad del norte de Alemania. Lo que sí está claro es que se dirigían a ella con ilusión. Lo hacían puesto que Bremen siempre ha sido reconocida por su actitud liberal y acogedora.
De su arquitectura destaca el ayuntamiento, de un estilo gótico que no nos podemos perder. Por otra parte, en la Plaza del Mercado llama la atención un elemento circular en el suelo. Se trata de una placa metálica denominada el Establo de los Músicos de Bremen. Aquellos que dejan caer una moneda por cualquiera de las rendijas que la componen escucharan ciertos sonidos. Estos pertenecen a diversas especies de bestias, todas ellas relacionadas con la fantástica narración.
“Vayas a donde vayas, se convierte de alguna forma en parte de ti.”
-Anita Desai-
4. Hamelín
Ya que hablamos de ciudades de cuento, no podemos dejar pasar la oportunidad de echarle un vistazo a Hamelín. La historia Rattenfänger von Hameln, que en español se conoce como El flautista de Hamelín le otorgó la popularidad que merece.
Resulta digno de mención el hecho de que realmente hubo una plaga de ratas en esta ciudad del norte de Alemania. Si cabe, es aún más llamativo que tras ella el número de menores de edad se viese drásticamente disminuido. ¿Puede que el músico pasase por allí? Quién sabe. Lo cierto es que, al menos, ese par de hechos son absolutamente ciertos. Cada uno tiene la libertad de rellenar los huecos vacíos como le plazca.
Si pasamos por allí, quizá nos apetezca hacer una parada en la Hochzeithaus, un edificio del siglo XVII. También es digna de visita la Iglesia de San Marcos, realmente la catedral de la ciudad. Se alzó tras la II Guerra Mundial, sobre un templo que fue derruido durante el conflicto.