El Parque Natural de Somiedo en Asturias, naturaleza pura
Durante años el eslogan turístico de Asturias ha sido “Paraíso Natural”, algo de lo más acertado dada la increíble riqueza en este sentido que posee el Principado. Y dentro de todo ese territorio de bellos paisajes y valores ecológicos indudables destaca una zona en concreto: el Parque Natural de Somiedo.
Extensión del Parque Natural de Somiedo
El espacio protegido del parque en la actualidad abarca 283 kilómetros cuadrados. Una superficie que se reparte en cinco valles diferentes: Saliencia, Valle del Lago, Puerto y Pola de Somiedo, Perlunes y Pigüeña. Valles que tienen el mismo nombre que el río que los recorre. Y todos ellos se encuentran en la zona limítrofe entre Asturias y la provincia castellana de León.
El centro de interpretación
Para adentrarse en este territorio, seguramente el mejor modo de hacerlo es acercarse en primer lugar al Centro de Interpretación o de Visitantes, situado en Pola de Somiedo. Allí se encuentra toda la información necesaria sobre los recorridos o rutas a realizar, y sobre todo las razones porque estamos en un espacio protegido.
Porque el Parque Natural de Somiedo se creó en 1988, el primero en Asturias. El objetivo era proteger sus múltiples valores, que van desde la geología hasta la flora y la fauna. Pero también se trataba de salvaguardar la extraordinaria convivencia que siempre han tenido los lugareños con el medio, siendo sus explotadores y también sus mejores protectores.
Los valores del Parque Natural de Somiedo
Valores geológicos
Una característica de estos paisajes es la variedad geológica que poseen, con materiales que combinan la caliza con la arenisca o el sílice.El resultados son paisajes con formaciones kársticas espectaculares. Sin olvidar que hay parajes donde se ven a simple vista movimientos tectónicos milenarios, como las fallas o los pliegues de formaciones rocosas.
Y si hay unos elementos del paisaje fruto de las condiciones geológicas que se han convertido en símbolos del parque esos son sus lagos. Todos ellos espectaculares y accesibles en distintas rutas. En realidad, un viaje a Somiedo no está completo si no llega a cualquiera de ellos, sean los tres de Saliencia, el lago del Valle con su islote central, o las lagunas de El Páramo.
Valores vegetales
La primera sensación que uno se lleva al visitar el Parque Nacional de Somiedo es que es un inmenso bosque, y es que los bosques representan la cuarta parte de su superficie. Unos bosques de hayas, arces, fresnos, robles o tilos, pero también hay castaños, quejigos, encinas, tejos o acebos.
Y tras las zonas boscosas se encuentra los prados, los pastizales y las áreas de matorral en su entorno, con distintas variedades de brezo. Si a eso le sumamos la vegetación subalpina de las mayores alturas cercanas a los 2.000 metros, y la vegetación propia de los lagos, resulta que el conglomerado vegetal del parque es extraordinariamente rico.
Valores faunísticos
Algo similar ocurre con la fauna. Aquí encontramos grandes mamíferos que se aprovechan de la poca población de la zona. Por eso no es difícil ver jabalíes, venados, rebecos o corzos. Pero también hay depredadores como el zorro, la jineta o el gato montés. Por no hablar de los temidos lobos y el protegido oso pardo.
Eso en tierra, porque si buscamos en el cielo también se aprecia un gran repertorio de aves, sobre todo rapaces como el águila real, el halcón peregrino o el azor. Y ya dentro de los bosques hay pájaros de lo más singulares, como son el urogallo cantábrico, el pito negro y el pico mediano.
“La naturaleza es un poema que yace oculto bajo una forma secreta y maravillosa.”
– Juan Eusebio Nieremberg –
Valores humanos
Ya hemos dicho que una de las razones de que este territorio asturiano esté tan bien conservado naturalmente es la interacción que durante siglos han tenido los habitantes locales con su entorno. Y esa relación también nos deja manifestaciones materiales que son pequeños monumentos al ingenio del ser humano capaz de adaptarse al medio y respetarlo.
En esa línea hay que nombrar las típicas cabañas de pastor desperdigadas por estos paisajes, llamativas por sus tejados realizados con cubierta vegetal.