Mdina: una preciosa ciudad medieval amurallada en Malta
Si quieres conocer una auténtica ciudad medieval amurallada, debes visitar Mdina. Descubrirás, además, un hermoso país. Y es que, la riqueza cultural y patrimonial de Malta es enorme. Esta ciudad que vamos a visitar es solo un ejemplo. ¿Te apetece descubrirla con nosotros?
El pasado del archipiélago de Malta, especialmente de su isla principal, ha dejado construcciones maravillosas de muchas épocas diferentes. Aquí encontrarás lugares donde el tiempo parece haberse detenido, como es el caso de la ciudad amurallada de Mdina, que vamos a visitar.
Recorre la ciudad medieval amurallada de Mdina
Fundada por los fenicios, esta ciudad te encandilará enseguida. Fue capital de Malta durante mucho tiempo y hoy sus calles hacen retroceder varios siglos atrás a todo el que las pisa. Si te gustan las películas de ambientación histórica, en Mdina te sentirás como el protagonista de una de ellas.
Conocida como la “ciudad del silencio”, esta localidad aún recuerda el ambiente de lo que podría ser un asentamiento en la época medieval. A la tranquilidad que se asocia a su concepto de ciudad del silencio ayuda bastante la escasez de vecinos, pues no llegan al medio millar.
Su principal característica, a simple vista, es el particular color marrón claro de sus construcciones, que se potencia con la luz del sol. De esta manera, aquí se puede disfrutar de momentos mágicos. Y tan especial es, que en Mdina se han rodado escenas de la famosa serie Juego de Tronos.
Son varios los puntos que recomendar en esta increíble ciudad medieval amurallada. Pero, para disfrutar de ella, lo mejor es pasear tranquilamente por sus calles. Así, además de los principales monumentos, conocerás los pequeños secretos que esconde cada uno de sus edificios.
Visita a la Catedral de San Pablo
En tu visita a Mdina tienes que dedicar al menos una hora para ver la Catedral de San Pablo. Se construyó entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII para sustituir a la antigua catedral, destruida tras un terremoto en 1693.
En el templo aún se conservan algunos elementos de la construcción anterior que sobrevivieron a la catástrofe. Entre ellos, destacan las pinturas que muestran la conversión de san Pablo y los frescos del ábside.
También es interesante visitar el museo de la catedral. En él pueden verse restos que perduran de la antigua edificación. Y también muestra una colección de monedas de diferentes épocas.
El hecho de que la catedral esté dedicada a san Pablo no es casualidad. El apóstol vivió en la isla durante un tiempo, después de sufrir un naufragio en el año 60.
Otros lugares de interés en Mdina
Además del paseo por las calles de esta ciudad medieval amurallada y de la visita a la catedral, hay mucho más que hacer. Es imprescindible visitar el palacio Falson, edificado a finales del siglo XV. Una muestra de los hábitos de vida de la nobleza medieval y que ha sobrevivido al paso del tiempo y al terremoto que derribó la catedral.
En Mdina encontramos otros edificios emblemáticos, como el palacio Vilhena o el convento y la iglesia de los Carmelitas. Todos ellos son buenos ejemplos de la arquitectura medieval que perdura en la que la que fuera ciudad más próspera de Malta.
La vecina Rabat
Una vez que hemos disfrutado de Mdina, la cercanía a Rabat nos obliga a descubrir sus encantos. Es una localidad que en su día fue suburbio de Mdina y que esconde rincones interesantes.
El lugar más conocido son las catacumbas de San Pablo. Se trata de un lugar de enterramiento durante la época romana. No son tan grandes como otras de la época, pero tienen el valor de que se han conservado perfectamente.
Si no eres especialmente miedoso y no sufres de claustrofobia, merece la pena recorrer los pasillos del que es uno de los cementerios subterráneos mejor conservados del mundo. Y también puedes visitar las catacumbas de Santa Ágata, que esconden una pequeña basílica.
En Rabat, además, debes visitar la iglesia de San Pedro. Debajo de ella hay unas grutas en las que se dice que se escondió el apóstol. También merecen la pena el Museo Wignacourt o la mansión Bernard.