Aventuras en los increíbles paisajes de Wulong en China
En la exótica China, a orillas del río Yangtze, se encuentra una tierra natural sin igual. El Parque Nacional Geológico de Wulong es una región es de origen kárstico, formada por cañones de abruptas paredes verticales, imponentes gargantas y escondidas cuevas. El impresionante complejo es un paraíso de terrenos muy accidentados creados por la madre naturaleza. Por ello, no es de extrañar que sea uno de los destinos favoritos para todos los amantes de la escalada.
China: el país del riesgo
Además de los múltiples atractivos turísticos conocidos por todos, China dispone de una amplia oferta de actividades de ocio. Sobre todo para aquellos que disfruten de deportes algo más extremos de lo habitual. Aquí encuentran desfiladeros, cuevas y paisajes espectaculares. Tanto para el ascenso por paredes verticales de más de 200 metros como para la espeleología, China es ideal.
Aquellos que busquen unas vacaciones diferentes para ponerse a prueba deben visitar sus parajes. Escalada, espeleología, senderismo, descenso en canoa… las opciones son infinitas cerca de Wulong. Un Parque Nacional Geológico para disfrutar de la naturaleza y el deporte en su estado más salvaje.
Un sensacional paisaje que ha conservado su estructura sin alterar, por lo que mantiene su singularidad y atractivo. Ya sea por el enclave o las posibilidades de ocio que ofrece, Wulong es una alternativa al aburrimiento.
Wulong: un paisaje embriagador
1. Los 3 puentes
Cuando el viajero llega a este lugar se siente apabullado por tanta inmensidad. Allí se asienta un gran desfiladero, donde se hallan tres puentes naturales de características kársticas más grandes de Asia. Estos viaductos están rodeados de cuevas y profundos precipicios. La adrenalina se dispara tan solo con imaginar el vértigo al cruzarlos.
Tan majestuoso resulta el enclave que China estimó oportuno poner el nombre del animal imaginario más fabuloso a los puentes. Así, el viaducto de Tianlong es el Dragón Celestial, formado por dos excepcionales arcos a 200 metros de altura.
Le sigue Qinglong, conocido como el Dragón Azul. Sucede que al llover aparece un insólito color azulado en la roca que se eleva hacia el firmamento. El último y más recóndito es Heilong o el Dragón Negro, debido a su ubicación oscura y profunda. Tres parajes de leyenda con nombres míticos que deleitarán al turista súbitamente.
2. La cueva Furong
Los fanáticos de la espeleología están de suerte, pues en Wulong se ubica una de las cuevas más grandes del mundo. La cueva Furong se encuentra situada en la ciudad de Jiangkou, en la ribera del río homónimo.
Se trata de una alucinante y cegadora gruta descubierta fortuitamente por los habitantes de la región. Se abrió al visitante en 1994, y desde entonces recibe turistas nacionales e internacionales. El visitante será guiado a través de túneles y senderos que devuelven el incesante eco de sus pisadas.
Las estalagmitas y estalactitas que pueblan la oquedad crean formas y ambientes insólitos. La más conocida es la denominada Glory Hall. Esta bella creación cae desde lo alto en un colorido suntuoso y brillante. La forma resultante es parecida a una catarata de roca, un espectáculo glorioso ofrecido por la naturaleza.
“La naturaleza no se apresura, sin embargo todo se lleva a cabo.”
– Lao Tzu –
3. Houping Tiankeng
Situado en la provincia de Hunan se halla Houping Tiankeng, un singular enclave. Se trata nada más y nada menos que de una abertura de tamaño espectacular poblada de vegetación. Es la primera que se encontró en el país y en todo el planeta. La profundidad de esta puerta al centro de la tierra es de 300 metros.
Desde arriba, el abismo que precede al viajero turba sus sentidos. Bien podría tratarse de la antesala al inframundo, pero desde abajo la vista es otra. Abundante y frondosa vegetación que atrapa al turista en una insólita imagen.
Pero no solamente es visitada por curiosos, pues Houpin Tiankeng también es objeto de estudio. Un microclima que la creación a puesto a disposición de la ciencia. La visita del entorno merece la pena, pues pocas veces se disfruta de tanta paz y sosiego del alma.