Los 4 pueblos más bonitos de Girona
Aunque la capital de la provincia catalana es una ciudad llena de encanto, con sus coloridas casas al pie del río Onyar, su catedral y sus murallas, Girona es mucho más, es un territorio sembrado de pueblos maravillosos, únicos, que merecen más que una visita acelerada. Vamos a conocer solo algunos.
Pueblos inolvidables de Girona
1. Castelfollit de la Roca: la vida al borde del barranco
Este precioso pueblo, al que también puede hacerse referencia como Castelfullit de la Roca, está situado literalmente al borde de un precipicio. Su ubicación en lo alto de una montaña abrupta, de paredes prácticamente lisas, no deja indiferente a nadie.
Conviene realizar una parada en la lejanía, antes de llegar con el fin de obtener una de las más maravillosas vistas del lugar y tirar unas impresionantes instantáneas. Su situación inexpugnable se debe a que se encuentra en mitad del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrocha, un paisaje espectacular remanente de lo que hace miles de años fuera un área en constante cambio y erupción.
El cáracter medieval de la arquitectura local encaja a la perfección con su ubicación. Conviene visitar la iglesia de Sant Salvador que, a pesar de no utilizarse como espacio de oración, permite la entrada a todo el mundo, ya que se utiliza como espacio de reunión y centro cultural desde que fue reconstruida después de la Guerra Civil.
2. Besalú: puro encanto medieval
El municipio de Besalú recibió su nombre de la expresión latina que hacía referencia a su proximidad en la confluuencia de dos ríos. Esta población forma parte de la ruta de las villas de piedra de Girona, debido a la enorme cantidad de construcciones que han sido alzadas allí con este material.
Esta localidad cuenta con un bello castillo en su parte más alta, que queda como recuerdo de lo que en su día fue una significativa fortaleza de considerable tamaño y cuyos muros datan del siglo X.
Acercarse al famosísimo Pont Vell o Puente Viejo para posteriormente caminar por la vereda del río es una auténtica delicia. Además, cuenta también con un antiguo molino harinero completamente restaurado que se puede visitar. Lo mismo ocurre con la iglesia de Sant Martí y con el anciano Hospital de Sant Juliá. Por todo ello, Besalú fue reconocida en 1966 como Conjunto Histórico-Artístico.
3. Cadaqués: un pueblo pesquero
Girona está situada en la Costa Brava y por ello en esta lista no podía faltar el popular pueblo marítimo de Cadaqués. El atractivo mediterráneo y la luminosidad de los rayos del sol invaden esta localidad durante todo el verano.
Aunque es un pueblo de origen medieval, no comparte nada del aspecto sobrio de las habituales construcciones del medievo. Esto se debe muy probablemente a su privilegiada situación junto al mar que pronto la transformó en la villa de pescadores más importante de Girona, así como en una de las más valiosas de toda Cataluña. Lo que queda de aquella época puede observarse en cada calle y cada rincón de lo que hoy es su casco histórico.
Es recomendable aprovechar las horas tardías, en las que el sol está muy bajo, pasa subir hasta la iglesia de Santa María, que fue construida durante el siglo XVI. Una vez arriba, disfrutar de la puesta de sol supone una experiencia muy enriquecedora para el viajero, que podrá contemplar cómo este se esconde tras el faro de Cala Nans.
“He vivido aprendiendo siempre de mi maestro de estética que es Cadaqués, y es difícil, porque Cadaqués habla muy poco, pero cuando habla, habla en griego.”
-Salvador Dalí-
4. Tossa de Mar: preciosa muralla contra la piratería
Si soñamos con una población que cuente con todos los atractivos de los municipios marítimos y pesqueros y que, además, cuente con un gigantesco castillo en plena orilla deberemos dirigirnos a Tossa de Mar. Las paredes amuralladas de este complejo parecen escalar las laderas de la montaña, entrelazándose con los pinos y la maleza característica de esta boscosa zona.
La sensación que el conjunto provoca en el espectador la ha convertido en Monumento Histórico-Artístico, y no es para menos ya que, a pesar de llevar instaladas a medio camino entre el monte y las aguas desde el siglo XII, sus murallas y sus tres torreones continúan presentando el mismo aspecto estoico e imponente de antaño. No es de extrañar que los piratas la encontraran prácticamente inaccesible.