Nos subimos al London Eye, la noria de Londres
Una de las principales atracciones de la capital británica es la ya conocida como la noria de Londres: el London Eye. Este colosal ojo es el mirador más original que hallaremos en todo el mapa inglés. Sus 135 metros de altura dejan poco a la imaginación del viajero, siempre y cuando no padezca de vértigo, por supuesto. Vamos a dar una vuelta por la historia de esta gran rueda en la ribera del Támesis.
Un vistazo a la historia del London Eye
En esta colosal construcción se vieron involucrados seis países europeos, entre los que se encontraban Francia y Holanda. Se requirieron materiales como el acero carbonado, hormigón, cristal, poliuretano y aluminio, entre otros.
Fue fabricada por secciones que flotaron en barcas sobre el Támesis durante semanas. La rueda sobre la que se asientan las cabinas mirador se apoya sobre dos patas en forma de A. La noria se acabó en 1999 y una vez terminados los trabajos de construcción, la inauguración no se hizo esperar. Un año después comenzaba a funcionar.
El London Eye estaba diseñado para ser la noria mirador más alta de su época. Pronto le surgieron competidoras. El récord le duró seis años, y actualmente es la tercera más alta del mundo. Solamente la superan la Estrella de Nanchang y le Singapore Flyer.
Un emplazamiento colosal
Olvidemos el mareo y el miedo y subamos a esta poderosa estructura que es atracción y mirador a la vez. Se ubica en el distrito de Lambeth, entre los puentes de Westminster y Hungerford. Debido a su enclave, desde su punto más alto se contemplan las mejores panorámicas de los edificios más importantes de la capital inglesa.
Desde una de sus 32 cabinas pueden divisarse las cercanas Casas del Parlamento. También se encontrarán a la vista del turista la abadía de Westminster, el Big Ben o la Torre de Londres.
Estas cabinas, de 8×4 metros y perfectamente climatizadas, giran formando un círculo de 120 metros de diámetro. Para evitar la sensación de devaneo, están provistas de un sistema de estabilización para mantener la cápsula nivelada. De esta manera, el visitante podrá olvidarse de la sensación de mareo y disfrutar sin problemas de las vistas.
Además, hay que tener en cuenta que la velocidad del movimiento es muy lenta, se tarda alrededor de media hora en dar la vuelta completa, tiempo suficiente para disfrutar del paisaje. Un paisaje que va más allá de la ciudad, porque desde lo alto del London Eye y en días claros, la vista puede alcanzar hasta 40 kilómetros a la redonda.
La capital con más carácter
Londres, la ciudad de los mil rostros
Para conocer el ritmo de la capital inglesa se debe vivir en ella un tiempo. Es casi imposible abarcar esta inmensa urbe, que se extiende en más de 1.600 km² en unos días. Pero sí podemos conseguir una panorámica global de lo que Londres puede ofrecernos.
Multitud de lugares culturales e históricos o docenas de barrios con encanto nos esperan. Un sinfín de calles, parques y plazas están esperando para ser recorridos. Atracciones tan variadas como Portobello o el té de las cinco son algo que no debemos perdernos.
Y buena parte de la vida de la ciudad gira en torno a la cuenca del río Támesis, donde se levantan diversos puentes, estampa típicamente inglesa. Esta podremos saborearla a pie o desde el London Eye. Ya sea en uno de sus famosos taxis negros o en un autobús rojo de dos pisos, Londres es un destino para recorrer.
“Cuando se está cansado de Londres, se está cansado de la vida; en Londres hay todo lo que la vida puede ofrecer.”
-Samuel Johnson-
Un sueño sobre las aguas
El agua es un componente principal en la vida londinense. No solo porque llueva abundantemente y con frecuencia, sino porque, como indicábamos, toda la ciudad se ubica en torno al Támesis.
Existen diversos recorridos en barco por el río, no solo es otra forma de conocer la ciudad, sino también la más romántica. Pero si hay una forma increíble de contemplar el Támesis, es desde el aire, a bordo del London Eye. La altura creará una atmósfera irreal y privada, dotando de misterio y magia a la escena.