Las ciudades del pintor Alphonse Mucha
Alphonse Mucha quizás no sea el pintor más famoso de la historia, sin embargo, sus obras las hemos visto todos, ya que es el más reconocible cartelista del modernismo y el art nouveau. Él ideó numerosos carteles de obras de teatro y óperas que crearon escuela y que hoy en día siguen influyendo a los diseñadores gráficos.
Recorramos la biografía de Alphonse Mucha
Lo cierto es que muchas imágenes que hoy podemos ver e incluso comprar para decorar nuestro hogar y que denominamos vintage, están influidas por la pintura que desarrolló Alphonse Mucha. Así que pensamos que es merecedor de este recorrido por su vida y su obra, visitando lugares que fueron importantes para él. ¿Te vienes de viaje?
Su Moravia natal, en Chequia
Alphonse Maria Mucha nació en la población de Ivancice de la región de Moravia, una zona que hoy pertenece a Chequia, pero que en 1860, año de su nacimiento, pertenecía al Imperio austriaco. Entonces y ahora la capital de Moravia era la ciudad de Brno, donde pasó gran parte de su infancia Mucha y donde comenzó a formarse en las artes.
“Prefiero crear imágenes para la gente a producir arte como un fin en sí mismo.”
-Alphonse mucha-
Mucha en Viena, la capital imperial
No obstante, con 19 años ya se fue a buscar fortuna como artista a la capital del Imperio, a Viena. Allí realizó distintos encargos para el mundo de la escenografía teatral. Y alcanzó cierto renombre. Sin embargo, tuvo que regresar a Moravia durante un tiempo, ya que la empresa para la que trabajaba desapareció.
Un importante encargo en Múnich
La siguiente parada en la trayectoria vital de Alphonse Mucha iba a ser la ciudad alemana de Múnich, en la región de Baviera. El motivo de este viaje fue que el conde Khuel Belasi le encargó la decoración del castillo de Emmahof.
Esta fue una de sus primeras grandes obras. A ella después se unirían las pinturas que hizo en otra de sus propiedades, el castillo de Gandegg, en el Tirol.
Alphonse Mucha y su querido París
Aquellos encargos facilitaron que Mucha se fuera a la que por entonces era la auténtica capital artística del mundo: París. Una ciudad a la que llegó en 1887 y donde residió varios años, produciendo algunas de sus obras más carismáticas.
Comenzó trabajando como ilustrador y publicista, y así llegó a hacer el cartel de una obra de la gran Sarah Bernhardt en 1895. Ese fue su espaldarazo definitivo y el primer trabajo que realizó para la célebre actriz.
De esta forma, su estilo tan elegante y florido hicieron todavía más famosa a la diva y también al propio Mucha, que consiguió hacerse un nombre más allá de Francia.
Desde entonces y hasta que dejó París en 1910, su fama no dejó de crecer. Y además, fue diversificando sus trabajos, alternando sus carismáticos carteles, con su trabajo como pintor, y también como diseñador de joyas por encargo de uno de los joyeros más reputados de la ciudad.
Viajes a Estados Unidos
Semejante fama le llevó a hacer varios viajes a Estados Unidos, país que visitó en distintas ocasiones entre 1904 y 1910. Y allí llegó a ser considerado como “el mejor pintor del mundo” por el carácter decorativo de sus obras que tanto gustó allí. No obstante, aunque en aquel país no le habría de faltar nunca trabajo, siempre decidía retornar a París.
Vuelta a Chequia
E igualmente llegó el momento de volver a su país natal, a Chequia. Y lo hizo en 1910, instalándose en Praga, ciudad en la que fallecería años más tarde en 1939. Allí continuó con sus trabajos de diseño, pero sobre todo se dedicó a la pintura, creando obras sin encargo alguno y a su antojo, como la famosa Épica Eslava, describiendo la historia de su pueblo.
Un pueblo al que amó toda su vida, aunque su carrera podemos describirla como cosmopolita, dados sus muchos viajes, y las múltiples influencias con las que desarrolló su labor pictórica. En fin, esperamos que a partir de ahora os resulte más familiar el nombre de Alphonse Mucha.