¿Qué son las cabezas colosales de México?
México es el destino preferido de muchos viajeros. Un país muy variado en el que gozar de bellezas naturales, de yacimientos arqueológicos, de playas paradisíacas y de otros muchos encantos. Y entre sus muchos tesoros, queremos hablarte de uno muy singular: las cabezas colosales de México. ¿Quieres saber qué son? Entonces, sigue leyendo.
Qué son las cabezas colosales de México
Estas cabezas dan forma a uno de los hallazgos más interesantes de la antigua cultura olmeca, un pueblo precolombino que habitó las tierras de México. Matthew Stirling fue el primero en interesarse por ellas, después de que se descubriera la primera de las cabezas en Tres Zapotes en el siglo XIX.
Desde entonces se han descubierto 17 cabezas talladas en piedra entre los estados de Veracruz y Tabasco. Son cabezas talladas en piedras esféricas, la más antiguas datadas alrededor del año 1500 a.C, aunque es difícil de determinar una fecha exacta.
Algunos detalles de las cabezas colosales
Se estima que las cabezas más pequeñas pesan más de tres toneladas, mientras que las mayores sobrepasan las 25. En cuanto a su altura, en algunos casos es descomunal, rozando los 3 metros. La más pequeñas encontradas hasta ahora miden alrededor de metro y medio.
Su material es basalto, un material que solo se puede extraer en la sierra de los Tuxtlas, en Veracruz. Lo curioso es que las cabezas no están en este lugar, por lo que queda claro que se trasladaron grandes distancias, en algunos casos decenas de kilómetros. ¿Cómo lo hicieron? Es una incógnita, algo que nos recuerda la historia de las estatuas de la Isla de Pascua.
¿Quienes eran?
La teoría más difundida es que se tallaron con el fin de plasmar la imagen de los distintos gobernantes olmecas con algunas de sus características distintivas, por ejemplo, el primero de la etnia, el que fue más bondadoso o el que aterró a los enemigos. Todos son significativos y marcaron un antes y un después en este pueblo.
Sin embargo, hay otra teoría que señala que se trata de adolescentes y adultos con una malformación congénita. Al parecer, los olmecas podrían haber pensado que eran unos elegidos de los dioses para ser diferentes y eran venerados por ello, considerándolos sagrados.
En cualquier caso, lo que sí se puede destacar es que los rasgos característicos de las cabezas colosales de México son muy similares. Son cabezas grandes y redondas, con narices chatas, ojos entrecerrados, mejillas carnosas y partes traseras planas. Además, su expresión es casi amenazante.
El descubrimiento de las cabezas colosales de México
Aunque el descubrimiento de estas cabezas se atribuye a Matthew W. Stirling, él no fue el que encontró la primera. De hecho, se obsesionó con ellas al contemplar de cerca la que había descubierto José María Melgar en 1862. Esa obsesión le llevaría a investigar en profundidad todo lo relacionado con la civilización olmeca.
Por ello, en el año 1938 emprendió la aventura en Santiago Tuxtla, donde haría el mayor descubrimiento de su vida. Algo que tenía claro es que la cabeza descubierta por Melgar era un tesoro único y que nada tenía que ver con el estilo precolombino conocido hasta ese momento. Era algo más grande.
Así descubriría la cabeza de Hueyapan, que le sirvió para conseguir la financiación necesaria para seguir la búsqueda en Tres Zapotes. Así, poco a poco se fueron descubriendo otros tesoros de esa civilización, como altares, mosaicos y tumbas.
En cuanto a las cabezas colosales, actualmente se cuentan 17: tres de ellas se encontraron en Zapotes, 4 en La Venta y 10 en San Lorenzo. El hecho de que todas fueran descubiertas tras permanecer siglos enterradas hace pensar que aún puede haber más por salir a la luz.
“El ser humano no puede descubrir nuevos océanos hasta que no gana la valentía de dejar atrás la orilla.”
-Andre Gide-
Sea cual sea la verdad de las cabezas colosales de México, lo cierto es que son obras magníficas llenas de misterios y que siguen llamando la atención de los arqueólogos e investigadores. Si viajas a México y tienes la oportunidad, no dejes de visitarlas, merece la pena.
Fotografía de portada: José Alejandro Manuel García / Flickr.com