La monumental Plaza Mayor de Salamanca
Salamanca es una de las ciudades monumentales más impresionantes de España. A largo de su casco histórico, a orillas del río Tormes, se acumulan edificios cargados de historia y de arte. Pero, sin duda alguna, entre todo ese conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hay un espacio que sobresale del resto, tanto por su tamaño como por su belleza. Hablamos de la Plaza Mayor de Salamanca.
Salamanca toda un joya histórica
Ya hemos dicho que el corazón histórico de la urbe es un conjunto patrimonial único y con la máxima consideración. Y es que en las proximidades de la Plaza Mayor se pueden descubrir lugares como las dos catedrales salmantinas, la Casa de las Conchas o los diferentes edificios de la Universidad. En fin, un paseo por Salamanca siempre tiene lugares a los que ir.
La Plaza Mayor de Salamanca, todo un emblema
En cualquier listado con las plazas más hermosas de España ha de aparecer la de Salamanca. Un espacio de la ciudad a la altura de otros grandes rincones de las distintas ciudades hispanas, como pueden ser la Plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela o la Plaza de España en Sevilla. Y es que cualquier viajero que quiera descubrir la ciudad salmantina ha de comenzar su recorrido por esta gran plaza.
Una inmensa obra de arte barroco
La Plaza Mayor de Salamanca se construyó en el siglo XVIII, más en concreto entre los años 1729 y 1756. Si bien, durante una duración tan amplia, es lógico pensar que los nombres de sus creadores fueron cambiando. De hecho, durante una primera fase que duró hasta 1735 fue Alberto Churriguera el arquitecto jefe. Y en realidad a él se le debe el planteamiento general de la obra.
Podríamos pararnos a describir con sumo detalle las mil y una notas de interés que se pueden admirar en la plaza: sus tres alturas, los porches, los pabellones de cada fachada, la Casa Consistorial, etc, etc. Pero sin duda es mucho mejor llegar hasta allí, observar, girar 360 grados y contemplar con tranquilidad, y por momentos perplejidad, el panorama.
Y tras eso hay que sacar la cámara de fotos, aunque sea la del móvil, y dedicarse a buscar encuadres y detalles increíbles. Se hallarán en las pilastras, en las balconadas, en los pórticos abiertos con arcos de medio punto al espacio central, en los juegos de luz y sombra que provoca la ornamentación en relieve o en los frontones.
Pero hay muchos otros elementos que nos demuestran que la Plaza Mayor de Salamanca es una de las grandes joyas del patrimonio hispano de la arquitectura del Barroco, si bien algunas de sus formas prácticamente se pueden considerar arte rococó.
“Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilidad de su vivienda han gustado.”
– Miguel de Cervantes –
Un espacio para las sensaciones
No obstante, repetimos que más allá de conocer la historia y las denominaciones de todos esos elementos arquitectónicos, lo más interesante para los turistas es sentir el encanto de la plaza.
Un embrujo que se basa en su luminosidad y color, ya que estamos ante unas construcciones realizadas íntegramente en la llamada piedra de Villamayor, cuya principal cualidad es su tono dorado, que hace que todo tenga un toque de brillo característico.
Los usos de la Plaza Mayor de Salamanca
Desde que se construyó esta plaza se ha convertido en el auténtico epicentro de esta ciudad castellana. Aquí se han celebrado mercados, se ha convertido en teatro o han tenido lugar corridas de toros. Y no todo ha sido festivo, ya que aquí también se ha ajusticiado a personas para escarnio público.
Hoy en día, ese tipo de crueldades ya no tiene lugar, aunque sigue siendo el gran salón de Salamanca, donde se programan conciertos y distintos actos culturales y festivos.
Y además, siempre hay bares y tabernas con solera donde degustar la exquisita y suculenta gastronomía salmantina. Es decir, que no se nos ocurre mejor complemento que darle gusto al paladar tras disfrutar del encanto visual de la Plaza Mayor de Salamanca.