Visitamos la maravillosa Mezquita Azul de Estambul
Estambul es una de las ciudades más fascinantes del mundo, tanto por su atmósfera oriental como por su rica gastronomía, su condición única de ser bicontinental o por su riquísimo e inabarcable patrimonio. De hecho, por mucho que se viaje a Estambul siempre hay cosas que no se ven. No obstante, sería imperdonable no ver la Mezquita Azul.
La historia de la Mezquita Azul
Esta denominación de Mezquita Azul es la más poética y descriptiva. Pero este templo tiene un nombre más oficial en turco que es Sultanahmed Camii, o lo que es lo mismo, la Mezquita del Sultán Ahmed, el auténtico impulsor de su construcción entre los años 1606 y 1616. Si bien, la mezquita no se inauguró hasta un año después, cuando ya reinaba otro sultán: Mustafa I.
La arquitectura de la Mezquita Azul
El perfil de la Mezquita Azul es similar a otro edificio cercano: ni más ni menos que la impresionante basílica de Santa Sofía, de orígenes bizantinos y más tarde transformada en mezquita. Sin embargo, estamos ante una construcción bastante más pequeña.
Aún así, tiene un tamaño considerable, con una altura de 43 metros y una gran cúpula central que se desarrolla en un diámetro de 23 metros. En ese perfil llama la atención esa cúpula y el sistema escalonado de bóvedas que la elevan. Pero también atraen todas las miradas los seis minaretes, muy espigados y verticales.
¿Por qué se llama Mezquita Azul?
Nada más entrar al interior del templo se comprende su denominación. Toda su parte superior, incluída la gran cúpula, está recubierta por aproximadamente unos 20.000 azulejos de color azul. Fueron elaborados ex profeso para esta obra y traídos desde la ciudad de Iznik, ubicada al sur de Estambul y en la parte occidental de la península de Asia Menor.
Pero no acaban aquí los elementos decorativos de lo más llamativo que se ven durante la visita al interior de la Mezquita Azul. También merecen un buen rato de atención las impresionantes lámparas de cristal, llamadas arañas, que cuelgan desde el techo del templo. Un templo que además de esa luz artificial también recibe iluminación natural gracias a más de 200 vidrieras.
Las mezquitas de Estambul
La Mezquita Azul es absolutamente imprescindible de visitar durante un viaje a Estambul. Sin embargo, es cierto que no es la única con esa categoría, ya que muy cerca, como hemos dicho, se encuentra Santa Sofía, también mezquita aunque ahora reconvertida en museo. Y desde luego, también habría que mencionar la Suleymaniye, la gran mezquita que impulsó el mítico gobernante Solimán el Magnífico y que levantó su arquitecto favorito, el gran Sinán.
Las tres que hemos nombrado son la gran triada de templos en la capital turca, pero hay muchos más, y no nos podemos resistir a nombrar otros como la mezquita integrada dentro del Palacio de Dolmabahce a orillas del Bósforo, o las mezquitas de Eyup Sultan o la de Fatih.
“Viajar es descubrir que todo el mundo esta equivocado sobre otros países.”
– Aldous Huxley –
La visita a una mezquita
Estambul tiene en el turismo una de sus grandes fuentes de riqueza. Por otro lado, Turquía es un país principalmente de religión musulmana, pero a diferencia de otros países islámicos, aquí todo está un poquito más occidentalizado. Por esas dos razones, en Estambul muchas de las mezquitas son visitables por los turistas, aunque no sean musulmanes, algo que no es común en países del Oriente Próximo o del norte de África.
No obstante, aunque se puedan visitar, hay que atender ciertas normas de decoro, además de que prohíben la entrada a los viajeros durante las horas de oración. Ese decoro se corresponde tanto con el comportamiento como con el atuendo. Es decir, hay llevar la ropa apropiada, entrar siempre descalzo y a ser posible habiéndose lavado los pies en las fuentes del patio, y las mujeres siempre, siempre deberán llevar la cabeza y los hombros tapados.