Caminando por la historia de la catedral de Santiago de Compostela
España es un antiguo país europeo en el que el paso del tiempo ha dejado huellas imborrables a lo largo de su geografía y sus gentes. De entre todas las historias que han contemplado el devenir de la nación, sobresalen con fuerza los acontecimientos que acabaron levantando la catedral de Santiago de Compostela, de los que hay nos hacemos eco en Mi Viaje.
Historia de la catedral de Santiago de Compostela
La catedral de Santiago de Compostela se ha convertido hoy en día en todo un símbolo para los practicantes de la religión cristiana. Gracias los hitos de la historia que allí se vivieron, hoy es considerada como destino de la Ruta Xacobea, por lo que millones de peregrinos llegan hasta sus puertas año tras año desde tiempos remotos.
Ahora bien, ¿cómo llegó a considerarse esta catedral como lugar santo de peregrinación para los millones de cristianos de todo el mundo? Acerquémonos hasta la historia de este espacio singular.
Los orígenes de la catedral de Santiago de Compostela
La catedral se ha consagrado al apóstol Santiago, cuyos restos descansan entre sus paredes tras un largo peregrinar llevando la palabra de Jesucristo hasta diversos rincones europeos.
Los antecedentes de esta catedral comienzan en el siglo I d.C., cuando se ubicó en el lugar un pequeño mausoleo romano en el que se dio sepultura a los restos del apóstol, muerto por decapitación en el año 44 d.C.
Curiosamente, el apóstol Santiago recibió la muerte en Palestina, sin embargo, sus restos fueron trasladados hasta las costas de lo que los romanos consideraban finis terrae, el fin de la tierra, hoy más conocido como Finisterre.
Se sabe que durante siglos la tumba del apóstol Santiago era visitada asiduamente por la comunidad local cristiana. Sin embargo, poco de su historia ha llegado hasta nosotros, salvo que fueron diezmados hasta desaparecer.
La catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media
Damos un salto en el tiempo y nos marchamos hasta los comienzos del siglo IX, cuando se produjo un “milagroso” descubrimiento. Un ermitaño que vivía en el monte Libredón, guiado por “signos celestiales”, encontró entre la maleza los restos de las reliquias del apóstol Santiago.
Con premura se avisó al obispo de Iria Flavia, y pronto llegó a oídos del rey astur Alfonso II, que mandó levantar una capilla de barro y piedra junto a lo que antaño fue el pequeño mausoleo romano.
Tal fue su importancia, que pocos años después, en el 834, recibiría el título de Preceptum regio y se convertiría en sede episcopal con poder sobre los territorios próximos. A su alrededor llegaron los primeros pobladores formando la ciudad primitiva de Santiago de Compostela.
Sin embargo, no fue hasta finales del siglo IX cuando se levantó la primera iglesia en la zona mandada construir por Alfonso III el Grande bajo los preceptos del estilo visigótico, aunque fue destruida tras un ataque del rey musulmán Almanzor en el 997.
No obstante, el obispo San Pedro de Mezonzo la volvió a levantar en el año 1003 con un edificio de estilo prerrománico que aguantó durante años, fue objeto de peregrinación y permaneció en pie hasta los comienzos de las obras de la catedral románica que ha llegado hasta nuestros días.
El levantamiento románico de la Catedral de Santiago de Compostela
El levantamiento de la catedral de Santiago de Compostela tal como llega a nuestros días comienza a finales del siglo IX. Fue bajo el reinado del rey leonés Alfonso VI y el arzobispado de Diego Gelmirez, principales impulsores de las peregrinaciones y la conversión de la ciudad, que gozó de gran vida en sus tiempos, llegando a su máximo esplendor en el siglo XII.
Ya no se buscó un simple altar en el que adorar las reliquias del apóstol Santiago. Se diseñó un enorme templo que acogiera al gran número de peregrinos y que siguiera el estilo que se observaba ya en toda la ruta del Camino de Santiago.
“Verás la maravilla del Camino
camino de soñada Compostela.
¡Oh lirio y oro! Peregrino
en un llano entre copos de candela”–Antonio Machado–
Los mejores constructores románicos aportaron su granito de arena levantado las torres defensivas, la cripta, el maravilloso Pórtico de la Gloria, los tramos de naves y las diferentes partes de la catedral que hoy luce majestuosa en la ciudad.
El edificio fue consagrado definitivamente en el año 1211, aunque ya tenía el privilegio de dotar de absolución plenaria a todo el que visitase la catedral en Año Santo Jubilar desde 1181, por obra del papa Alejandro III.
Los aportes a la catedral de Santiago de Compostela
Según ha ido pasando el tiempo, distintos aportes han enriquecido el conjunto de la catedral debido a los diferentes arzobispados y los mecenas. La Torre del Reloj se levantó en siglo XIV, el claustro llegó en tiempos del Renacimiento, el altar mayor y la cúpula fueron transformados en 1660 y la fachada del Obradoiro en 1750.
También durante el esplendor del barroco se transformaron las plazas monumentales que rodean a la catedral de Santiago de Compostela, dotando a la ciudad de un espacio único y maravilloso contemplado por 2000 años de historia fascinante que hoy es destino irrenunciable para todos los cristianos y amantes del arte en general.