La guerra de los Seis Días: la inflexión en la historia israelí
Desde la desintegración del Imperio otomano en 1922, el Próximo Oriente se ha visto envuelto en numerosos episodios bélicos, y la Guerra de los Seis Días fue uno de ellos. Uno de los factores que propiciaron esa inestabilidad en la región fue la decisión de la ONU de conformar en el territorio el nuevo Estado de Israel en 1948.
A partir de ese momento, el nuevo estado, apoyado por Estados Unidos, se vio inmerso en diferentes episodios bélicos. En estos conflictos, que todavía hoy persisten y cuya solución no parece estar próxima, ambas partes luchaban por el derecho a tener un país.
Vamos a hablar de uno de esos acontecimientos bélicos, la Guerra de los Seis Días y cómo esta fue un punto de inflexión en la historia israelí. Pero, antes de adentrarnos en el conflicto, haremos una breve contextualización para entender no solo el desenlace de la Guerra de los Seis Días, sino la historia convulsa que ha vivido y vive el Oriente Medio.
La creación del Estado de Israel
Varios fueron los factores que favorecieron la conformación de un nuevo estado en el Próximo Oriente. Vamos a abordar brevemente los más significativos.
El surgimiento del sionismo
El pueblo judío fue expulsado de su territorio en el año 135 d.C. Desde ese entonces se fue distribuyendo a lo largo y ancho del planeta. Esta expulsión, conocida como la diáspora judía, fue fermentando en el imaginario colectivo judío y en el siglo XIX se tradujo en un movimiento nacionalista: el sionismo.
El nacionalismo sionista tuvo un impulso importante en Europa a raíz de la proliferación de un antisemitismo biológico que trascendía las cuestiones de clase y afectaba a todos los judíos por igual. El principal objetivo de los ideales sionistas era conseguir el establecimiento de un estado judío en la tierra de Israel.
Intervención británica en favor de una patria judía
En 1917, los británicos dieron todo su apoyo para la formación de una patria judía en el territorio de Palestina. Así, con el apoyo del ejército británico empezó la colonización judía sobre un territorio cuya población era mayoritariamente árabe.
Cuando la población palestina se percató de las intenciones británicas y de los alcances de la penetración judía, se alzaron en armas. Así surgió la primera Intifada y la más larga, ya que se prolongó desde abril de 1936 hasta mayo de 1939.
El papel de la ONU y los EE.UU.
En el año 1947, Gran Bretaña traspasó el mandato sobre ese territorio a las Naciones Unidas. La ONU, que estaba bajo el control de EEUU, decidió que había que dividir Palestina. Los judíos, con un 35% de la población, recibirían el 55% del territorio. El otro 45% se entregaría al 65% de población árabe.
Cuando el pueblo palestino se enteró de la resolución de la ONU se produjo un alzamiento popular que fue aplastado en seis meses. Esa decisión también generó malestar en los países vecinos. Entre tanto, las fuerzas británicas, que no habían abandonado sus puestos, mantuvieron cercada la zona para que ningún ejército vecino interviniese.
En el momento que los británicos abandonaron Palestina se declaró el Estado de Israel. Fue el día 14 de mayo de 1948, día que marcó el inicio de uno de los conflictos irresueltos más relevantes del siglo XX.
Israel, con el apoyo económico y militar de EE.UU., construyó una identidad nacional que legitimaba su derecho de posesión territorial en la historia, la genética y la religión. Los palestinos, a su vez, habían forjado una identidad ligada a este territorio a lo largo de la historia. Ambos sentimientos nacionalistas fueron el combustible de este conflicto.
Consecuencias de la creación del Estado de Israel
La partición del territorio de Palestina fue favorable al nuevo estado que se iba a conformar. Esto, sumado a la política emprendida por el Estado de Israel de expulsión de población árabe y de expropiación de tierras y propiedades, fue generando mucho malestar en los países vecinos.
La expropiación de tierras queda reflejada en el crecimiento de las propiedades en manos de los judíos, que pasaron del 7% de las tierras a principios de 1947 al 92% a finales de 1950.
La creación de Israel produjo una convulsión en el mundo árabe, que se tradujo en el ascenso de un nuevo nacionalismo más vehemente en Egipto, Siria e Irak. Este hecho fue considerado como una amenaza para el nuevo estado que conspiró junto con Francia e Inglaterra para lanzar un ataque tripartito contra Egipto en el año 1956, la guerra de Suez.
La guerra de los Seis Días (5-10 de junio de 1967)
El conflicto armado de Suez finalizó con un acuerdo entre Israel y Egipto. Israel retiraría sus ejércitos de la península del Sinaí a cambio de que Egitpo dejase de enviar armamento a las guerrillas que luchaban contra el Estado de Israel. Para mediar el conflicto, la ONU desplegó un ejército en dicha península.
La presión de la opinión pública, impulsada por el ferviente nacionalismo árabe, condicionó a los países árabes a continuar la lucha. Fue por ello que Egipto continuó armando a las guerrillas e impulsó una unión militar con Siria, en el año 1966, apoyada por la Unión Soviética.
El 17 de mayo de 1967, Egipto solicitó formalmente la retirada de las tropas de la ONU del Sinaí y empezó a remilitarizar la península. El 23 de mayo de ese mismo año Egipto bloqueó los estrechos de Tirán a la navegación Israelí. El 30 de mayo se unió Jordania a la coalición árabe y el 4 de junio lo haría Irak.
Ante esta provocación de la coalición árabe, según apuntan algunos historiadores, Israel no tenía otra opción que emprender un ataque para defender su territorio. Otras fuentes sostienen que, a pesar del enorme despliegue militar egipcio en el Sinaí, este no tenía ninguna intención de atacar Israel.
La Guerra de los Seis Días empezó el día 5 de junio de 1967. Israel lanzó un ataque relámpago contra las fuerzas aéreas egipcias, dejándolas prácticamente inoperativas. Inmediatamente después, las tropas terrestres israelíes avanzaron por la península del Sinaí.
En el frente central y norte, ante los ataques de artillería lanzados desde Jordania y Siria, la fuerza aérea israelí derrotó a la de Jordania y Siria. En la guerra de los Seis Días, claramente, la superioridad militar israelí fue abrumadora.
Consecuencias de la guerra de los Seis Días
Con esta guerra se cambió la geografía del Próximo Oriente. Israel, después de la contienda, vio aumentado considerablemente su territorio. Incorporó los Altos del Golán, Cisjordania, Jerusalén este, la Franja de Gaza y la península del Sinaí. De este modo, el estado Israelí afianzaba su posición en el territorio.
Por otro lado, este triunfo militar desencadenó un creciente malestar en la región, profundizándose el conflicto árabe-israelí. Los territorios ocupados fueron cedidos por Israel a cambio de una paz duradera. La negativa de los países vecinos convirtió a Israel en una potencia ocupante en territorios con población árabe hostil a la ocupación judía.
La hostilidad del pueblo árabe de los territorios ocupados fue en aumento. Junto a esto, el creciente nacionalismo palestino se convirtió en un problema interno para Israel. Los alzamientos populares contra la ocupación, la denominada Intifada, es uno de los mayores problemas que tuvo que enfrentar el Estado de Israel y que todavía hoy no ha resuelto.
- Ardenson, P. (2001). "Precipitarse hacia Belén". New left review (10), pp. 5-29.
- Guerra de los Seis Días (s.f.). En: Wikipedia. Recuperado el 13 de mayo de 2019 de: https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_los_Seis_D%C3%ADas.