El precioso palacio de Gyeongbokgung en Corea del Sur
Si se viaja hasta Seúl, sin duda alguna una de las visitas obligadas es adentrarse en el palacio de Gyeongbokgung. Un gran conjunto monumental que ocupa unas 50 hectáreas con sus jardines y sus construcciones y que es el más importante de los recintos palaciegos de la capital de Corea del Sur.
El palacio real de Gyeongbokgung
Este palacio fue la residencia de la dinastía real Joseon desde que surgió en el siglo XIV hasta su desaparición a principios del siglo XX. Concretamente, desde el año 1392 hasta 1910. A lo largo de todos esos años, más de 600, Gyeongbokgung fue la residencia real y fue creciendo paulatinamente con nuevos edificios para usos tanto protocolarios como para vivienda de los monarcas y su familia.
Gyeongbokgung no significa otra cosa que “palacio bendecido por el Cielo”. Sin embargo, la verdadera historia de la construcción parece llevarle la contraria a esa bendición, ya que se trata de un recinto que ha sufrido devastadores incendios y también la ocupación del ejército japonés durante el periodo en que conquistó Corea.
De hecho, lo que hoy se ve es gran parte fruto de una larga restauración llevada a cabo por el gobierno coreano desde finales del siglo XX, ya que el palacio de Gyeongbokgung es una de las grandísimas joyas del patrimonio del país y desde luego merece ser conocido.
Las diferentes salas del palacio de Gyeongbokgung
Entre todas las estancias del conjunto monumental hay una que destaca especialmente, se trata del Geunjeongjeon, el gran salón ceremonial donde el rey coreano recibía a sus invitados de forma solemne.
Curiosamente, en la salida de este gran salón se encuentran tres senderos que conducen a otras estancias. Fácilmente se puede comprobar que la senda central está más elevada que las laterales, de hecho, ese camino solo lo podía usar el rey.
Otros edificios interesantes tienen un carácter menos oficial y más residencial. Estos son, por ejemplo, el Jagyongejeon o el Gyotaejeon, viviendas de la reina madre y de la esposa del rey, respectivamente. No obstante, tal vez una de las edificaciones más fotogénicas sea el Hyangwonjeong, levantado precisamente para alojar a los mandatarios extranjeros que solicitaban audiencia con el rey, quien los impresionaba con este pabellón ubicado dentro de un gran estanque.
La principal puerta del palacio de Gyeongbokgung
La entrada al palacio permite visitar todos los pabellones ya citados, pero el comienzo de esa visita es realmente espectacular, ya que la principal entrada a la residencia real se encuentra al sur del complejo, y es la monumental Gwanghwamanun. Además ante esta imponente puerta se celebra todos los días el protocolario cambio de guardia al que acuden los turistas tres veces al día.
Los militares practican una verdadera coreografía ataviados con unos trajes de un colorido realmente llamativo, y todo al ritmo de la música de tambores y otros instrumentos castrenses.
La visita al palacio de Gyeongbokgung
El salón ceremonial, los edificios residenciales o la gran puerta de Gwanghwamanun son los elementos más destacados durante el recorrido interior por el palacio de Gyeongbokgung, pero en realidad este itinerario ofrece atractivos de una forma continua.
Por ejemplo, dentro hay varios museos de interés, como el Museo Folklórico Nacional de Corea, que descubre aspectos sorprendentes y desconocidos para los occidentales de las costumbres históricas de este pueblo asiático.
Pero no es el único museo del conjunto. También se puede visitar el propio Museo del Palacio Nacional. La gran ventaja es que el acceso a sus exposiciones está incluido con la entrada general, así como las visitas guiadas a distintas horas y en diferentes idiomas.
Pero además de eso merece la pena pasear tranquilamente, fijándonos en los mil y un detalles de las esculturas dispersas por los caminos o las filigranas talladas en la madera de los edificios.
“Solo recibiendo de la arquitectura emociones, el hombre puede volver a considerarla como un arte.”
-Mathias Goeritz-
En fin, un lugar donde uno no para de hacer fotos buscando encuadres de lo más atractivo, tanto al detalle más ínfimo como a las vistas de conjunto donde la arquitectura se funde con los jardines o con la figura protectora del cercano monte Bukhansan.