Desde Ámsterdam conoce el pueblo de Zaanse Schans
A escasa distancia de la gran ciudad holandesa de Ámsterdam se encuentra un lugar que parece trasladarnos a otra época. Se trata de Zaanse Schans, donde se descubre cómo se vivía antaño en los Países Bajos, en una época preindustrial donde gran parte de la vida se basaba en la energía que producían los célebres molinos de viento holandeses.
Cómo llegar a Zaanse Schans
Si se pasan unas vacaciones en Ámsterdam, acercarse hasta esta población histórica es de lo más sencillo. Basta con ir a la Estación Central de Ámsterdam y tomar un tren hacia Koog-Zaandijk. El trayecto dura apenas un cuarto de hora, y después un paseo de otros 10 minutos habremos llegado a nuestro destino: Zaanse Schans y su encantador conjunto de molinos.
Un lugar sacado de cuento
La visita a la zona histórica de Zaanse Schans es gratuita. Pero sobre todo, es un paseo de lo más fotogénico, con las edificaciones a orillas del río que nos proponen un viaje en el tiempo. Casi sin querer aterrizarás en los siglos XVII o XVIII. Y todo ello junto a la metrópoli, y aunque aquí nos parece que está lejísimos, solo hay una media hora de distancia con el bullicio de Ámsterdam.
No obstante, os avisamos que pasear por el conjunto monumental es gratis, pero entrar a sus diferentes edificios requiere del pago de un ticket. Si bien es el mejor modo de comprender cómo funcionaban y que se hacía en toda esa colección de molinos y casas tradicionales.
La variedad de molinos de Zaanse Schans
A lo largo de los siglos XVI y XVII se construyeron en el área de Zaanse Schans más de 600 molinos. Esto da idea de la enorme importancia que tuvo esta zona, que se convirtió en una región industrial muy poderosa.
Tal vez tengas la idea de que en un molino solo se muele el grano de los cereales para hacer harina. Pues te equivocas. Los molinos se han usado para otras muchas cosas, y en esta población holandesa lo podréis descubrir con todo lujo de detalles.
Aquí nos vamos a encontrar De Huisman, en el cual se molían especias, sobre todo mostaza. Pero en De Kat se molían otras sustancias minerales hasta convertirla en polvos destinados a ser pigmentos de color. Mientras que otros de los molinos servían para hacer aceite.
Y también, gracias a la fuerza y a su mecanismo accionado por la energía hidráulica, se usaban para disponer de grandes aserraderos.
Una atracción muy turística
En definitiva, tal vez no habías oído hablar de Zaanse Schans, pero si lo visitas no los olvidarás por su encanto y por el sinfín de cosas que aprenderás sobre las formas de vida del pasado en Holanda.
Es un sitio magnífico para una visita. Por eso no extraño que cada año lleguen hasta aproximadamente un millón de turistas, los cuales disfrutan de un conjunto integrado en el European Route of Industrial Heritage, o Ruta del Patrimonio Industrial Europeo.
“Los viajes en los jóvenes son parte de la educación; en los mayores es parte de la experiencia.”
-Francis Bacon-
Más que un museo al aire libre
En realidad podemos considerar el núcleo de Zaanse Schans como un museo al aire libre. Si bien también se puede visitar el Museo de Zaans, una instalación más moderna que se ha creado para concentrar en un único punto toda la información sobre los usos y costumbres que se ven reflejadas en los molinos y casas tradicionales de la población.
Por cierto, algunas de esas casas hoy en día tienen su interior transformado en acogedoras tiendas de artesanías y de productos típicos. Merece la pena entrar a ellas, por lo menos, para curiosear.
Y si hablamos de Holanda y productos típicos hay que comprar algunos de sus quesos, así como sus tradicionales zuecos de madera, muy útiles en la vida rural de los Países Bajos, pero que los visitantes solo compramos como simpático recuerdo de un viaje a Holanda.
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