Visitamos el campo de concentración de Terezín
Situado a 60 kilómetros de Praga, el campo de concentración de Terezín es uno de esos lugares que estremece, pero que hay que visitar en un viaje a la República Checa. Los nazis enviaron aquí a más de 140.000 personas, de las que una cuarta parte no saldría nunca.
Un campo de concentración es un recinto donde se encierra a personas sin juicio previo y sin antecedentes o motivos lícitos. Durante su encierro se les obliga a realizar trabajos forzados en condiciones deplorables.
Su existencia se remonta a la Edad Media, aunque su máxima representación se dio en el siglo XX en muchas partes del mundo debido a los conflictos bélicos. En Europa, el nazismo creó campos de concentración por todos sus territorios.
El campo de concentración de Terezín: una oportunidad para recordar
Muchos de los campos de concentración nazis fueron destruidos tras la guerra, aunque hay algunos que quedan en pie. La mayor parte de ellos se encontraban en Alemania y en Polonia, por ser las regiones de operaciones de los nazis. Millones de personas murieron en ellos.
Durante la expansión alemana, los territorios de la hoy República Checa estuvieron bajo el control de los nazis. Y también en ellos se levantaron campos de concentración. Uno de los más conocidos es el campo de concentración de Terezín, llamado Theresienstadt.
Situado al norte de Praga, su visita nos lleva de vuelta a una de las épocas más sombrías de la historia. Una visita que, además, da una gran lección sobre ciertos hechos que no se deberían repetir jamás.
La visita a Theresienstadt
La visita a Theresienstadt dura aproximadamente 4 horas. Aquí llegaron miles de judíos procedentes de múltiples partes de Europa. En su mayoría eran checos y alemanes, que luego se trasladaron a Auschwitz. Porque este no fue un campo de exterminio, sino de transición.
En el campo de concentración de Terezín verás los barrancones, los patios y las celdas de los presos. Incluso podrás caminar por un túnel subterráneo de casi un kilómetro por donde se desplazaba a los prisioneros hacia un triste final.
El campo se ha convertido en un museo en memoria de la víctimas del Holocausto. Pero lo que verás allí te resultará realmente impactante y hará que se te pongan los pelos de punta.
En lo que se refiere al precio, cuesta aproximadamente 8 euros los adultos y 5 en el caso de jóvenes estudiantes y menores de 18 años. El horario de visita es de 8 a 16:30 horas de noviembre a marzo y de 8 a 18 h de abril a octubre.
¿Por qué visitar el campo de concentración de Terezín?
Para los amantes de la historia, recorrer un campo de concentración puede ser una visita interesante, pero a la vez angustiosa. No obstante, es una visita que se debería de hacer una vez en la vida para recordar y aprender del pasado. Y sobre todo, para reflexionar sobre lo ocurrido.
En el caso del campo de concentración de Terezín, aunque no fuese un campo de exterminio en sí, se practicaba la tortura. Y, además, muchos de los que fueron encerrados en él murieron a causa de las enfermedades y las terribles condiciones.
Lo curioso es que el régimen nazi “maquilló” lo que en él pasaba mostrar al mundo que las condiciones de los campos de concentración no eran malas. Incluso se rodó una pequeña película propagandística.
La razón es que en 1944 una delegación de la Cruz Roja visitó Theresienstadt. Antes, los nazis habían aclimatado y mejorado las instalaciones. Incluso se obligó a los presos simular que vivían felices allí. Evidentemente, en cuanto la delegación se marchó, todo volvió a ser como antes.
“Dicen que la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan.”
-Camille Sée-
Seguramente se forme un nudo en la garganta tras tu visita al campo de concentración de Terezín. Sin embargo, es parte de una historia, eso sí, que jamás debería repetirse. Uno de los escenarios más terribles de la Segunda Guerra Mundial. Recuerda en tu visita que estás en un lugar donde sufrieron miles de personas, sé respetuoso y, sobre todo, reflexiona.