Calatañazor, donde Almanzor perdió su tambor
Viajamos a la provincia española de Soria para hacer otro viaje en el tiempo. Nos vamos al año 1002, en plena Reconquista. Estamos en Calatañazor, asomados a sus muros. A nuestros pies, el valle de la Sangre, desde donde vemos acercarse, implacables, a las terroríficas hordas musulmanas dispuestas a atacar y a saquear este pequeño enclave.
Pero la ciudad está preparada. Calatañazor, la ciudadela medieval que se conserva prácticamente intacta, no solo hizo frente al ejército árabe. Además, fue testigo de la caída del hombre más temido de la época, el “azote de los reinos cristianos”. Su nombre era Almanzor.
Hoy visitamos esta pequeña localidad que parece haberse quedado anclada en el siglo X. Fue entonces cuando adquirió una fama que no la abandonaría nunca más. Pasear por sus pequeñas calles, asomarse a sus murallas y visitar sus casas medievales es un auténtico privilegio.
A pesar de ello, todas estas tierras abrazan aún historias épicas ya olvidadas. Historias de amores y de guerras, de un tiempo en el que la vida y la muerte se confundían a cada paso. Si te gusta encontrar las huellas de tu pasado, saber un poco mejor quién eres y de dónde vienes, este es tu viaje.
Orígenes de Calatañazor
Calatañazor está situada sobre un cerro. Desde él resulta bastante fácil adivinar por qué este tipo de enclaves sabían, con días de antelación, que iban a ser atacados. Desde allí las vistas del valle del Duero son impresionantes.
Los arévacos parecen haber sido sus primeros habitantes. La tribu celtíbera que habitaba estas tierras vestía siempre en color negro y adoraba al dios Lug. Una tribu que no consintió verse vencida por los romanos en Numancia, a muy pocos kilómetros de Calatañazor.
La época de la Reconquista
Con la llegada de los árabes a la península ibérica, y en plena cruzada de la Reconquista, Calatañazor se convertiría en un enclave estratégico para ambos bandos. En el año 977, un caudillo al servicio del califa de Córdoba comenzó una serie de atroces campañas militares contra los reinos cristianos.
Fueron 56 los brutales ataques encabezados por una de las figuras más temidas del momento. Las crónicas de los ataques de Almanzor y sus tropas son dignas de una película de terror. Bombardeaba las ciudades con las cabezas de los cristianos que hacía prisioneros, cabezas que lanzaba desde gigantescos almajaneques.
Arrasó y quemó una ciudad tras otra en un desfile que no parecía tener fin. Cayeron Barcelona, Zamora, León, Salamanca, Santiago de Compostela… Esto le supuso pasar a la historia como una bestia desde las versiones cristianas y como un héroe para los cronistas árabes.
La llegada de Almanzor
Almanzor no tenía interés alguno en colonizar las ciudades cristianas que atacaba. Su estrategia era la devastación total de todos y cada uno de los enclaves que tocaba. En el año 1002 Almanzor se preparaba para arrasar Calatañazor.
Había destruido ya más de cincuenta reinos cristianos. Y se contabiliza que pudo hacer hasta 99 000 prisioneros solo entre las mujeres y los niños. En este punto de la historia, a Almanzor se le consideraba invencible. Y es a partir de este momento cuando las crónicas se confunden con la leyenda.
Parece que las tropas de los reinos cristianos aunaron sus fuerzas para detener a Almanzor a los pies de Calatañazor. Se cuenta que la batalla fue tan cruenta que el lugar se conoce desde entonces como el valle de la Sangre.
Almanzor resultó herido en la batalla y se retiró junto a todos sus hombres. Dicen que fueron la herida recibida y su pesar por la derrota los que terminaron matándolo pocos meses después.
¿Realidad o leyenda?
Los historiadores no se ponen de acuerdo en qué es lo que sucedió a los pies de los muros de Calatañazor. Pero lo cierto es que aquella fue la única derrota y última batalla que libraría Almanzor. El caudillo murió poco después a causa de unas heridas y de que su leyenda de terror se acabara para siempre.
La leyenda cuenta que durante los siguientes meses se escuchaba a una especie de alma en pena vagar por las calles de Córdoba, exclamando “En Calatañazor es donde Almanzor perdió su tambor”.
Los cronistas cuentan que era un diablo que el caudillo musulmán llevaba pegado durante sus sádicos ataques el que lamentaba la pérdida de su tambor (la alegría) de Almanzor.
Calatañazor se nos presenta hoy tal cual era entonces. Mito o realidad, visitar este magnífico enclave en tierras sorianas es obligatorio para cualquier amante de la historia. Sus casas medievales, sus callejuelas y rincones son los guardianes de una de las muchas historias que han forjado la identidad de un pueblo.