Burano, una isla llena de color en la laguna de Venecia
Nadie puede negar que Venecia es un lugar mágico, romántico y especial para ir de luna de miel o con una recién estrenada pareja. Una vez que hemos recorrido esta preciosa ciudad en sus góndolas podemos seguir disfrutando de sus alrededores. Una excelente opción es ir hasta el precioso pueblo de Burano, situado a tan solo 7 kilómetros de distancia de Venecia.
En vaporetto a Burano
Partiendo de Venecia llegamos a la isla de Burano, en tan solo 20 minutos de viaje en vaporetto. Apenas llegamos nos asombramos con sus casas pintadas de todos colores, que le dan un aspecto encantador.
Ya en el recorrido por el pueblo, veremos la única iglesia, dedicada a San Martino con su famoso e inclinado campanario (restaurado recientemente). Una inclinación que se debe a que los cimientos sobre palafitos han cedido, como sucede también en Venecia.
Burano es conocida por producir encaje de hilo a mano (incluso tiene un museo dedicado a esta lalabor) y por ser el lugar de nacimiento del compositor Baldassare Galuppi. En honor a esta personalidad destacada la vía principal de la isla y la única plaza llevan su nombre.
Burano se ubica en la Laguna Véneta septentrional, al noreste de Murano (comunicadas entre sí por un canal). La ciudad de las casas coloreadas fue bautizada como la conocemos, supuestamente, por uno de los barrios de la ciudad romana de Altin, llamada Boreana.
Al igual que sucede con las demás islas fue habitada desde hace miles de años por los átila y los longobardos. Los primeros asentamientos se colocaron sobre muros de caña (palafitos) y durante un tiempo recibió personas que escapaban de la malaria. Burano fue autónomo hasta 1923, cuando fue incorporada a Venecia (junto a Pellestrina y Murano).
“Una vez que viajas, el viaje nunca termina. La mente nunca puede desprenderse del viaje.”
– Pat Conroy –
Después de Burano, Murano
Parece una broma pero ya que el paseo por Burano no lleva más de dos o tres horas, te recomendamos que continúes el itinerario por la segunda isla más grande de la laguna veneciana, después de Venecia. Esa isla es Murano, casi tan colorida y hermosa como su hermana pequeña.
El cristal es el principal negocio de la isla y durante el recorrido podrás conocer las múltiples fábricas donde soplan el vidrio y, por supuesto, comprar algún recuerdo.
Para aprender más de la historia de esta industria te recomendamos el Museo del Vidrio, que expone cerca de cuatro mil piezas hechas con este material: cuentas de caleidoscopios, espejos, frascos fenicios y cálices, entre otros. Sin duda, la joya del museo es una lámpara de araña que pesa 330 kilos.
Murano alberga además una de las iglesias más antiguas de la región: la basílica de Santa María y San Donato.
Tercera visita del día: Torcello
Puedes tomarte toda una jornada para conocer Burano, Murano y Torcello. Esta última fue la isla más poblada de la República Veneciana cuando la población que vivía en tierra firme se refugió allí para escapar de las invasiones lombardas y hunas. Y fue la que más habitantes tuvo durante mil años , hasta que una epidemia de malaria acabó con gran parte de los residentes (y le “cedió” el honor a Venecia).
El paisaje rural de Torcello te hará viajar en el tiempo. Uno de los lugares imprescindibles en la visita es el Trono de Atila, ubicado en la plaza del pueblo. Según la leyenda este sillón de mármol fue usado como trono por el rey de los Hunos.
El edificio más antiguo de la isla es la basílica Santa María dell’Assunta, fundada en el año 639 y en la cual podemos contemplar mosaicos bizantinos fabricados en los siglos XII y XIII, así como un pórtico con arcos que data del siglo IX.
Sube al campanario para obtener maravillosas vistas de la isla y de la laguna, no te pierdas el museo de la basílica ni la iglesia de Santa Fosca, con su pórtico pentagonal.