Ávila, una maravillosa ciudad amurallada
En el centro de España, y más precisamente en la comunidad de Castilla y León, se encuentra esta hermosa ciudad entre valles, sierras y el río Adaja. Ávila está a más de 1100 metros de altura, protegida por los recios muros de su antigua muralla. Vamos a dar un paseo por este bonito lugar, ¿nos acompañas?
Ávila: del rey, de los leales y de los caballeros
Los orígenes de Ávila son bien antiguos. Si bien no hay vestigios de asentamientos romanos en la zona, sí se han hallado indicios de la época visigoda. Fue dominada por los musulmanes en el siglo VIII y recuperada por los cristianos en el siglo XI. Cinco siglos después comenzó su auge que duró poco, hasta que en el siglo XIX salió de la crisis en la que estaba sumida gracias a la llegada del ferrocarril.
Tres monarcas otorgaron títulos a esta bonita ciudad. El primero fue Alfonso VII, que la nombró “Ávila del Rey”. Más tarde su sucesor Alfonso VIII le dio el sobrenombre de “Ávila de los Leales” y, por último, Alfonso IX la bautizó como “Ávila de los caballeros”.
Todo esto se puede ver en la bandera local. Y, como si no fueran suficientes tantos motes, Ávila es considera como “de cantos y de santos”.
Ávila medieval y patrimonio
Sin duda, la característica más destacada de la ciudad es su muralla medieval completa, construida en estilo románico.
Tiene una extensión de 2500 metros, cuenta con 87 torreones y 9 puertas. Se considera el mejor recinto amurallado aún en pie del mundo. De su totalidad se pueden recorrer 1700 metros con 3 accesos. Se levantó durante el siglo XII y la ciudad se fue “acomodando” en su interior y en los alrededores.
El casco histórico medieval se ha mantenido en perfecto estado y desde 1985 es Patrimonio de la Humanidad.
Las mil caras de Ávila
Te asombrarás al saber que Ávila tiene diferentes facetas esperando por ti. Tanto si prefieres viajes históricos, religiosos, gastronómicos o culturales, hallarás actividades que te encantarán.
Siguiendo las huellas de Santa Teresa
Santa Teresa de Jesús es una figura de gran trascendencia en España, y Ávila fue la ciudad que la vio nacer, crecer y regresar tras sus fundaciones. La iglesia y convento de Santa Teresa fueron levantados sobre la casa de la familia de la santa y cuenta con una cripta-museo.
La iglesia de San Juan Bautista es donde se la bautiza y el palacio de Núñez Vela es la vivienda de su padrino. En el mirador de los Cuatro Postes puedes ver el lugar por donde intentó escapar y en el puente sobre el Adaja se hallaba una ermita donde Santa Teresa oró al morir su madre.
“Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero.”
-Santa Teresa de Jesús-
El recorrido se completa con el convento de Nuestra Señora de Gracia, el monasterio de la Encarnación, la casa de Doña Guiomar, la iglesia de Santo Tomé el Viejo, el monasterio de San José, la basílica de San Vicente y la capilla de Santa Teresa.
Tras los pasos de Isabel la Católica
Ávila y su provincia parecen tener mucha relación con mujeres importantes de la historia española. Isabel nació en el pueblo abulense de Madrigal de las Altas Torres y pasó temporadas en ciudad, retirada en el monasterio de de Santa Ana.
La reina también se alojó en el monasterio de Santo Tomás, elegido como residencia de verano y también sepulcro de príncipe don Juan, heredero de la corona.
La Ávila judía
Hemos dicho que la ciudad fue tomada por los musulmanes, pero no hemos hablado de la influencia judía. Si bien son pocos los testimonios arquitectónicos que quedan en pie, aún se puede ver el barrio de la judería, que unía la plaza del Mercado Grande con el Mercado Chico. Allí se emplazaba una sinagoga, hoy capilla, y otro templo que en la actualidad es una hospedería.
Por la puerta del Adaja se accedía al campo donde los judíos se dedicaban a la actividad textil del cuero. Las tenerías de San Segundo es uno de los puntos destacados.
Son muchas las facetas de Ávila que vale la pena conocer. No te pierdas los recorridos palaciegos, con sus maravillosas casas y palacios de los siglos XV y XVI, y gastronómicos, para disfrutar de las judías del Barco, las yemas de Santa Teresa o el chuletón de ternera.