Vejer de la Frontera, belleza sobre la Costa de la Luz

Vejer de la Frontera, belleza sobre la Costa de la Luz
Armando Cerra

Escrito y verificado por el historiador del arte Armando Cerra.

Última actualización: 19 diciembre, 2016

El pueblo blanco de Vejer de la Frontera es una de las más gratas sorpresas que uno se puede llevar haciendo turismo por la provincia de Cádiz. Un lugar ideal para hacer una escapada o pasar unas vacaciones y disfrutar de unos días de lo más variado, desde hacer turismo cultural hasta darse paseos en bici y, por supuesto, también acercarse a un paraje no muy conocido de la Costa de la Luz.

El casco urbano de Vejer de la Frontera

Bien sea con motivo de una excursión o para una estancia más larga, Vejer de la Frontera es un destino ideal. No en vano estamos hablando de uno de los conjuntos históricos mejor conservados de la costa gaditana, especialmente por la vieja Villa de Vejer, todavía rodeada por unas poderosas murallas asentadas en lo intrincado de este terreno.

Muralla de Vejer de laFrontera
Muralla – J2R

Una muralla que afortunadamente hoy es franqueable gracias a 4 puertas: el Arco de la Segur, el de Sancho IV, el de la Puerta Cerrada y el Arco de la Villa. Y si las puertas llaman la atención en este cerco de muralla, lo mismo ocurre con sus dos grandes torres: la del Mayorazgo y de la Corredera.

Los monumentos de Vejer

Esas murallas son parte del sistema defensivo de Vejer de la Frontera, ya que en lo más alto de la población también está el castillo. Una fortaleza de origen musulmán de allá por el siglo X, pero que posteriormente ocuparon los cristianos, y de hecho aquí estuvo la residencia de los poderosos duques de Medina Sidonia.

Iglesia del Divino Pastor en Vejer de laFrontera
Iglesia del Divino Pastor – Caron Badkin

Entre el castillo y las murallas protegían a la ciudad y sus grandes joyas artísticas, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días y configuran el rico patrimonio histórico de la población. De esta manera, se puede visitar la iglesia parroquial del Divino Pastor, construida sobre lo que fue la antigua mezquita. También el convento de las Monjas Concepcionistas que en la actualidad se ha transformado en el Museo de las Costumbres y Tradiciones de Vejer.

Pero además, dando un paseo por la población también se aprecian rincones de gran encanto como la Plaza de España o el palacio del Marqués de Tamarón. Ambos lugares plasman de forma monumental cómo la ciudad fue creciendo y desbordó sus orígenes amurallados.

La playa de Vejer de la Frontera

Sí. El núcleo de Vejer se encuentra en el interior. Concretamente a 9 kilómetros del océano. En realidad, una corta distancia que invita a salvarla para llegar hasta las orillas del Atlántico. Así llegaremos a la playa de El Palmar, en plena Costa de la Luz, y entre los cabos de Roche y el mítico de Trafalgar.

Playa de El Palmar en Vejer de la Frontera
Playa de El Palmar – Vejer de la Frontera / Flickr.com

Una playa no excesivamente explotada, lo cual le aporta todo su encanto para gozarlo con tranquilidad. O con un poco de adrenalina si se prefiere, ya que allí se pueden practicar deportes como el wind-surfing, el kite o la vela, por no hablar de las hermosas fotos que se puede sacar en estos parajes asalvajados.

“Está bien tener un final para un viaje, pero al final, es el viaje lo que importa.”

– Ernest Hemingway –

Rutas por el entorno de Vejer

Vejer de la Frontera
Vejer de la Frontera – Diputación de Cádiz / Flickr.com

También por tierra se pueden practicar deportes en la naturaleza. Sobre todo en forma de senderismo o bicicleta de montaña, e incluso es posible cabalgar a caballo recorriendo algunas de las atractivas rutas por el entorno. Se trata de la Ruta de los Molinos de Agua, el recorrido por los pinares de Las Quebradas o el itinerario por el Cerro del Abejaruco y sus impresionantes vistas panorámicas sobre tierra y mar.

Sin duda, eso es lo que nos ofrece una escapada a Vejer de la Frontera, una excelente conjunción de atractivos. En este rincón de Cádiz, lo mismo se descubre la historia de la zona que es posible darse un chapuzón en el Atlántico después de montar a caballo por la playa.