Tristán de Acuña: un lugar remoto

Viajar a Tristán de Acuña es una aventura extraordinaria. Son necesarios varios días de navegación por el océano Atlántico para llegar esta isla tan remota como sugerente.
Tristán de Acuña: un lugar remoto
Armando Cerra

Escrito y verificado por el historiador del arte Armando Cerra.

Última actualización: 26 febrero, 2020

¿Sabes dónde se encuentra Tristán de Acuña? Sí es que sí, enhorabuena. No demasiada gente conoce la existencia de este archipiélago ubicado sobre las aguas del Atlántico Sur. Al fin y al cabo, estamos hablando de lugar más remoto del planeta. ¿Qué significa eso? Que el lugar habitado más cercano a Tristán de Acuña se encuentra a miles de kilómetros.

El archipiélago de Tristán de Acuña

Este conjunto de islas está formado por tres deshabitadas y pequeñas, como son la Inaccesible, la Nightgale y la Cough. Y hay una cuarta que es la mayor de todas, con menos de 100 km² que también se llama Tristán de Acuña, donde vive una población que no llega a las 300 personas.

Aparte de ellos, el ser humano más próximo se encuentra en otra isla, en Santa Elena, a más de 2100 kilómetros de distancia. Una distancia de récord Guinness y motivo por el cual se puede decir que Tristán de Acuña es el destino más recóndito del planeta.

Este es un lugar que puede ser muy atractivo por su naturaleza y su aislamiento, pero que no es nada recomendable para todos aquellos que sufran de autofobia.

Cómo llegar a Tristán de Acuña

Cartel en Tristán de Acuña

El único modo de llegar a Tristán de Acuña es por vía marítima. Es decir, no hay un aeropuerto el que aterrizar. Solo unos pocos cruceros llegan a hacer escala en la isla. De manera que lo más habitual es llegar en el barco regular que cada varias semanas comunica el lugar con Ciudad del Cabo en Sudáfrica, para lo cual la navegación se prolonga durante seis días como mínimo.

Además, no es fácil atracar en el lugar, ya que suele haber temporales. Y por si fuera poco, los trámites burocráticos para que dejen desembarcar a los recién llegados son costosos y complicados.

Es decir, que Tristán de Acuña es un destino remoto por muchas razones. De ahí que sea también muy desconocido y solo cada cierto tiempo se tenga constancia del archipiélago, por ejemplo, cuando hace unos años se convirtió en lugar de salvamento para un velero durante una de las regatas oceánicas más famosas del mundo.

Historia de Tristán de Acuña

Edimburgo de los Siete Mares

El nombre de la isla ya nos da una idea sobre su descubrimiento. Se trata de un navegante portugués que llegó aquí en el siglo XVI. Sin embargo, nunca terminó de ser un lugar ocupado, dada su distancia y sus escasos recursos.

Solo a comienzos del siglo XIX fue anexionada al Imperio británico. Y de hecho, todavía hoy la moneda oficial es la libra esterlina y la principal ciudad es Edimburgo de los Siete Mares, recordando a la capital escocesa y que fue visitada por el duque de Edimburgo.

Ser territorio británico supuso que la población fuera evacuada a Inglaterra cuando en 1961 entró en erupción el gran volcán isleño, llamado Queen Mary y que se eleva a más de 2000 metros de altura.

Y aunque una vez en las islas británicas se les dio la oportunidad de quedarse, la mayoría decidió regresar a su tierra natal, ya que eran incapaces de adaptarse a las temperaturas, el modo de vida y las enfermedades.

Un viaje para aventureros

Turistas en Tristán de Acuña

De todo lo dicho hasta ahora ya se puede deducir que la experiencia de conocer Tristán de Acuña solo es apta para los viajeros más intrépidos, aunque merece la pena.

Si se ha de emprender este viaje, os recomendamos las lecturas de alguna que otra obra de Julio Verne o de Emilio Salgari, que obviamente nombran el lugar por ser un rincón lejanísimo. Al igual que hizo el norteamericano Edgard Allan Poe en su libro Las aventuras de Arthur Gordon Pym.

Y una vez allí, hay que prepararse a vivir en modestos alojamientos y disfrutar del único pub de la isla. A cambio, se puede gozar de unos paisajes únicos, considerados Patrimonio de la Humanidad, donde habita una rica fauna entre la que no faltan los pingüinos, los grandes albatros, los lobos marinos o los petreles.