El santuario íbero de la Cueva Lobera en Castellar
Cuando te encuentras entre las paredes de Cueva Lobera te das cuenta que estás en un lugar mágico y misterioso. Sin quererlo, te sumerges en uno de los principales santuarios íberos (S.V-III a.C.) y en el mundo religioso de las gentes que habitaron el Alto Guadalquivir, en Andalucía, hace miles de años ¿Quieres descubrir los secretos de esta cueva?
Un poco de la historia de Cueva Lobera
El santuario íbero de la Cueva de la Lobera fue un espacio de culto al aire libre asociado a una serie de cuevas, abrigos y terrazas situadas en el cerro de los Altos Sotillos, entre los valles del Guadalén y Guadalimar. Está muy próximo a una de principales vías de comunicación de la antigüedad, la Vía de Aníbal o Heraklea.
Su ubicación estaba directamente relacionada con el control de las dos principales vías de acceso al Alto Guadalquivir y, sobre todo, con el santuario de Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Ambos marcaban el territorio político de la ciudad de Cástulo durante el siglo IV a.C.
Durante siglos, Cueva Lobera no solo fue un santuario de control territorial, sino que se configuró como un importante punto de encuentro de distintas comunidades.
En fechas concretas, esas comunidades peregrinarían al santuario, rendirían culto y realizarían diversas peticiones a una deidad (probablemente femenina) mediante la ofrenda de pequeñas figurillas de bronce (6-10 centímetros). Hablamos de los exvotos, también conocidos como muñecos o mingos en la zona.
Los momentos más importantes para el culto coincidirían con los equinoccios de primavera y otoño. Científicos del Instituto Astrofísico de Canarias han constatado que al anochecer (entre el 20/21 de marzo y el 22/23 de septiembre) la luz del sol entraría por una oquedad de la cueva (hecha expresamente para ello), proyectándose en las paredes y representando formas similares a la de los exvotos.
La configuración del santuario de Cueva Lobera
El santuario se construyó aprovechando la orografía natural del cerro de los Altos Sotillos, usando tres cuevas naturales situadas en la cornisa del cerro. A su vez, edificaron varias terrazas artificiales con bloques de piedra que daban acceso a las cuevas, abrieron varios ventanucos y añadieron algunos bancos para depositar las ofrendas.
El santuario quedó compuesto por varias cuevas (la más importante la de Cueva Lobera) y cuatro terrazas comunicadas entre sí mediante rampas y escaleras monumentales. Adentrémonos en este misterioso santuario tal y como lo haría un íbero del siglo IV a.C.
Las terrazas
La cuarta y tercera eran las más amplias de todas. En ellas se ha podido documentar la existencia de dos estructuras cuadrangulares (casa A y casa B) que estarían vinculadas a la vida en el santuario y a su rito.
Segunda terraza se comunicaba con la primera terraza por una rampa y sería un espacio dedicado a las ofrendas. Y esa primera terraza fue tallada artificialmente sobre la pendiente del cerro y daba acceso a la cueva a través de una escalinata. Junto a las cuevas, conformaba el núcleo principal del santuario.
La Cueva de la Lobera
Era el lugar más sagrado de todo el santuario, pues era donde residía la divinidad y donde se realizaban los ritos oferentes. Esta se componía de de dos cuevas secundarias asociadas al culto y dos habitaciones con ventanas y bancos (loggia).
Por sus dimensiones, se cree que era demasiado pequeña para recibir un gran número de fieles y que, probablemente, tendrían prohibido el acceso. En su lugar, los sacerdotes o sacerdotisas dispondrían sus ofrendas.
Los exvotos como pieza clave del ritual
Uno de los rasgos que caracteriza a este santuario es la presencia de cientos de exvotos como principal ofrenda. Estos, a su vez, son fiel testigo del ideario religioso de los íberos y de los ritos que se practicaban en Castellar.
Así, los íberos acudirían al santuario para pedir a la divinidad protección, salud o fertilidad y, a modo de ofrenda, depositarían un exvoto. Dependiendo la petición, así era el exvoto. Es decir, cada rito oferente correspondía a un exvoto diferente. De esta forma, los arqueólogos han constatado la práctica de numerosos ritos debido a la gran diversidad de exvotos hallados:
- Rituales de fecundidad: exvotos antropomorfos con genitales hipertrofiados o exvotos anatómicos de genitales.
- Rituales de paso hacia la madurez: exvotos antropomorfos de jóvenes.
- Rituales de curación y protección: exvotos anatómicos (pies, manos, ojos…).
- Rituales de armas o de guerra: exvotos de guerreros.
Las damas oferentes
De los miles exvotos encontrados en Castellar, los más abundantes son los de las damas oferentes (representan un 50%), que se caracterizan por poseer los siguientes rasgos:
- Están vestidas con una túnica larga que se ajusta en la cadera, con cuello de pico y de manga corta.
- Poseen un rostro en el que se definen las cejas, los ojos, la nariz y los labios.
- La cabeza está tocada por una mitra alta y un velo.
- Tienen una actitud oferente, reforzada por unos exagerados brazos que se abren hacia delante.
- En ocasiones, sus manos portan frutos, pan, aves o vasos.
Cueva Lobera: un santuario asediado por los expolios
El santuario fue redescubierto en 1887 y excavado por primera vez a principios del siglo XX. Para entonces, el yacimiento ya había sido seriamente dañado y expoliado por la gente que acudía a buscar ‘muñecos’ para después venderlos.
A través del tiempo, esta ha sido la tónica que general que ha padecido este importante yacimiento. De hecho, cuando en 2016 se comenzaron a realizar tareas de puesta en valor y limpieza, se encontraron una veintena de agujeros y una cata ilegal de unos cuatro metros de profundidad.
El resultado de este expolio ha sido la pérdida de la primera terraza, el serio deterioro de la cueva, la pérdida de la cultura material de los íberos y la descontextualización, generada por las excavaciones clandestinas que han dificultado el estudio del yacimiento.
- Viaje al tiempo de los íberos. Diputación de Jaén. Recuperado de: https://www.viajealtiempodelosiberos.com/castellar-santuario-iberico-de-la-cueva-de-la-lobera/
- Nicolini, G. (2004) El santuario ibérico de Castellar, Jaén. Investigaciones arqueológicas: 1966-1991, Sevilla: Junta de Andalucía, Dirección General de Bienes Culturales.
- Monero, T. (2003) Religión ibérica santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I a.C.), Madrid: Real Academia de la Historia.