Ruta por los molinos de viento de la Mancha
Los molinos de viento de la Mancha forman parte del encanto de la literatura castellana. Fue Miguel de Cervantes quien los popularizó en su novela El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. En ella, su protagonista trataba de enfrentarse a ellos creyéndolos peligrosos gigantes. Hoy queremos conocerlos un poco mejor, ¿nos acompañas?
Los molinos de viento de la Mancha, viejos colosos
Quedan pocos de aquellos molinos que antaño impresionasen a don Quijote. No obstante, los que siguen en pie se han convertido en objetos de peregrinación. Lo son tanto para los amantes del mundo literario como para los turistas que quieren descubrir rincones llenos de encanto.
Son colosos envueltos por el misterio y las leyendas de esta fabulosa región. Hoy paseamos por las tierras manchegas para descubrir los más bellos molinos de viento de los que aún se puede disfrutar. Y hemos preparado una ruta para no perdernos nada.
Día 1: Tembleque y El Romeral
Del pueblo de Tembleque se dice que es la puerta de la Mancha. Hace siglos contaba con seis molinos. Algunos de ellos quedaron en desuso y acabaron siendo destruidos. Sin embargo, todavía tenemos la suerte de poder contemplar algunos de aquellos monstruos imaginados por Alonso Quijano.
Para más alegría, dos de ellos han sido restaurados hace poco tiempo. Permitiéndonos saber así cómo era su aspecto verdadero en la antigüedad.
Por su parte, El Romeral cuenta con cuatro molinos en bastantes buenas condiciones. Uno de sus cerros de mayor altura alberga este precioso conjunto que parece sacado de una típica postal manchega. Aquí anualmente tiene lugar la Fiesta de los Molinos. Es un intento de otorgarles el prestigio histórico y cultural que se merecen.
Día 2: Consuegra y Herencia
Consuegra cuenta con doce antiguos molinos de harina. Todos ellos en casi perfectas condiciones. En un principio se construyeron 13, pero uno de ellos no ha conseguido llegar hasta nuestros días.
Estos molinos dan forma a una de las estampas más bonitas de la Mancha. Y, para darle aún más encanto, a su vera reconoceremos la magnífica silueta del renombrado castillo de la Muela.
Por su parte, Herencia contaba con once molinos en el recuento realizado en el siglo XVIII. Tristemente, solo siete de ellos continúan hoy en día en pie. Teresa Panza, La Dueña Dolorida, La Duquesa y Maritornes son los nombres de los que han sido restaurados más recientemente.
Día 3: Alcázar de San Juan y Campo de Criptana
Nuestra ruta por los molinos de viento de la Mancha nos lleva ahora a Alcázar de San Juan. Allí, en el cerro de San Antón, encontramos cuatro molinos en condiciones admirables. Lamentablemente, se perdió la mayor parte de los que una vez lo ocuparon. Y es que contaba con un total de 19 molinos.
Los molinos que perviven nos cuentan una nueva parte de la leyenda de Don Quijote. Hoy, algunos de ellos están siendo aprovechados por su ayuntamiento como centros de interpretación. Destacan entre ellos Rocinante y Fierabrás.
Toca ahora viajar hasta Campo de Criptana. De todas las paradas en la ruta de los molinos de viento de la Mancha, es esta una de las más importantes. Esto es así puesto que Campo de Criptana es mencionado en el texto original escrito por Cervantes. Se dice que fueron estos los molinos que inspiraron al genial autor. Hablamos de aquellos que su personaje principal confundía con amenazadores colosos.
“Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.”
-Fragmento de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes–
Día 4: Mota del Cuervo y El Toboso
La última parada en nuestra aventura caminando entre los molinos de la Mancha es Mota del Cuervo. Desde 1967 esta villa ostenta el título de Balcón de la Mancha. El origen del galardón son las maravillosas vistas que se obtienen desde su punto más alto. Es decir, desde aquel en que se encuentran sus molinos.
Por último, no podemos abandonar esta comunidad autónoma sin hacer una parada en El Toboso. Este pueblo no es el lugar de visita por sus molinos. Sin embargo, es claro como punto de referencia quijotesco. Y es que la eterna amada del caballero de la triste armadura se hacía llamar Dulcinea del Toboso.
Allí encontraremos un Museo Cervantino, así como la Casa-museo de Dulcinea. En ambos obtendremos una mayor información sobre los molinos manchegos. Lo mismo que del popularlísimo literato que bautizó aquí a esta mujer.