Royal Pavilion de Brighton: un gran esplendor
El Royal Pavilion fue en sus inicios un palacio impresionante, dedicado a los placeres más banales de la realeza inglesa. Su historia está signada por los caprichos y las banalidades de cada monarca que lo ha habitado.
Hoy por hoy, este es un auténtico icono de lujo y boato. Se ha convertido en un sitio turístico que puede ser visitado por locales y extranjeros, interesados en conocer un trozo de la historia de Inglaterra.
El contexto inicial
Brighton era una pequeña población pesquera que apenas aparecía en los mapas de Inglaterra. Fue solo hasta las visitas frecuentes del príncipe de Gales, Jorge IV, que empezó a adquirir especial relevancia.
Al monarca lo aquejaba un dolor permanente de articulaciones, debido a que padecía la gota, y esto limitaba sus desplazamientos. Por recomendación de sus médicos, debía bañarse en agua de mar para contrarrestar esta dolencia.
El príncipe regente visitó por primera vez esta población en 1783; de ahí en adelante, sus visitas fueron más habituales. Se alojaba en Grove House, una residencia que alquilaba su tío, el duque de Cumberland.
Con el tiempo, Jorge IV se enamoró del lugar y decidió alquilar una granja ubicada en el área de Old Steine. Era un espacio alejado de la Corte Real de Londres que disfrutaba en compañía de su exesposa, María Ana Fitzherbert, con quien había contraído un matrimonio ilegal.
Esta situación, junto con la debilidad del príncipe por el licor, el juego y las mujeres, hicieron aún más popular a la población de Brighton. Su decadente y cuestionable estilo de vida y sus gustos extravagantes lo llevaron a un cuantioso endeudamiento.
La construcción del Royal Pavilion
Para 1786, el monarca buscaba una residencia permanente en la población de Brighton, para lo cual debió suplicar y prometer ante la Cámara de los Comunes que pagaría las deudas contraídas.
Superado el escollo, contrató al arquitecto Henry Holland para convertir la granja en una villa, en cercanías de «La Marina»; esta sería conocida con el nombre de Marine Pavilion. Este ‘Pabellón Marino’ se construyó con forma de E con fachada en azulejos, columnas jónicas, estilo francés y decoración china.
En lo sucesivo, contrataría a diversos arquitectos para realizar construcciones adicionales o modificaciones a las ya hechas. Sin embargo, fue solo hasta 1807 que el príncipe pudo comprar la propiedad, a través de un fideicomiso por 17 000 libras.
Jorge IV siempre buscó su confort, por lo que también ordenó construir una gran cocina equipada con lo más moderno de la época. Igualmente, edificó una caballeriza con domo de cristal y capaz de albergar hasta 62 caballos cómodamente.
El crecimiento de Brighton y las mejoras del palacio
La afluencia de albañiles, artesanos y comerciantes, además de la presencia de la Corte Real en la ciudad de Brighton, hizo que la ciudad creciera de manera inusitada. Pasó de tan solo 3600 habitantes en el año 1786 a 40 634 habitantes en 1831.
Posteriormente, Jorge IV contrató al arquitecto John Nash entre 1815 y 1823 para implementar mejoras y construir torres, minaretes y cúpulas de estilo oriental. De manera paralela, contrató a los decoradores Robert Jones y Frederick Crace para el mobiliario y decoración interior.
El monarca creo así un sofisticado palacio del que disfrutó plenamente a partir de 1820, cuando fue coronado como rey de Inglaterra. El Royal Pavillion contaba con lo más adelantado de su época en términos de calefacción, luz de gas y baños con inodoros y agua corriente, lujo de muy pocos para ese momento.
El lugar era sitio de reunión de lo más selecto de la sociedad, en medio de banquetes y conciertos de música clásica con un estilo glamoroso y extravagante. Durante la última etapa de su vida, Jorge IV se volvió más solitario y permanecía recluido la mayor parte del tiempo.
Sucesores reales y la venta de un ícono
El sucesor, Guillermo IV, añadió al Royal Pavilion una serie de edificios que, con el tiempo, fueron derrumbados. Tras la muerte de Guillermo IV, la reina Victoria ocupó el trono en 1937; en este mismo año visitó el fastuoso palacio.
Sin embargo, la extravagancia del lugar chocó con su inclinación por la austeridad. Además, el Royal Pavilion le resultó limitante en términos de espacio para lo numeroso de su familia, por lo que decidió ponerlo en venta.
Al final, el Brighton Vestry y los Brighton Commissioners consiguieron que el gobierno le vendiera el palacio a la ciudad. El contrato de venta del Royal Pavilion se firmó en 1849, por un monto de 53 000 libras. La soberana ordenó retirar el mobiliario y la decoración del palacio para darle otro uso.
En ese momento, la ciudad de Brighton prosperaba por la ampliación de la Revolución Industrial y la expansión del ferrocarril. Esto atrajo un turismo masivo hacia esta región y se hizo una redecoración acelerada al simbólico Royal Pavilion, que luego se abrió al público. Para este momento, en ese lugar se realizaban todo tipo de espectáculos, ferias, fiestas y conferencias.
El Royal Pavilion, contra viento y marea
A lo largo de la Primera Guerra Mundial el palacio se transformó en hospital para los combatientes heridos. Esto generó cambios y daños en la estructura. Por fortuna, se inició un proceso de restauración durante el mandato de la reina María, esposa de Jorge V.
Dicha restauración prosiguió durante la Segunda Guerra Mundial, intentando ser lo más fiel posible a los planos y registros originales. Lamentablemente, un incendio en 1975 generó daños considerables en el salón de música y el palacio estuvo cerrado por 11 años.
Posteriormente, una tormenta provocó la caída de una esfera de piedra que atravesó la cubierta y destrozó la alfombra, en 1987. Estas acababan de ser restauradas y tuvo que repetirse el proceso.
Las labores de restauración continúan aún en el Royal Pavilion, específicamente en los dormitorios del piso superior. Sin embargo, en la actualidad este ícono inglés es visitado a diario por turistas provenientes de todos los rincones del mundo.