Un viaje por los pueblos de Cantabria más hermosos
El norte de España es un territorio que alberga numerosos tesoros escondidos. Tesoros como algunos pueblos de Cantabria, una verde provincia donde se unen el descanso, la belleza y la tradición. Costeras o de montaña, estas localidades se convierten en lugares de cuento para todos los amantes de la vida sana.
Distribuidos en cuatro categorías, queremos mostrarte una breve selección de pueblos de Cantabria maravillosos. Rincones para pasear, fortalezas de aspecto medieval o miradores de infarto. Y es que Cantabria seduce por su manto verde, su aire puro y su vida sencilla.
Miradores de infarto en pueblos de Cantabria
Ni qué decir tiene que Cantabria posee algunos de los más bellos miradores al norte del país. Balcones a los que el viajero puede asomarse y descubrir hermosura en la sencillez de un pueblo de montaña.
En este concepto se encuentra el municipio de Carmona, entre los valles de Saja y de Nansa. En él se alternan bosques, pastos y prados que pueden divisarse desde el mirador de la Vueltuca. Un pueblo que presenta la típica estampa local, con casas de sillería, con arcos en la fachada y balcones floreados. Los tejados de tejas rojas destacan sobre el verde suelo y la húmeda piedra.
Igual le ocurre a Cahecho, una localidad montañesa conocida como el mirador de los Picos de Europa. Esta villa es un claro ejemplo de sencillez y naturalidad en una zona de gran majestuosidad paisajística. Una ventana a la que asomarse a la tradición cántabra con unas vistas de vértigo.
“La aventura de viajar consiste en ser capaz de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana de otras gentes en parajes lejanos a tu hogar”.
-Javier Reverte-
Emplazamientos privilegiados
Entre la gran variedad de atractivos pueblos que ofrece la provincia de Cantabria no pasan desapercibidos dos municipios maravillosos: Potes y Liérganes.
Potes es conocido como la puerta a los Picos de Europa. Un encantador pueblo que se ubica en el punto de confluencia de los ríos Deva y Quiviesa. Pasear su calles respirando su fresco aire de montaña es un lujo de la vida campestre. Por ello es uno de los principales centros turísticos de la región.
Liérganes, en la comarca de Trasmiera, es un pueblo de cuento cuyo puente mayor se ha convertido en icono de la localidad. Al borde de las aguas que lo atraviesan, el visitante hallará la estatua del hombre pez, una leyenda local. También es principal reclamo su balneario de aguas de fuerte mineralización, apropiadas para el tratamiento de cierto tipo de enfermedades.
Un paseo por los sueños
Pero si de un amante del auténtico paseo se trata, el viajero disfrutará enormemente San Vicente de la Barquera, una villa marinera es una auténtica postal viva de la costa cántabra. Pasear esta coqueta localidad de gran cultura gastronómica con las barcas meciéndose al vaivén de las olas es una delicia.
Como también lo es visitar la villa costera con más arte de toda Cantabria: Comillas. En ella se hallan edificios de arquitectos modernistas como Gaudí o Martorell.
Pero si esto no es suficiente para dejar extasiado al turista, Bárcena Mayor pondrá la guinda. A este municipio solamente se puede acceder a pie, pues algunas de sus empedradas calles son demasiado estrechas. A diferencia de los dos anteriores, Bárcena es una villa de montaña que fue declarada conjunto histórico artístico. Tradición, cultura, gastronomía y vida rural se unen en estas tres localidades, ofreciendo al visitante todos los placeres de Cantabria.
Pueblos de Cantabria de aires medievales
Otro gran atractivo de algunos pueblos de Cantabria es el aire medieval que se respira en ellos. Casas de sillería, iglesias y edificaciones sencillas coronadas por una techumbre en teja. Auténticos monumentos vivientes a una época de justas y caballeros.
Todo esto puede encontrarse en la inigualable Santillana del Mar. Su espíritu noble puede sentirse en cada callejuela y no resulta difícil imaginarse el ruido de cascos golpeando el empedrado.
Compite en evocación con la conocida Castro Urdiales, cuya silueta se ve recortada por su imponente castillo de Santa Ana. Ambas localidades merecen una visita en la que desconectar y encontrar al soñador que habita en todos nosotros. Callejuelas, balcones, castillos y princesas tienen cita en estos pueblos de Cantabria de auténtico cuento donde el turista escribe la historia. Con los pies como pluma y el azar como autor, la aventura se encuentra a cada paso.