Malinas, una ciudad borgoñona en Flandes
Malinas fue en la Edad Media una de las ciudades más influyentes de Flandes y del Ducado de Borgoña, dos de los territorios donde el arte iba a alcanzar un esplendor inaudito. Por esa razón, hoy en día la visita a Malinas, en el territorio de la actual Bélgica, se convierte en una gratísima experiencia visual y sensorial.
Malinas y el desarrollo de Flandes
El condado de Flandes originalmente solo estaba formado por los territorios de Brujas, Gante y Bergues. Sin embargo, las alianzas matrimoniales hicieron que en el siglo XIV se uniera al Ducado de Borgoña, y fue entonces cuando Malinas se iba a convertir en una ciudad importante.
Mientras tanto, Flandes iba a camino de convertirse en un poderoso territorio que en la actualidad ocupa todo el norte de Bélgica.
Malinas y Borgoña
Borgoña se encuentra dentro de Francia, pero en la Edad Media allí se creó un poderoso ducado que entre guerras y matrimonios llegó a controlar región borgoñona y otros muchos territorios franceses. También amplió su feudo a tierras como Flandes, Luxemburgo, los Países Bajos o una pequeña parte Alemania.
Pues bien, fue en la época de máximo esplendor borgoñón cuando Malinas se convirtió en una ciudad relevante. Incluso durante un corto periodo de tiempo fue capital de los Países Bajos. Si bien, dejó de serlo tras la absorción por parte de los Habsburgo de esos dominios.
En fin que, que la historia de la ciudad nos da las claves para comprender toda su belleza. Y de ella vamos a hablarte a continuación.
Qué hacer en Malinas
La respuesta a esta pregunta de qué hacer en Malinas es muy sencilla. Hay que caminar porque todas sus maravillas se concentran en el casco histórico. Pasear por él es todo un placer y permite ir encontrándose con joyas como estas:
La Grote Markt
Como en muchas otras ciudades de Flandes, la Grote Markt, o gran plaza del Mercado, es espectacular. También ocurre en Malinas. Aquí se acumulan esplendorosos edificios barrocos. Entre ellos destacan algunos como la catedral o el Ayuntamiento, de los que os hablaremos más detenidamente a continuación.
Pero hay otros muy interesantes, como el gran Belfort o campanario civil. Por no hablar del palacio del Gran Consejo, levantado en el siglo XVI. Y frente al Ayuntamiento hay que pararse ante la escultura de Opsinjoorke, el “pelele”. Un personaje que en Malinas se mantea en las fiestas mayores y que recuerda a los borrachos.
Ayuntamiento de Malinas
Este edificio fue la lonja de paños, o sea, el centro del intenso comercio textil que hubo en Malinas. Su arquitectura es gótica, pero lo mejor está en su interior. A él se pueden hacer visitas guiadas, y realmente sorprende por su intensa decoración.
La Keizerstraat
En esta céntrica calle están los dos palacios en los que pasó su niñez el futuro emperador Carlos V. Son los palacios de Margarita de York y Margarita de Austria. Y muy próxima se halla la iglesia jesuita de San Pedro y San Pablo.
La catedral de San Romualdo
El otro gran edificio de la Grote Markt es la catedral, consagrada con el nombre de un santo irlandés del siglo VII. Pero más allá de su curiosa advocación, lo más espectacular es su arquitectura gótica tremendamente decorada.
De la catedral llama la atención su altísima torre, que en el siglo XVI alcanzó casi a los 100 metros. Además, es posible subir a su mirador superior para contemplar unas fabulosas vistas.
El río Dijle
Las aguas de este río recorren todo el centro de Malinas. Así que tarde o temprano caminaremos por sus orillas. Pero se puede hacer algo más. Podemos hacer un recorrido en barco por él. E incluso disfrutar de un interesante sendero sobre pasarelas flotantes.
La iglesia de San Juan
En la ciudad no solo hay obras de arte en formato arquitectónico. También hay muchas joyas pictóricas. Y una de ellas está en este templo. Aquí luce una obra maestra de Rubens, su famoso tríptico de la Adoración de los Reyes Magos. A los amantes de arte el viaje a Malinas les compensa solo por ver esta joya del barroco.
Museo del Juguete
Y para los que hagan una escapada a Malinas con niños, tenemos una última recomendación. Visita al Museo del Juguete. Los peques alucinarán con los juegos de antaño que aquí se exponen. Pero los mayores también recrean su infancia al ver los mismos Playmobil con los que ellos jugaron hace unos años.