3 lugares de Transilvania que no debes perderte
La región de Transilvania es conocida por su relación con el personaje de ficción Drácula. Pero no solo de Bram Stoker vive la comarca. La leyenda de Vlad Tepes atravesó la pantalla con Rumanía como país natal. Si a este aura de secretismo, oscuridad y enigmas le sumamos grandes parajes naturales. ¿Qué más se puede pedir?
Un viaje a Transilvania
Rumanía es quizá una de las naciones más baratas de Europa, algo que ayuda en gran medida al bolsillo del turista. Por todo ello, hoy vamos a hacer un repaso de este lugar tan mágico y misterioso. Bienvenidos al hogar de los vampiros, un lugar donde nada es lo que parece.
1. El castillo de Bran, la fortaleza del Conde Drácula
El verdadero hogar del Empalador fue la fortaleza de Poenari, en el Distrito de Arges. Sin embargo, es la ciudadela de Bran la que obtiene todas las visitas turísticas de los fans del personaje. Esto es debido a que este fortín fue el que sirvió de inspiración al creador de la novela.
Su belleza exterior esconde su falta de resistencia. Por suerte para sus muros y sus preciosos tejados nunca fue asediada por ningún enemigo. Su construcción corrió a manos de una orden de caballeros teutónicos durante la Edad Media. Dichos soldados huyeron hasta Hungría tras haber sido derrotados por las tropas sarracenas.
Alcanzó la mayor importancia durante las décadas de los 20 y los 30. Lo hizo porque fue adaptado como residencia de verano para la realeza rumana.
“Odiado y temido. Estoy muerto para todo el mundo. Escúchame. Yo soy el monstruo al que los hombres vivos matarían. Yo soy Drácula. “
– Fragmento de Drácula, de Bram Stoker –
2. La ciudad de Sighisoara, el hogar de Vlad Tepes
Más allá de los Cárpatos, en la zona norte de Transilvania, se halla Sighisogara. Esta pequeña villa tiene la particularidad de ser completamente medieval.
Pero esta no es precisamente la razón por la que recibe miles de visitantes cada año. La justificación para su gran nivel de turismo es simple, es el lugar de origen de el protagonista de la leyenda más famosa del país, nos referimos al afamado Vlad Draculea. Su apodo se le otorgó al llegar aquí y significaba dragón. No fue hasta que sus extravagantes y crueles métodos de tortura vieron la luz que se le llamó Empalador.
Esta localidad nació como un diminuto asentamiento en en siglo XII. Se creó como método húngaro de defensa de las fronteras de su patria. Poco a poco se fue convirtiendo en un espacio guerrillero único que contaba con decenas de torreones defensivos.
3. Brasov, la belleza de la ciudad mártir
Dicen que no hay habitante de Rumanía que no haya pasado por lo menos una vez por Brasov. Heredó título de ciudad mártir tras participar en la revolución contra el estanilismo en 1989. Un momento histórico tras el que la localidad no volvió a ser la misma.
La Iglesia Negra es uno de los puntos más importantes y fascinantes de este lugar. Pero este edificio no es lo único que destaca entre sus calles. Y es que cuando sus plazas son invadidas por la nieve los visitantes no desean marcharse. Brasov se ha convertido temporalmente en su hogar.
Aparte de las visitas a sus edificaciones góticas, los turistas pueden acercarse a zonas cercanas donde encontrarán delicados templos cristianos levantados con madera. Si nos cansamos de tanto paseo invernal, podemos calentarnos en alguno de los balnearios de la región. Todos ellos son famosos por constar en las listas de los mejores del mundo.
Bucarest, alejada de las oscuras leyendas
Y si se viaja a Transilvania, merece la pena hacer una visita a la capital del país, a Bucarest, que se levanta a orillas de río Dambovita. Una ciudad de la que se tiene constancia desde el siglo XIII.
A diferencia del resto del país, esta urbe ha evolucionado mucho. Cuenta con grandes espacios industriales, además de con enormes facilidades en lo que a transporte se refiere. Una de sus calles más bellas es el Bulevar Unirii, que diferencia la zona comunista del resto de barrios.
Pero en Bucarest hay mucho que ver. Destaca la mole del edificio del Parlamento, con sus 20 plantas. De hecho es el edificio administrativo más grande del mundo. La Plaza de la Revolución, el Arco del Triunfo, la Ópera o le Iglesia del Patriarcado son lugares que también hay que visitar.