Lo mejor de las repúblicas bálticas, un recorrido fascinante

Lo mejor de las repúblicas bálticas, un recorrido fascinante

Escrito por Pedro

Última actualización: 08 mayo, 2017

Hablar de las repúblicas bálticas es hacerlo de tres pequeños países situados en el norte de Europa que estuvieron ligados a la antigua URSS. Desde que se independizaron han ido abriendo sus fronteras poco a poco, mostrando la cantidad de cosas que ofrecen al visitante.

Estos países pueden ser bastante complicados de identificar, pero lo cierto es que tienen sus diferencias. Son naciones, eso sí, con un gran atractivo. ¿Te animas a descubrir sus tesoros con nosotros? Seguro que lo vas a pasar bien y conocerás una parte de Europa con suficientes encantos como para que una estancia en cualquiera de las tres repúblicas sea inolvidable.

Las repúblicas bálticas una a una

Estonia

Tallín en Estonia
Tallín, Estonia – ESB Professional

Tallín es su capital, donde puede disfrutarse de uno de los centros históricos medievales más bellos de Europa. Tan bello es que se declaró Patrimonio de la Humanidad. Las calles y monumentos sorprenden al turista, que cree estar en un cuento de época. La catedral ortodoxa blanca, es la guinda del pastel.

A 70 kilómetros de la capital está Lahemaa, el parque nacional más grande de Estonia. Una ventana a la naturaleza donde se pueden ver todo tipo de osos, lobos y linces en medio de bosques y pantanos.

Tartu es la segunda ciudad del país y donde más se respira cultura. En ella está una de las universidades con mayor historia del continente europeo. Destaca la plaza del Ayuntamiento, un edificio neoclásico. Otras zonas dignas de visitar son la iglesia gótica de San Juan, o la colina Toomemagi.

Letonia

Riga
Riga, Letonia – kavalenkava volha

Su capital es Riga, la más grande de los tres países. Es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Podemos destacar sus edificios de art nouveau y las construcciones realizadas en madera del siglo XIX.

Destaca el castillo medieval de Turaida, el “Jardín de Dios”, que es lo significa su nombre, y que ha sufrido hace poco una reconstrucción y ahora es posible visitar. Está a 50 kilómetros de Riga. Actualmente es un museo, y además, reserva de la naturaleza. Merece la pena conocerlo por dentro, donde historia y naturaleza se entremezclan.

Una ciudad también que merece la pena visitar es Cesis. En ella destaca su castillo del siglo XVIII, donde desde mediados del siglo pasado se encuentra el Museo de Historia. Merece la pena visitar sus jardines y el parque del castillo, así como la fábrica de cerveza más antigua del país.

Lituania

Vilna en Lituania
Vilna, Lituania – JuliusKielaitis

La capital de Lituania es Vilna, y se le llama también la ciudad de las iglesias. Dar un paseo por el centro histórico nos hace comprender las razones. La multitud de iglesias ortodoxas abundan con sus cúpulas tan características junto a iglesias católicas.

Estamos ante el casco antiguo barroco de mayor tamaño de Europa. Puedes visitar su universidad, el antiguo Palacio Real o los restos del barrio judío, con el que acabaron los nazis.

Y en este país destaca el castillo de Trakai, de origen medieval y situado a orillas de un lago, que es el símbolo del país y es el único castillo de Europa del Este construido en una isla. La Colina de las Cruces también merece una visita, es uno de los lugares de mayor singularidad de Lituania, ya que en él se amontonan cientos de cruces para honrar a sus muertos en varias guerras.

“El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día.”

– Paulo Coelho –

Tres países increíbles

Castillo de Trakai, Lituania
Castillo de Trakai, Lituania – krivinis

Como puedes ver, estos países esconden unos atractivos que poco a poco van calando entre el turismo internacional. Aunque cada vez hay más visitantes, todavía puede uno disfrutar de la autenticidad de sus gentes y sus costumbres.

Si queréis visitar esta zona del Europa, lo más aconsejable es la primavera y comienzos de verano, que es cuando los campos de las repúblicas bálticas están verdes y repletos de flores, pudiendo disfrutar de días largos en los que parece nunca ponerse el sol.

Los precios de la comida y la bebida, por lo general, no son muy elevados, tampoco los del transporte público. Aprovecha y disfruta de unas repúblicas bálticas que cada vez más prósperas, pero que guardan ese encanto de lo tradicional.