Las artesanías waoranis, independencia, cultura e historia
En la tradición ancestral del pueblo waorani es fundamental respetar y conservar la naturaleza, pues son parte de la selva. Viven una situación precaria, como resultado de la explotación petrolera e intentan salir adelante a través de las artesanías waoranis.
Son las mujeres de esta cultura quienes han asumido la tarea de menguar las necesidades de alimento, salud y educación por medio de esta práctica. Aun así con sus escasos ingresos adelantan programas de conservación de la biodiversidad en la selva amazónica.
Descubrir para destruir
Los waorani son una etnia indígena que en la actualidad se asienta en el noroccidente de la Amazonía entre Ecuador y Perú. Está compuesta por 22 comunidades que suman un número cercano a los 3.000 habitantes.
La existencia de los waorani solo fue conocida hasta mediados del siglo XX por misioneros evangélicos norteamericanos. El pueblo waorani siempre fue una cultura seminómada que estableció una relación estrecha con la selva para poder sobrevivir en equilibrio.
Lamentablemente, las misiones evangelizadoras y el descubrimiento y explotación del petróleo por parte del gobierno generaron cambios dramáticos que fracturaron su cultura. Esto trajo como consecuencia la reubicación de su territorio: pasaron de ser un pueblo cazador recolector a uno sedentario y dependiente del exterior para cubrir sus nuevas necesidades.
Sus costumbres
Este pueblo se desplaza por la selva construyendo viviendas temporales, que en algunos casos persisten durante años de manera inmaculada. Al dirigirse hacia otros lugares para construir sus nuevos asentamientos brindan el espacio suficiente para que la selva se regenere.
Los hombres construyen las moradas con materiales de su entorno como la paja de toquilla, de la que también aprovechan sus hojas para entretejerlas y crear techos. Alrededor de sus viviendas plantan cultivos de plátano, yuca y plantas medicinales que son atendidos por las mujeres, al igual que la elaboración de artesanías waoranis.
Los waorani tienen un conocimiento profundo de las plantas, de donde extraen medicinas, alucinógenos y venenos. Atribuyen a las plantas y animales un alma, por lo que deben ser respetados y para tomarlos del bosque deben seguir un ritual.
La caza tiene un significado cultural en el que participa el ritual del curare. No pueden cazar jaguares, venados, águilas o serpientes, pero sí aves, pecarís y monos. Los waorani creen que descienden del jaguar y del águila y que matar serpientes trae maldiciones.
El territorio
El territorio ancestral de los waorani se ubica entre el río Napo y el río Curaray, en un área de 30.000 kilómetros cuadrados, el cual por siglos han habitado y defendido de los invasores. Sin embargo, han perdido la batalla contra la explotación petrolera y la apropiación ilegal de zonas de su territorio.
Una parte de este pueblo se adentra cada vez más en una selva invadida de fronteras para conservar sus tradiciones; otra, se asienta de manera permanente y cambia sus costumbres. Luego de varias luchas legales, en el año de 1990 consiguieron el reconocimiento de su territorio como una reserva indígena.
Sin embargo, los títulos de propiedad no incluían los minerales del subsuelo como los yacimientos de petróleo. Por eso, el gobierno del Ecuador otorgó contratos a multinacionales para su perforación y posterior explotación. Esto generó conflicto y esta comunidad demandó al Estado en 2005 para proteger su territorio.
Las mujeres waorani
A las mujeres waorani les preocupa la aculturación de que están siendo objeto las comunidades. Las petroleras han transformado a muchos de sus hombres en personas con un interés desmedido por el dinero.
También les preocupan los derrames de petróleo sobre el río; son conscientes de que con estos episodios la comunidad se enferma y se ven afectados sus recursos de agua y alimento.
Llama la atención que sean precisamente las mujeres quienes buscan alternativas sostenibles para proteger a sus familias y a la naturaleza. Son las abanderadas de retornar a sus orígenes y recuperar su esencia ancestral.
Por eso siempre están pensando en desarrollar proyectos que traigan beneficios para la comunidad. Ejemplo de ello es la creación de la asociación Chocolate, que en la actualidad beneficia a más de 400 familias a través de cultivo del cacao. Las artesanías waoranis siguen estos mismos derroteros.
Las artesanías waoranis
En la cosmovisión de los waoranis lo material y lo espiritual son la sustancia totalizadora de la que están hechos los seres y los objetos. No existe distinción alguna y creen que en el pasado el universo entero era una selva infinita donde se entretejió el origen de la vida.
Para elaborar las artesanías waoranis, las mujeres gastan un día recorriendo la selva hasta encontrar la palma de chambira y la de miraguano, que constituye su materia prima. Las hojas y cortezas de estas plantas son sometidas a varios procesos hasta obtener fibras.
Estas posteriormente se hilan y tiñen con pigmentos naturales obtenidos de otras plantas. Finalmente tejen pulseras, brazaletes, prendas, tiaras, mochilas y hamacas, entre muchos otros objetos. También elaboran cestería, con diversas funciones, formas y colorido, en donde plasman su iconografía simbólica y ancestral.
En todas las formas de tejido circular las mujeres utilizan la técnica del espiral; parten del centro, al que ellas denominan “alma”, y a partir de aquí desarrollan todo el entramado de sus obras. Las mismas, en algunos casos, han sido expuestas en los principales museos del país.
Transmitir los conocimientos ancestrales
El simbolismo de las artesanías waoranis parte de una cosmovisión que involucra un presente representado por la selva y todo lo que la habita; y un pasado que abarca su origen y tradiciones ancestrales.
El arte del tejido fue transmitido originalmente por la araña, tejedora de la naturaleza, a la mujer waorani. Desde entonces, la habilidad y la sabiduría que implica se continúa transmitiendo de madre a hija en el tiempo.
Observando y escuchando los relatos de las mujeres mayores las pequeñas incorporan los conocimientos de la naturaleza. Un ritual en el que las fibras y los colores se ordenan en un entramado para entender el significado de ser mujer.
Así se transmite la herencia ancestral de un pueblo: entretejiendo la palabra para mantener viva la tradición y sabiduría ancestral. Este encuentro entre el pasado y el presente constituye una pedagogía evocadora sobre quiénes son y cómo se representan en el tiempo.