La vida de Frida Kahlo: pintora, feminista y superviviente
A Frida Kahlo la vida le dio golpes muy duros que, sin embargo, no consiguieron acabar con su espíritu combativo. Luchadora incansable y defensora a ultranza de la igualdad de género, vamos a conocer su vida contada por ella misma, es decir, a través de sus cuadros más famosos.
Las grandes obras de Frida Kahlo
Mi nacimiento
Diego Rivera, el esposo de Frida, le animó a que pintar cuadros con los acontecimientos más importantes de su vida. Y lógicamente comenzó por su nacimiento, en una escena tan brutal como esta. Una imagen quizá relacionada con que en aquella época, hacia el año 1932, la propia Frida tuvo un aborto espontáneo.
Por cierto, la artista siempre decía que había nacido en 1910, pero en realidad vino al mundo en 1907. Decidió cambiar esa fecha no por coquetería, dino por coincidir con el año de la Revolución mexicana.
Cuatro habitantes de la Ciudad de México
Frida Kahlo fue una enamorada de su país. Procuraba vestir los trajes tradicionales y coleccionaba todo aquello que tuviera que ver con la cultura precolombina.
A ello le dedicó numerosos cuadros, y entre ellos este que realizó en el año 1938. Una obra en la que se ve al fondo la Casa Azul donde vivió y que hoy es un museo en su honor. De los más visitados en Ciudad de México.
El autobús
En 1925 aconteció un hecho trascendental en su vida. Frida sufrió un accidente en un autobús que chocó con un tranvía. El resultado fueron graves heridas que la dejaron secuelas de por vida.
Años después, en 1929, pintaba este cuadro. En él vemos la imagen previa a ese terrible accidente que marcaría toda su vida.
La columna rota
En ese accidente, uno de los pasamanos del autobús se le clavó en el pecho. Eso, y otros golpes, hicieron que se le rompiera la columna vertebral, la clavícula, la pelvis y varias costillas.
Y nunca se recuperó de aquello, teniendo que ser operada en numerosas ocasiones o llevar rígidos corsés para mantenerse de pie. Todo eso lo plasmó en este cuadro escalofriante casi 20 años más tarde, en 1944.
Diego y Frida
Frida Kahlo siempre dijo que ella tuvo dos accidentes: el del autobús y conocer a Diego Rivera, su gran amor. Un amor obsesivo que paso por momentos felices y por innumerables crisis, incluido un divorcio y un segundo matrimonio. Es decir, para ella eran seres inseparables, y así se nos muestra en esta obra, también de 1944.
Autorretrato con collar de espinas
Pese al inmenso amor que siempre sintió por Diego Rivera, Frida Kahlo era consciente de que era una relación desigual, ya que él la engañó en muchas ocasiones, incluso con su propia hermana. De ahí que la artista aquí se pintara el año de su divorcio, en 1940, como una auténtica mártir.
“Sigo mal y seguiré peor, pero voy aprendiendo a estar sola y eso ya es una ventaja y un pequeño futuro.”
-Frida Kahlo-
Unos cuantos piquetitos
Este cuadro de Frida Kahlo está relacionado con dos hechos distintos. Por un lado, un crimen de celos que se publicó en los diarios mexicanos en 1935, Por otro, el conocimiento de que su marido la había engañado con su hermana menor. Como si nos contara cómo también ella había pensado en cometer un crimen.
Dos desnudos en un bosque
No obstante, tanto Diego Rivera como Frida Kahlo eran personalidades muy complejas. Y si él siempre fue un mujeriego empedernido, ella también tuvo sus aventuras amorosas. Y siempre se habló de bisexualidad. Un aspecto al que seguramente alude este cuadro de 1939 que regaló a su amiga íntima Dolores del Río.
Autorretrato dedicado a Trotsky
Esta obra, que también se llama a veces Entre las cortinas, se la regaló al político ruso León Trotsky, quien llegó a vivir en la Casa Azul durante algún tiempo.
Y es que Frida Kahlo siempre estuvo muy cerca de los ideales políticos de izquierdas, los cuales representaba a la perfección este exiliado de la Unión Soviética, que acabaría siendo asesinado en extrañas circunstancias.
Las dos Fridas
Lo cierto es que la artista tuvo una vida intensa y, por momentos, a sus graves problemas físicos se le sumaba la obsesión por Diego Rivera. Pero profesionalmente tuvo bastante éxito. Y una buena muestra es este cuadro de 1937, que fue el que vendió más caro en toda su vida.
Viva la vida, sandías
Este es el último cuadro de Frida Kahlo, pintado en los días previos a su muerte en 1954. En realidad, la imagen de las sandías ya estaba pintada un par de años antes.
Pero cuando sabía que le quedaba muy poco de vida, en un momento de lucidez entre tanta morfina que le calmaba los dolores, agarró un pincel y escribió en el lienzo “Viva la vida“. Esa fue su despedida.
Imagen de portada: Saed de los Santos / commons.wikimedia.org